Martínez Luis A.


Calle saludó la novela de Martínez así: “A la Costa” es la novela realista en el Ecuador, con todas sus crudezas de estilo y sus tendencias moralizadoras, no por medio del buen consejo sino por cauterio eficaz y pronto. 
“A la Costa” tiene muchos logros formales que explican que viva aun como novela. El lenguaje tiene insoslayable novedad: el del narrador es mas directo y fuerte; el de los diálogos más próximos a las hablas populares que cuanto se escribiera hasta entonces. El marco geográfico y social, superado el nivel de la pura descripción topográfica y costumbrista, se ha hecho contexto, clima que envuelve y da razón del existir y obrar de los personajes. En el centro del drama está la injusticia de una sociedad regida por esquemas económicos obsoletos, y la relación hombre-tierra que se analiza en Sierra y costa. A una clara visión infraestructura, se une la denuncia de las superestructuras opresoras y alienantes.  
Nació en Ambato el 23 de julio de 1869 y falleció el 27 de noviembre de 1909.
Perteneció a una familia de preocupación admirable hacia el cultivo de la literatura y las ciencias, de la pintura y toda manifestación de belleza, que ocupa bastantes páginas en la historia no solo de Ambato, donde se manifestó entre la admiración de quienes habitan esos parajes orlados por el huerto y el río.
La figura de Luis A. Martínez salta a la pupila, revestida de diversas funciones sociales: guerrillero y pintor, agricultor y novelista, periodista, escritor de agiles artículos costumbristas y humoristas.
Su calidad humana puede encontrarse reflejada en estos renglones escritos con su puño y letra: “Lo he visto todo, desde peón y jardinero, hasta gerente de grandes explotaciones agrícolas e industriales; desde Teniente Político de la más miserable parroquia hasta Ministro de Estado; cazador, ascensionista, pinto, escritor, etc.…” 
“La pobreza y las contrariedades no me asustaron nunca; la prosperidad y los honores no me enorgullecieron jamás…” 
Pionero del realismo en el Ecuador, su novela “A la Costa” es novedosa expresión de una mentalidad a fin a los dictados de la belleza, de la verdad y la justicia. Es una de las obras clásicas de este país.
Preferentemente, el seudónimo que empleó fue el de Fray Colas. Su obra es varia, condimentada por una capacidad que atravesó por los más intrincados avatares, saliendo airosa en la generalidad de casos; como demostración de ella anotemos: “A la Costa”; “La agricultura ecuatoriana”; “Catecismo de Agricultura”; “Disparates y caricaturas”; “Camino el Oriente”; “Conferencia leída en la Sociedad Jurídica Literaria”, 1905.
Su acción de orientalista en formidable, tesonera y llamada a la perdurabilidad ejemplar.
En 1969, con motivo de conmemorarse cien años de su nacimiento, se tributo a la memoria suya homenaje nacional. La Casa de la Cultura Ecuatoriana, con este motivo, puso en circulación nueva edición de la novela “A la Costa”. 
Su principal obra y con la que salta a la fama es “A la Costa”.
Su principal obra y con la que salta a la fama es “A la Costa”, en donde se manifiesta una nueva etapa para la literatura ecuatoriana: el realismo, como ya hemos manifestado anteriormente. La descripción del paisaje en cuadros de plasticidad única. Se inicia la novela con el terremoto de Ibarra. El combate de San Miguel de Chimbo, los ejercicios espirituales que conducen a Mariana a la pérdida de su virginidad y a la prostitución, el grito de liberación del protagonista principal Salvador al terminar su odisea y su calvario. Luis A. Martínez, hábil pintor, retrata el paisaje en forma única e inigualable con estilo poético cogiendo los elementos de la naturaleza y poniéndolos bajo su pluma de notable artista. Martínez deja la novela provinciana y bucólica que tantos adeptos tuviera con el Romanticismo, sin personalidad nacional y va para integrar su país: Costa y Sierra, juntamente con aquel formidable empuje que diera a todo lo orientalista en su vida pública. Existen en “A la Costa” hechos y pasajes vínculos a la vida de Martínez, su lucha constante con los hombres y los elementos, su combate continuo por superar estado de cosas nada positivo en la naciente republica.
Martínez es recio combatiente ideológico. Para el prima el esfuerzo y el trabajo, la vocación a ser útil; lo demuestra con su vida puesta al servicio de sus conciudadanos, de toda una etapa histórica de su país. El visionario de cumbres que oteó el horizonte desde la cima del Tungurahua, su rio Curaray y su ferrocarril mítico hacia la Amazonía, el hombre que todo lo hizo para forjar su espíritu entre la selva abrazante y el Ande milenario de su patria, tiene puesto, justísimo en la historia de la cultura Ecuatoriana.     
Luis Martínez y al Padre Vacas Galindo propulsores sinceros entusiastas del ferrocarril al Oriente. Don Luis Martínez que especializó el estudio del Pastaza, fijo como punto terminal de su empresa el Curaray, y señala expresamente la ruta del Curaray, como el camino único para ir al Napo. Creo indispensable la exposición de algunos antecedentes históricos del proyectado ferrocarril por baños al Oriente, ya cuando se preconizó la conveniencia de fijar por punto terminal el Río Morona, según la inspiración del general Víctor Proaño en 1861, ya cuando se desempolvo este ideal en 1904 por don Luis Martínez y el Padre Vacas Galindo, quienes auspiciaron la conveniencia de que el mencionado ferrocarril por Baños terminara en el Río Curaray.