MANRIQUE IZQUIETA CARLOS

DIRIGENTE Y PROMOTOR DEPORTIVO.-

Nació en Guayaquil el 8 de Enero de 1905. Hijo legítimo del Dr. José Antonio Manrique Albuja, médico pediatra, dueño de la botica San Francisco en la esquina de Pedro Carbo y Nueve de Octubre y de Rosario Izquieta Pérez, naturales de Ibarra y Guayaquil, respectivamente.

De cuatro años de edad y mientras lo tenían asomado a una ventana de la casa que arrendaban frente a la antigua Iglesia de San José en Pedro Carbo y Clemente Ballén, vio morir accidentalmente a su padre, que al bajarse de un tranvía de mulas, se le atoró la cola del chaquet y cuando el tranvía dio a andar cayó hacia atrás y se fracturó la base del cráneo.

La viuda y sus dos tiernos hijos pasaron a vivir en la casa de la abuela Rosario Pérez de Izquieta ubicada en P. Ycaza y Córdova, a la sombra tutelar del buen tío Leopoldo Izquieta Pérez, uno de los mejores médicos de la localidad, quien se convirtió en un segundo padre para los huérfanos.

Entre 1912 y el 18 estudió la primaría en el Colegio Cristóbal Colón y se convirtió en un virtuoso del piano casi sin profesores, pues podía sentarse, tocar y hasta componer piezas musicales. También era un excelente deportista y en 1910 figuró como el primer golkiper del equipo del Colegio.

En 1918 su tío Leopoldo lo llevó consigo al Brasil en un viaje que demoró tres meses. El barco arribó a los principales puertos del sur del Continente y Carlos se presentó en varios conciertos en el barco, en Buenos Aires y Río de Janeiro.

Al regreso se matriculó en el Colegio Vicente Rocafuerte para seguir estudios secundarios y pronto adquirió tal facilidad para el aprendizaje del inglés, que llegó a dominar dicho idioma a la perfección.

En 1921 administró la revista semanal e ilustrada de variedades “Cultura” que dirigía Secundino Sáenz de Tejada Darquea. En 1924 obtuvo el grado de Bachiller, empezó a practicar atletismo, especialmente el sprint y aunque se sentía diferente a los demás por su físico e inteligencia, nunca perdió la sencillez y la modestia propias de las almas grandes y por eso tenía amigos de toda condición económica y social.

Al año siguiente sus marcas mejoraron notablemente, quedó Campeón de los 100 y 200 metros planos, fue designado miembro del Comité de Atletismo de la Federación Deportiva del Guayas y comenzó a dirigir las prácticas. En 1926 destacó como el mejor corredor local al vencer a los velocistas alemanes del crucero Berlín que visitaban Guayaquil. El Comandante de la nave no quiso aceptar la derrota de sus campeones que venían triunfando en todos los puertos y concertó una nueva carrera para el siguiente día, con idénticos resultados. Ese año fue designado Capitán del equipo de atletismo del Guayas y concurrieron a las I Olimpiadas Nacionales celebradas en Riobamba. El 27 volvió a ganar a otros corredores alemanes con el tiempo de 11 3/5 para los cien metros planos y fue considerado el mejor velocista del país. Desde esa fecha hasta 1928 siguió practicando en los registros de la Liga Deportiva Estudiantil club que jamás abandonó, pero cada vez practicaba menos pues ya su ciclo estaba concluyendo; por sus intervenciones en las pistas, había obtenido seis medallas de oro.

Al mismo tiempo se dedicaba a la dirigencia y organizó la carrera a nado Babahoyo – Guayaquil, las regatas Guayaquil – Posorja y la maratón bailable de tres días de duración en el salón El Roxy ubicado en la esquina suroeste de las calles 9 de Octubre y Boyacá.

El recién fundado Diario El Universo lo llevó de redactor deportivo, su columna cobró fama y cada vez era más leída. Tantos afanes y actividades como estudiante, atleta, dirigente, músico y el hecho de adolecer de varios tics nerviosos, hizo que sus amigos y conocidos le motejaran de loco cuando en realidad solo era un sujeto sano e hiperactivo, quizá excesivamente Tenis Club” que a pesar de largas intermitencias, aún continúa.

En 1938 contrajo matrimonio con Azucena Jaime Ortiz con una hija. También llevó a Pancho Segura a jugar a Lima, viaje que se consideró el comienzo de su carrera mundial como tenista; mantuvo una columna comercial en “El Universo” y varios programas radiales. En “La Voz del Litoral” tocaba piano y comenzó una vida bohemia a la que antes no había estado acostumbrado, pues como buen deportista nunca había abusado del licor.

