GARCIA DEL ALCAZAR GABRIEL

HIJO DE GARCIA MORENO.- Nadó en Quito, en la casa ubicada entre el palacio arzobispal y el Hotel Majestic, el 10 de

Enero de 1870. Hijo legítimo del Dr. Gabriel García Moreno, Presidente Constitucional de la República y de su segunda

esposa Mariana del Alcázar Ascázubi, naturales de Guayaquil y Quito respectivamente.

García Moreno tuvo cuatro hijas de su primer enlace y tres más del segundo pero todas murieron de corta edad, de suerte

que “sintió acrecentar y concentrar su cariño paternal en su hijo varón”. En las cartas enviaba siempre a su chiquillo

millares de caricias y de besos y hasta quiso que antes de los tres años le garabateara un papel y se lo mande, que hiciera

ejercicios a pie y a caballo, también le compraba mazapanes y hasta cajones de juguetes. En uno de sus viajes le trajo dos

muñecos que tocaban instrumentos; pero, al mismo tiempo, como era un sujeto sádico, le hacía refinadas maldades como

las que ingenuamente cuenta su panegirista y biógrafo el Padre Severo Gómez Jurado, S. J.

“Gabrielito. -¿Quieres este juguete?- Sí papá, contestó el chico y se abalanzó con excesivo afán de cogerlo. En aquel

momento don Gabriel estrujó en sus manos el juguete y lo hizo añicos. El muchachito hizo amagos de llorar. Su padre le

reconvino: ¡Cuidado con llorar! Tomó en sus manos otro y mostrándoselo dijo: ¿Quieres este juguete? Gabrielito contestó:

Sí papá, pero se quedó tranquilo en su puesto. -Entonces García Moreno extendió su brazo y le dio el juguete”. Con tal

medida le hacía desconfiado y receloso.

El mismo autor reseña a continuación lo siguiente: “Una ocasión el rapaz corría por los tránsitos jalando con una cuerda su

carrito. Don Gabriel marchaba en dirección contraria simulando estar distraído, pisó el carrito y lo hizo pedazos. El rapaz

exhaló un grito de dolor. Su padre con tono imperioso dijo: ¡Cuidado con gritar o llorar! El chicuelo se dominó”. “Cuando

alborotaba en sus exigencias y en sus juegos, don Gabriel, con voz robusta y bien timbrada pronunciaba su terrible

¡Silencio! y entonces aquel enmudecía un instante para proseguir

luego en voz baja. Quizá alguna vez le asestó un latigazo si es que hizo falta….” ¡Qué iba a hacer falta el latigazo con el

terror que había sabido infundirle desde pequeñito !

En algunas ocasiones lo conducía a misa pero las más de las veces lo llevaba el sirviente Antonio Barriga (todos los

domingos y los días ordinarios cuando el temporal fuere bonancible) lustros después. Barriga se casó y a uno de sus hijos le

dijo: “Su Excelencia estaba empeñado en educar a su hijo de modo que éste pudiera ser un digno sucesor suyo en el

gobierno de la República”

En otra ocasión condujo a su hijo a la escuela de los Hermanos Cristianos y al entregárselos dijo delante del inmenso

enjambre de pequeños alumnos que contemplaban absortos la escena: “Aquí está mi hijo, tiene cuatro años, lo que deseo

es que hagáis de él un buen cristiano. La ciencia y la virtud harán de él un buen ciudadano. No tengáis consideración con

él, os lo ruego. Si merece castigo no miréis en él al hijo del Presidente de la República sino a un estudiante a quien es

preciso enderezar”. Con tales alardes y exhibicionismo García Moreno le cohibía delante de quienes iban a ser sus

compañeritos.

Poco después el tirano fue asesinado en la Plaza Central de Quito, su hijo quedó de cinco años y siete meses aún no

cumplidos y en manos de una madre y unas tías solteronas, desvalidas y aterradas por los espeluznantes detalles del

crimen cometido a machetazos, sin que nadie hubiera osado ayudar a la víctima, tal la soledad en que vivía García Moreno

y el terror que inspiraba su sola presencia en una República como adormecida por la abyección y el fanatismo.

