En 1606 hizo constar su firma en el contrato de terminación de la fábrica del templo de San Agustín, de Quito. Desempeño el cargo de Provincial por varios años y en 1632 recibió en la provincia al Padre Fernando Rivera. Tuvo la satisfacción de asistir y propiciar la formación y pleno desarrollo de la personalidad artística del Padre Rivera. En 1637 suscribió la convocatoria al capítulo Provincial que debía tenerse en Riobamba. Desde una ordenación sacerdotal desempeño el profesorado de Filosofía y Teología. En 1642 fue nombrado Visitador de las Doctrinas establecidas en la Provincia de Quito cargo que le facilito el conocimiento y trato con todo el personal agustiniano. En su carrera ininterrumpida de Catedrático fue adquiriendo los grados de Bachiller, Maestro de artes y Doctor en Teología. Cuando recibió el título de Maestro en teología su amigo en Maestro Antonio Bastidas, Jesuita, le compuso una oda celebrando sus meritos y los de su otro amigo el Padre Rivera.
De la Fuente y Chávez Francisco
Era natural de Quito e hijo legitimo del capitán Juan Rodríguez de la Fuente y de doña Francisca de Chávez, personas distinguidas y de las más nobles de la ciudad, como descendientes de los primeros conquistadores de Quito y de Popayán: profeso muy joven en la orden de San Agustín “pero la nobleza de su familia no le sirvió para dar realce a su humildad sino audacia a su desapoderaba ambición, pues carecía de las virtudes propias de un religioso y no le faltaban los vicios que deshonran a los que viven enteramente olvidados de Dios “, dice González Suarez en el tomo IV de su Historia desde su destierro en Lima escribió al Visitador Mañozca una carta, no solo humilde sino abyecta y baja, en la que le daba satisfacción de todo lo pasado, le pedia perdón e imploraba clemencia, ofreciendo hacer cuanto se le exigiera en servicio del Visitador. El Padre la fuente fue llamado a Quito, dejado en completa libertad y restituido a su cargo de Provincial y tanto favor se le dieron señales que el fraile levanto muy alto su ambición, puso los ojos en la sagrada dignidad episcopal, recogió informes acerca de sus meritos, formo con ellos un expedientes y lo remitió al consejo de Indias, a fin de que ella lo tuvieran presente, cuando se tratara de la elección de Obispo.