El 12 de Octubre de 1939 inauguró los Juegos Deportivos en el nuevo estadio Guayaquil, culminación de uno de sus más caros propósitos. En este sentido Manrique Izquieta ha sido uno de los mejores dirigentes del país pues también impulsó la construcción de la piscina Olímpica en los terrenos de la llamada Plaza de la Concordia.

El 41 fue Corresponsal de Guerra durante la invasión peruana y anduvo algunas semanas por las zonas de Zapotillo, aventura que no estuvo exenta de peligros pues en varias oportunidades fue detenido por las patrullas peruanas.

El 40 formó parte del grupo antinazi que el F.B.I. mantenía en Guayaquil y lanzó la promoción y venta de los “Caramelos de la suerte” en la fábrica “La Roma” propiedad de los Vallaza y consistían en unos caramelos envueltos en papel. El juego o gracia estaba en completar un billete impreso a base de sus diferentes partes, una de ellas era la difícil, pues salía muy poco. Luego, al completarlo, se canjeaba por otro verdadero de cinco sucres, que era el premio. Esta popular promoción comercial alcanzó un éxito sin precedentes, bien es verdad que era la primera vez que se realizaba en nuestra ciudad y sirvió para fomentar económicamente a las escuelas de atletismo. Después la idea fue copiada por los Confites Limber que aún se ven de vez en cuando medio siglo después (1).

Durante el gobierno de Arroyo del Río se vio comprometido en actos subversivos y cayó varias veces preso en el Cuartel de Carabineros. El 44 inauguró su programa radial “Vibraciones Deportivas” en la radio El Telégrafo. En dicho programa anunció a principios de 1947 la renuncia del presidente Velasco Ibarra, pero como la noticia resultó falsa fue apresado por orden del Intendente. Ya vivía separado de su esposa, su madre habíarecogido a varios de sus hijos apellidados (Manrique del Pozo, Manrique Palau) y su tío Leopoldo los mantenía bajo su protección económica. Ocupaba un departamento bajo en casa de su tío, que habitaba solo, pero su salud comenzó a desmejorar notablemente. Una excitación nerviosa le consumía a todas horas quitándole el sueño y ocasionándole temas, repeticiones y hasta visiones, fue internado en la clínica del Dr. Carlos Ayala Cabanilla, logró sobreponerse con un tratamiento y mejoró pues debió sufrir de esquizofrenia. Para estimularlo Rafael Guerrero Valenzuela le llevó a trabajar a C.R.E.

En 1948 fue Inspector de Vía Pública en la Municipalidad con un estado general muy disminuido. Ya no era ni la sombra de lo que había sido, cuando popular, dicharachero, atlético, jovial y oportuno, tocaba piano, conversaba de deportes, dirigía atletas, enamoraba y conquistaba corazones, por eso se sentía a veces deprimido pues no ignoraba que realmente valía.

Los últimos meses de su existencia transcurrieron en la penumbra de una dolorosa irrealidad en el hospital Psiquiátrico Lorenzo Ponce, pero como en la ocasión anterior y salió a habitar otro departamento en la planta baja de una casa de su tío Leopoldo, en Víctor Manuel Rendón, casi al llegar a Córdova, mejorando a veces o sufriendo recaídas nerviosas, casi sin salir, en constantes paroximos.

La noche del domingo 12 de enero de 1950 fue a visitar a su madre que vivía en P. Ycaza No. 410 a un costado del parque de La Merced. Eran las 10 y 1/2 de la noche cuando subió las escaleras y como estaba mal alumbrada, dio un traspié, cayó de espaldas contra una de las agarraderas de bronce de la puerta principal que estaba cerrada y se fracturó la base del cráneo. Llevado de urgencia a la Clínica Guayaquil, el Dr. Abel Gilbert Pontón lo desahució pues tenía un traumatismo craneal y hemorragia aguda. Falleció sin haber recobrado el conocimiento a las siete de la mañana del siguiente día lunes 13 de Enero a los cuarenta y cinco años de edad, del mismo accidente con el que murió su padre.

No era orgulloso, era consciente de su inteligencia. Fue de los primeros en pensar en la construcción del actual estadio Modelo, el iniciador de las promociones deportivas y en muchos otros aspectos abrió caminos y fijó metas. Con el dinero siempre desprendido. En su casa brindaba generosidad y los consejos de su experiencia a todos por igual. En alguna ocasión ideó un sistema de canje de libros que denominó “El Cambalache”, en otras sacó la serie para jóvenes y niños de las “Figuras deportivas”. Su sepelio Constituyó una auténtica muestra de pesar.