Por entonces la familia de García Moreno habitaba en la recién construida casa de dos pisos de la esquina de la plaza de Santo Domingo donde luego sería el Ministerio de Educación. El niño dejó de salir por mucho tiempo a causa de los

numerosos enemigos dejados por su padre. Jamás le permitían estar solo y hasta llegaron a vestirlo con faldas de mujer

dizque para confundir a sus posibles raptores. En fin, toda precaución llegó a considerarse poca cosa para preservar su

integridad física. A consecuencia de ello empezó a sufrir de inseguridad y timidez, desquiciamientos de orden psíquico que

con el paso de los años le volvieron neurótico, depresivo, misógino y huraño amaba a su madre y le obedecía en todo pero

por su natural desconfianza sentía dificultadque tenían haciendas en el norte. Otras se encerraron en sus casas en espera

de lo peor, que sin embargo, no sucedió; pero fueron semanas de grave nerviosismo y atroz preocupación y cuando el

gobierno liberal se asentó, comenzó la oposición a hacerse sentir y un clima de general agitación se volcó sobre la

República. Entonces las nuevas autoridades empezaron a tomar medidas y numerosos destierros fueron ordenados.

En Junio de 1896 se insurreccionaron Antonio Vega Muñoz en el Azuay y Cañar y Pacífico Chiriboga y Melchor Costales en el

Chimborazo. Ambas fuerzas se unieron en Tixán y el día 16 ocurrió un grave enfrentamiento contra el gobierno en Pangor.

Manuel Folleco, que venía de Baños, llegó a tiempo y decidió la lucha a favor de los revolucionarios conservadores. Ese

mismo día algunos jóvenes habían emboscado a los gobiernistas en Chancahuán y los hicieron huir. El 17 avanzaron los

revoltosos a Cicalpa. El 18 enfrentaron a los liberales de Gabriel Ullauri en Columbe y al día siguiente volvieron a triunfar

en Tanquis, pero Vega y los Azuayos cometieron el error de marchar hacia Cuenca dividiéndose el ejército conservador que

perdió fuerza. Los que fueron hacia Cuenca tomaron dicha ciudad el día 5 de Julio, mientras sus compañeros, sin el apoyo

de éstos, fueron derrotados en Quimiag el día anterior.

Decidida la suerte del levantamiento armado, sus principales cabecillas del Chimborazo corrieron a esconderse. Víctor

León Vivar fue descubierto en Quito y asesinado en el cementerio de San Diego el 6 de Agosto. La revolución se había

perdido pero algunos rebeldes decidieron proclamar la jefatura del joven Gabriel García del Alcázar, quien se armó con la

gente de su hacienda, ubicada en el camino hacia el oriente, en la zona de Patate, mientras los últimos focos de

resistencia se extendían por San Miguel y Guaranda.

El 11 de Julio se produjo su ataque a Latacunga, que fue tomada con arrojo y pericia, como lo reconoció Melchor Costales.

En dicha acción García del Alcázar lució una extraordinaria puntería.

Mientras tanto el liberal Leonidas Plaza había salido de Riobamba para contenerlos. El 19 de Julio ocurrió el

enfrentamiento con Costales y García del Alcázar, que favoreció a los liberales, quedando la provincia del Tungurahua libre

del peligro de los guerrilleros azules. El día 18 elliberal Pedro Concha Torres había vencido a otro grupo en Daldal. Así

terminó la llamada campaña del Centro de la República. García del Alcázar debió permanecer escondido en su hacienda

Cumbíjín de Salcedo, a pocos kilómetros de Latacunga, por espacio de casi tres años, hasta que en 1901 se acogió a la

Amnistía General decretada por el nuevo Presidente Leonidas Plaza. Mientras eso sucedía, tuvo que entregar la

administración de su hacienda Changala en Cayambe, a su amigo Ricardo Ruíz Moreno.

Entre Patate y Salcedo llevó una vida casi ascética de trabajos, oraciones y poco trato con sus trabajadores. En materia de

castidad nunca se le conocieron aventuras galantes porque hasta era rigorista con su cuerpo, por eso sus empleados

empezaron a motejarle de “Patrón virgencito santo”. Los domingos bajaba con ellos a la misa parroquial de Salcedo que

invariablemente escuchaba con unción delante del pulpito. Después entraba a la casa parroquial a departir con el Cura

Nicolás Granja y finalmente se iba a almorzar a donde Gustavo Iturralde Parreño pues no se le conocían otros amigos y así

por espacio de más de treinta años.

