Urbina preparó en el Perú una expedición, a bordo de la nave “Nueva Granada”, la que debió zarpar del Callao, con jefes ecuatorianos tropa compuesta de chilenos enganchados. Los jefes ecuatorianos eran los generales. Urbina, Robles y José Sánchez Rubio, los coroneles José María Cornejo, José Matías León, Pedro Jaramillo, Federico Rivera, Cornelio E. Vernaza, Francisco Gutiérrez y otros de menor graduación.
Casi toda la fuerza liberal, excepto algunas partidas que vagan por la actual Provincia del Oro. Se hallaba reunida a bordo de la flotilla fondeada en Jambeli Santa Rosa estaba guarnecida por tropas del gobierno, y mandaba por los Cnel. Celestino Lara y Pacífico Aguirre. Ignorando Urbina la llegada de García Moreno a Guayaquil, y deseoso de no dejar enemigo a retaguarda, se resolvió a dividir sus tropas, trasbordo parte de ellas al Washington, y partió en el a Zarumilla.
El Washington estaba mandado por el comandante Juan Heredia, y su segundo el comandante Francisco Modesto Game. El menor número de tropas fue dejado en los demás buquecitos. En Zarumilla saltó a la tierra, y siguió al Papayal, donde se encontró con el Cnel. María Irigoyen, quien, con 30 hombres, marchaba a incorporarse. En Gualtaco se agregaron los Patriotas Gaspar Alamiro Plaza, adolescente Julián Indaburu Bodero, Juan Francisco Mariscal y Enrique Larroque. Horas después se incorporaron el Cnel. José María Cornejo, los tenientes coroneles Ramón Cornejo, Pedro Jaramillo, Lautaro Lamota, Julio Lavayen y N. Saona, los sargentos mayores N. Sánchez, N. Aguilar y cosa de 90, entre jefes, oficiales y soldados venidos de Tumbez. Allí dividió sus tropas en cuatro columnas: una dirigida por el Cnel. José María Cornejo, el Cnel. José Sotomayor y Nadal y el comandante Antonio Suarez; otra, por el Cnel. Pedro Jaramillo, y el teniente Coronel N. Sánchez y el capitán G. Alamiro Plaza; otra, por el comandante Lautaro Lamota y el comandante Luis Medina; y otra, por el Cnel. Saona y el sargento mayor N. Aguilar, muchos jefes y oficiales, como los Coroneles Juan Antonio Robinsón, Pedro Campuzano, Ramón Cornejo, los comandantes Gregorio Rodríguez, Rafael, Pedro Chica Cortázar y varios capitanes, tenientes y subtenientes, quedaron sin colocación por escasez de tropa, y marcharon armados de fusiles. También se organizo un piquete de caballería, a órdenes directas del Gral. Guillermo Franco, Jefes subalternos de esta, fueron los afanados por su valor, comandante Juan Manuel Campuzano y Cap. José Zúñiga. El 24 de junio llegaron a las afueras de Santa Rosa. El Gral. Urbina mando de parlamentario al teniente coronel Julio Lavayen, quien fue recibido a balazos. Entonces Urbina dispuso el ataque. Las tropas Conservadoras constaban de 300 soldados; las liberales no llegaban a 200. Antes de alistarse las dos tropas, pues entre ellas había una colina, dispararon casualmente un tiro, que mato al joven cap. Vicente Franco, Edecán del Gral. Urbina. La tropa liberal embistió entonces furiosa, por dos sitios. Duro el combate una hora, y la victoria vino a lisonjear a los liberales. Se distinguieron entre ellos los jefes Lomota, Cortés, Cornejo y Jaramillo, y los tres últimos salieron heridos. Cirujano de los liberales era el benemérito Dr. Carlos Auz, quien ya muchas persecuciones del tirano no había soportado en su Patria, a pesar de sus relevantes condiciones como médico, y de su corazón generoso y compasivo. No seguro de que los derrotados hubieran pasado el Perú, se embarco otra vez, se dirigió al teatro del drama y llego a la población de Santa Rosa. Hasta los heridos huían a la aproximación de tal hombre. Los coroneles Cortes, Cornejo, Jaramillo, pudieron huir del hospital y llegar a Zaramilla. Un joven quiteño, llamado Juan Chiriboga con ambas piernas despedazadas, no pudo escapar del hospital: encontró García Moreno y ordeno fuera fusilado en media plaza. El Dr. José Illescas, médico del tirano, le observo que era inútil la sentencia, porque el joven moriría muy en breve. Murió, en efecto, al día siguiente.
José María Cornejo estuvo entre estos valientes, en la defensa del Perú, atacado por España. El 2 de mayo de 1866 en el Callao.