La muerte, en soledad, solo llorado de sus indios, del P. Lucas Majano, le merece relato contenido y afectuoso; tan afectuoso como el retrato que le hiciera paginas atrás: “era sobremanera, y aun donairoso, o agraciado, de lindas prendas naturales, ingenioso, risueño, liberal, ágil, y sobre todo un ángel en la pureza”