Marañon Esteban


Licenciado. Era español; vino a Lima con el cargo de Oidor en la Sala del crimen que tenía aquella Audiencia. Cuando joven, estuvo en el ejército y desempeñando el empleo de Corregidor asistió a la defensa de la ciudad de Orán sitiada por el Rey de Argel; entonces se portó bizarramente, resistiendo a los sitiadores con un cuerpo de solo trescientos soldados, los únicos que tenía para guarnición de la plaza, Antes estuvo cautivo en África tres años, y compró su Visitador de la Audiencia Ejerciendo libertad en cinco mil ducados. Fue designado interinamente, Presidente de la Real Audiencia de Quito después de ocurrida la revolución de las Alcabalas.
Era casado con Doña Lucia de Aranda y trajo a Quito un hijo llamado Don Sancho, el cual tuvo a su cargo la defensa del puerto de Arica, asaltado por los corsario ingleses. Era hombre de corazón naturalmente recto; pero, cuando vino a Quito, se hallaba ya muy anciano, y la edad le había vuelto tímido; su gobierno además, como provisional y transitorio, careció de fortaleza para hacer los bienes, de que tan necesitados estaban estos pueblos. Poco después de su llegada anuncio que tomaría residencia al Presidente Barros de San Millán y Oidores y los conjurados se tranquilizaron y aceptaron que el General Pedro de Arana ingrese con su ejército en la ciudad de Quito (600 personas bien armadas) y por más de dos años Arana se inmiscuyó en todo asunto ejerciendo en la ciudad y su comarca una tiranía sin límites.  
Marañón no protestaba y permitía tanto abuso, hasta que cansado Arana se regresó a Guayaquil y Lima, circunstancia que aprovecho el Visitador para continuar la residencia confinándole al Dr. Barros de San Millán, temporalmente, a una hacienda del valle de los Chillos. Organizó el tribunal de la Audiencia pero una arterioesclerosis senil le imposibilitó para el gobierno. Su razón se perturbó grandemente, no dormía y hablaba a solas imaginándose estar presenciando corridas de toros, hablaba con los arboles, levantaba a sus criados a altas horas y les discutía como si fueran Ministros togados y todos estuvieran asistiendo a una sesión de la Audiencia. Se tornó irritable y propinaba bastonazos y golpes exigiendo a sus sirvientes cosas imposibles de realizar. Tan grave fue su dolencia, que el entonces electo Arzobispo de México Monseñor Bonilla, a la sazón en Lima, abrió un expedientillo y por este motivo el real Consejo de Indias concedió al Lic. Esteban Marañon una jubilación por vejez, aunque poco la gozó porque falleció en Quito, antes del arribo de su sucesor.