Como era rico y limosnero embaldosó íntegramente el templo de Salcedo, hizo venir del extranjero las lujosas estaciones

del Vía Crucis así como un Sagrario muy seguro de bronce, también doró el altar mayor para que quedara lindo a la vista.

Igualmente entregó la estatua de la Virgen llamada de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que había recibido en 1892 de

manos de los Misioneros de Issoudum.

Para mejorar su hacienda construyó quince kilómetros de carretera al oriente entre Salcedo y Cumbijín y cuando el Dr.

Ricardo Paredes y numerosos indígenas trató de invadírsela en 1927, obtuvo protección policial del Dictador Isidro Ayora y

terminó transando en veinte mil sucres, que donó para la construcción de la escuelita de Cumbíjín.

En 1925 había dado mil sucres para la publicación en Quito de un periodiquito llamado “La Cruz” de marcado tinte

conservador. El 26 entregó en subsidio cuatro mil para “La defensa”. Por cuidar el cadáver de su padre que tenían

escondido en el interior del convento, acostumbraba enviar a las monjas Catalinas numerosos presentes. A su mayordomo

José Lazcano le donó reliquias y objetos de familia, entre ellas una muy curiosa traída de Roma por no sé que comunidad, rotulada como “huesos de los santos niños inocentes”.

Poseía un automóvil Ford modelo T color negro, con el cual recorría a gran velocidad los desiertos y polvorosos caminos de

Cumbijín, pero siempre lo hacía sólo. Al final se dio a visitar con mucha frecuencia en Quito, al padre Manuel Gárate, S, J,

de nacionalidad española, quien le dirigía espiritualmente,

Siempre en estado de alerta y ocultándose contra inexistentes peligros y enemigos, cuando vivía en Quito acostumbraba

concurrir al vecino templo de Santo Domingo a eso de las cuatro de la mañana para escuchar la primera misa casi en

tinieblas, regresaba apresuradamente a su casa y se encerraba el resto del día sin recibir a nadie, Nunca quiso tener

teléfono aunque ya eran usuales en algunos domicilios, Hasta sus últimos días conservó ciertas rarezas propias de su difícil

carácter, En una ocasión apresó a un ladrón en su hacienda y como castigo lo obligó a permanecer largo tiempo en un

estanque de agua a consecuencia de lo cual pescó el caco una pulmonía y falleció, Entonces tuvo que gastar en un

abogado para que le libre del correspondiente juicio y pena, En otra le dio por torear a caballo y luego a pie y como

llegara el momento de matar a la bestia, cosa que no sabía hacer porque nunca la había aprendido, para no quedar mal

dejante de sus empleados sacó el revólver que siempre portaba al cinto y le disparó un solo tiro en la testa, acabando así

con tan absurda como ridícula función taurina,

Cuando vivía en Quito ocupaba la casa familiar de la plaza de Santo Domingo, donde encontró súbita muerte el 22 de

Agosto de 1931 a los sesenta y un años de edad; pues, a consecuencia de su alta presión arterial le sobrevino un masivo

derrame cerebral, Fue absuelto en sus últimos instantes por los jesuítas Jorge Messías y Prudencio de Clypelier que fueron

llamados al apuro y su sirviente Marcial Arias le enjugó el rostro bañado en sangre,

Había vivido una vida de absurda, temiendo permanentemente por su seguridad, Fue heredado por sus primas hermanas

las señoritas del Alcázar Escobar y el estado se quedó con su casa de la plaza de Santo Domingo en calidad de impuesto a

la sucesión,

Fue una pena que jamás lo hubieranenviado a estudiar al extranjero, porque allí se habría librado de sus profundos

traumas; por lo menos, de sus delirios persecutorios,

Se le conoció un gran amor, María Ercilia Jaramillo, campesina blanca, muy hermosa, nativa de Perucho, con quien no se

unió ni casó, pero guardó en el recuerdo, Ella, cansada de esperar, de más de treinta años contrajo matrimonio con el Dr,

de la Torre, conocido medico de Quito, con sucesión,

Finalmente cabe anotar que ni en su casa de Quito ni en la de su hacienda tenía fotografías o retratos de su padre, cuya

memoria supo guardar con temor pero sin pizca de afecto, dada la forma con que lo crio.