Reanudemos el proverbial suceso, que en 1908 conmovía al terruño de la paz. Con morlaca, con la legendaria altivez, un sábado, al entreclaro de la tarde, repartía una hoja suelta, el intrépido Abrahán Vega. Mano en alto y hoja en ristre, penetro directamente a la vivienda de Juan José Dávila, desafiándole: “Baja a recibir esta replica contra tu Noticioso”…..”Sube, si eres hombre”… le respondió.
En dos trancazos, Vega pisaba el último escalón, cuando súbitamente rodaba el descanso de la grada, acribillado a tiros, que le descerrajara a boque jarro el director de “El Noticioso”, órgano de la causa de la causa.
A tal bulla, acudió la acción, capturando al agresor, que en volandas fue conducido a la policía, esa misma noche, saliendo en unas de su comisiones de servicio, como llamaban sus sabáticas argias, la boyante Jorga, con el jefe de zona, que era incluso coronel por obsequio político, acudió en altas horas a la policía, e informado de que el preso estaba en el cuartel en la tenebrosa medianoche provinciana, trémula del correo de brujas, un pistoletazo apago en trizas el farol de “La Prevención”…, macabras detonaciones en la plaza de Armas…., sombras y olvido, cual decir, el talmúdico “perdón y olvido”. Al día siguiente, dos misterios: muerto el oficial de Guardia, un Comandante Espinoza, y desaparecido no se supo por donde Juan J. Dávila.