El ecuatoriano fundado por el Sr. Dn. Ricardo Cornejo, cuyo primer número apareció el 4 de julio de 1903. Comenzó como semanario, de formato grande, de cuatro planas a cinco columnas y editado en la imprenta popular, Sucedió, pues que se concertaron algunas personas, entre ellas ciertos empleados públicos, y organizaron un ataque a determinadas imprentas; ataque realizado en la noche del 17 de septiembre de 1906, y que ofreció, como resultado, la destrucción de los talleres de la Nación, El ecuatoriano y algún otro. Procedimiento de violencia imperdonable y que mereció la protesta enérgica de la generalidad.
Destruidos así los talleres, El ecuatoriano reapareció el día 24, en pequeñísimo formato; y así, continúo hasta el número 715, del 15 de octubre del mismo año. Desde el día siguiente, volvió a su antiguo y acostumbrado formato, pero solo dando dos planas o sea una hoja, a cinco columnas; hasta que, desde el 3 de diciembre, volvió a su normalidad, teniendo ya sus talleres en buenas condiciones. El ecuatoriano se público hasta el numero 3.729, de 15 de octubre de 1917.
Este Coronel conservador de escuela “después de haber servido a la causa de sus convicciones con la pluma, con la espada y también en altos puestos oficiales, se dedico de lleno al periodismo en 1903, con la fundación el 4 de julio de ese año, de un semanario de nombre El Ecuatoriano” Notable fue la labor de Cornejo en su periódico tanto que hasta lo asaltaron en la noche del 17 de septiembre de 1906 allá en Guayaquil mas estos asaltos y la clausura impuesta no fueron estorbos a su decisión de continuar con Periodismo regenerante. Diverso formato, según las posibilidades, tenía El Ecuatoriano en el que colaboraban los dos Calles, Rafael A. Piedrahita, Vicente, entre otros.
Entre tanto la situación de los católicos de Manabí se tornaba desesperada, por el incremento de las montoneras alfaristas, la incomunicación prolongada con la Capital de la Republica, la escasez de parque y municiones de la Tropa, y en fin la falta de dinero para el rancho y sueldo de aquella. Después de mucho cavilar, uno de los altos jefes, Ricardo Cornejo, se acerco a Monseñor Achumacher, obispo de Portoviejo, y le dijo: El designio de los jefes militares era que Monseñor y todo el clero abandonase Manabí rumbo a Quito, a través de los bosques. La tropa marcharía con ellos y los custodiaría. El obispo y algunos sacerdotes, montados a caballo, abandonan Portoviejo en la mañana del 20 de junio los habitantes contemplan el éxodo con una indiferencia de verdad increíble, dado el enorme cumulo de beneficios que, durante diez años, ha hecho su Señoría en la inmensa diócesis.
Camilo Landin, que saco de las oficinas de “El ecuatoriano” a Manuel J. Calle para conducirlo a un calabozo, en Mayo de 1907, persiguió violentamente a Ezequiel calle obligo al mismo Sr. Cornejo a escaparse fatigosamente rompiendo rejas y precipitándose por casa ajena, y a mantenerse oculto por muchos meses.