En un mágico atardecer de esa ciudad costera norteamericana, con la mirada perdida en el horizonte, Alejandro Ferrín rememora los días lejanos de su adolescencia, que quedaron atrapados en su querido Ecuador , cuando entusiasta realizaba los primeros pasos para ingresar al mundo de las letras, siendo estudiante en Manabí, su provincia natal.
Así encontramos al “Trovador” ese es su seudónimo, luego de una agotadora jornada de trabajo y camino a su hogar, a donde nos permitió acompañarlo mientras Charlábamos, mientras le preguntábamos sobre su vida y su quehacer literario en el maremágnum de la agitada actividad de Miami. Ya en casa, Alejandro se sumió en los recuerdos y conversó con nostalgia sobre sus inicios, cuando una reseña histórica del 9 de octubre de 1820, hecha para su colegio, le abriría las puertas al mundo de las letras, luego vendrían los cuentos y más que nada, los relatos, llenos de vivencias, de imaginación y fantasías.
“Escribió hace mas de 10 años indica, no puedo decir que cuentos, más bien relatos, porque no terminan como los cuentos comunes, los relatos me apegan a la realidad siendo irrealista, además, siempre llevan un mensaje consigo, que es lo importante”.
Ferrín es Ingeniero Comercial graduado en la Universidad Estatal de Guayaquil y hace más de tres años que reside en Miami, Florida, “donde a pesar de la vida rápida y activa que se lleva aquí, puedo seguir escribiendo, porque la fuente de inspiración en este sitio es muy grande”, explica.
De revistas y concursos
El ingreso serio de Alejandro al mundo cultural y literario se dio mientras era alumno de la Facultad de Ciencias Administrativas, a la par que laboraba en el Banco Continental, en cuya revista colaboró siempre, con el beneplácito de los directivos y del público lector.
En 1986, decidió participar con el relato “Semillas”, en el concurso “José de la Cuadra”, de la M.I. Municipalidad de Guayaquil, en el que ocupó el primer lugar junto a dos escritores y cuyo premio, que con llevaba una cantidad en metálico, el “Trovador” con mucha generosidad donó a la gente desposeída.
Posteriormente y luego de aparecer publicado el 13 de diciembre de 1987, el hermoso cuento de su autoría “Milagro de noche buena”, en el suplemento cultural de un diario guayaquileño, se decidió a participar en el concurso literario internacional “Odón Betanzio Palacios”, organizado por las Naciones Unidas en Nueva York, donde entre cientos de participantes le fue otorgado un reconocimiento. Por otro lado, también tomó parte de muchos concursos nacionales, tales como el de las Fuerzas Armadas en 1988.
“En aquellos años, había verdaderos valores literarios en Guayaquil, además, entre los escritores noveles se notaba un empuje y lucha por mejorar en la calidad de las obras literarias, por otra parte, había incentivos que obligan a superarse, tanto de instituciones públicas como privadas, a través de publicaciones o de las revistas de los bancos por ejemplo, o de otras instituciones”, anota.
Su ausencia y sus relatos.
Puntualiza, además, que años más tarde pocos o nadie incentivaba la cultura a nivel nacional, “no había apoyo para los escritores”, dice, fue entonces que decidió partir a Costa Rica, donde puso a un lado su sueño de poeta y realizó un masterado en Banca y Finanzas, acorde a su profesión. Sin embargo, en dicha ciudad, pudo participar de un Encuentro Panamericano de Escritores, realizado por gestiones del ex-presidente de ese país centroamericano, Oscar Arias, Premio Nobel de la Paz.
Así Ferrín, realizado en su carrera, retornó a las letras y se dedicó a recorrer los intricados caminos de la imaginación con sus relatos, cuyos temas, diferentes todos, tienen un fondo común: un mensaje de reflexión, “porque, a diferencia de los cuentos que terminan en una ilusión afirma, estos acaban en n mensaje de reflexión para quien sufre, para quien desea algo inalcanzable, para quien cree y no sabe como reivindicarse”.
Y de su fuente de inspiración, el escritor, que es un seguidor de la línea literaria de García Márquez, indica que su vida se desenvuelve como la de todo el mundo y que en su tiempo libre, sentado frente al mar, se dedica a escribir, así está terminando un libro de nuevos relatos, “aunque me inspira todo, un niño, un padre con sus hijos, la vida misma”, expresa. Cabe indicar que esta nueva producción (entre la que se encuentra “Mayday”, un hermoso relato de ciencia ficción), será promovida a través del Miami Herald, uno de los más importante diarios de Miami.
La charla sigue pero el tiempo apremia y queremos despedirnos, sin embargo, suelta la madeja de los recuerdos, Fermín es imparable, entonces nos invita a un café en un hermoso lugarcito, sitio de reunión de intelectuales de todas las razas y banderas en el corazón de Coconout Grove, el barrio donde vive, de la gente linda, de los ricos, de los actores, de los poderosos. Y ahí, entre el humo de cigarrillos que consume aprisa, entre el penetrante y delicioso olor de un cappuccino y el vaho caliente de estas calles miamenses, nos decimos adiós mientras afirma, “las despedidas solo sirven para prepararnos para el reencuentro y nos reencontraremos después de toda una vida, después de un ciclo vital”.