Márquez Tapia Ricardo


Ricardo Márquez Tapia: “La Safo Ecuatoriana/Dolores Veintimilla Carrión de Galindo”. Estudio Histórico-literato; Proemio de Luis R. Bravo. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Azuay; Cuenca, Ecuador. 1968.
Nació el 9 de octubre de 1886.
Este notable historiador azuayo fue hijo del ilustre bolivariano doctor Ezequiel Márquez. Médico destacado: en el libro “Maestros de ayer y de hoy, valores de la Medicina Ecuatoriana” del doctor José A. Montero Carrión sobre Márquez se dice: “La medicina azuaya tiene en este personaje médico a un verdadero patriarca, que la ha dignificado y le ha dado prestigio; recordamos que siendo médico de la Higiene escolar y la de Sanidad Civil, desarrolló una labor verdaderamente digna de exaltación; asistió a Congresos, Jornadas, Asambleas y conferencias de medicina, destacándose por su capacidad, por su ilustración vasta y de gran hondura”. Desde los catorce años inició sus actividades literarias, fundador de varias revistas, del Circulo Católico Literarias. Fundador de varias revistas, del Circulo Católico Literario y de la Cultura Cuencana. Escribió poesía, mas persevero en la Historia. Escribió para varios periódicos del país, para “El Comercio” lapso de cuarenta años. Un bolivariano a carta cabal.
Miembro correspondiente de la Academia Nacional de Historia, del Centro de Investigaciones Históricos de Guayaquil, del Centro de Estudios Geográficos e Históricos de Cuenca, Presidente de Honor de la Sociedad Bolivariana de Cuenca, Miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Defensor de Fray Vicente Solano y de Dolores Veintimilla de Galindo. Sobresale su libro: “Gloriosos fastos históricos guayaquileños y el sagrado símbolo de la bandera ecuatoriana”.
Julio C. Troncoso, con motivo del fallecimiento de este escritor, expresó: “Valiosa vida que se apagó definitivamente el 24 de junio, dejando un vacio inalienable no sólo entre sus familiares, en la sociedad que le distinguió siempre por sus virtudes, en el periodismo y la cultura, sino especialmente en el corazón de sus amigos que supimos apreciarlo por cuanto él valía hombre noble y bueno”.