Cordero Palacios Octavio

En su esplendido discurso como mantenedor de la fiesta de la Lira, en el año 1929, desarrollo el tema “la poesía de Ciencia”. Se formo en la perenne escuela de los clásicos. Sus trabajos literarios abundan con las citas de autores griegos y latinos y el constante recuerdo de los ejemplos inmortales de la Helade y de Roma. Era un Devoto de la antigüedad clásica y se había familiarizado con los grandes clásicos Castellanos, y no obstante, el castellano suyo nada tiene de arcaizante ni afectado; es suelto y fácil, espontaneo y abundante. Sus traducciones de los clásicos, que las publico con el con el nombre de “Rapsodias Clásicas”, son otra prueba de ello. Las dos principales fuentes de la cultura de Cordero Palacios, aparte de la antigüedad greco-latina, son España y Francia. “En su primera juventud dice en sus apuntes autobiográficos fueron las letras sus estudios preferidos, especialmente las letras clásicas, para las cuales guarda afición hasta el presente. Lee los idiomas latinos, Francés e Ingles, entendiéndolos casi como el castellano, aunque no los habla por no haber tenido oportunidad de versarse en ellos”. En su cuarto de trabajo, en la profusión desordenada de libros, revista, papeles, mapamundis, tablas logarítmicas, etc., tenía su vasta biblioteca. Allí estaba en su mundo; entre aquellas cuatro paredes de empobrecido. Lee los idiomas latinos, Francés e Ingles, entendiéndolos casi como el castellano, aunque no los habla por no haber tenido oportunidad de versarse en ellos”. En su cuarto de trabajo, en la profusión desordenada de libros, revistas, papeles, mapamundis, tablas logarítmicas, etc., tenía su vasta biblioteca. Allí estaba en su mundo; entre aquellas cuatro paredes de empobrecido lucimiento fueron floreciendo sus admirables paginas impregnados de emotivo y placido lirismo, de rica y documentada historia, de fervorosa dación de ciencia. Su vocación fue la enseñanza y fue maestro en toda la grandiosidad del sentido del vocablo. Fue ejemplo luminoso de método didáctico, de lógica rigurosa y de especulación cerebral poliédrica. Profesor de las cátedras de Filosofía, de Literatura, de Griego, de sus poesías originales, se ha escogido en varias ocasiones, para incluirla en florilegios o antologías, la que lleva por título “El sueño”, la cual, en razón de su brevedad. Pero no solo en las composiciones del propio numen, también en las ajenas, cuando las traduce de idiomas extraños. Mas, mucho más valen sus traducciones de lenguas antiguas, lo cual se explica por sí mismo ya que Cordero Palacios, docto humanista, está perfectamente capacitado para ello por la hondura y asiduidad de sus estudios en el griego y el latín. Arte poética de Horacio en la esplendida versión de Cordero Palacios sus Rapsodias clásicas, de Homero, de Juvenal, de Ovidio, muéstrense como fruto opimo de anchurosa ilustración. En el concurso promovido en 1923 por la Municipalidad de Cuenca, obtiene primer lugar, haciéndose acreedor a la Palma de Oro, el trabajo que con el título de “El Quechua y el Cañarí” presenta Cordero Palacios. En el primero, intitulado “El Azuay histórico” investiga los que él llama “tiempos pre cuencanos”, que según la tesis planteada, son estos: I los Cañarís. II. Los Inca Cañarís. III. Los de la Alianza Cañarí-Española. En la segunda sección diserta sobre el Tahuantinsuyo y la conquista incasic, pero estando acaso en lo más interesante de su discurrir, bruscamente lo interrumpe. El otro trabajo es “Pro-Tomebamba” equivocada refutación a los que, con empecinamiento, sostenían hace más de un tercio de centuria la aventura opinión de que la gran ciudad en que naciera HuaynaCapac estuvo situada en la escabrosa, malsana y ardiente zona de Yunguilla. En 1924 publica Cordero Palacios su trabajo “La muerte de don Juan Seniergues”. “Don José Antonio Vallejo. su primera gobernación, entre 1777 y 1784” Cordero Palacios no logra publicar sino el primer tomo de “Crónicas documentadas para la Historia de Cuenca”, Volumen de cuatrocientas paginas, dividido en cinco grandes capítulos, correspondiendo cada uno de ellos a los siguientes motivos. Cuenca en 1820. El movimiento emancipador.
La Constituyente Verdeloma Nuestros próceres.

La “Vida de Abdón Calderón” que, dividida en veinte bien compendios capítulos Cordero Palacios escribe siguiendo al héroe. En 1922, Cordero Palacios publica el ensayo rotulado así: “De potencia. Capítulo de historia ene l cual se ve como el señor doctor don Manuel Vega devolvió la Gobernación del Azuay al Presidente de la Republica, don Gabriel García Moreno, el año de 1864. “Miscelánea Histórica del Azuay” notable publicación de carácter periódico que da a luz en 1915 a manera de divulgación del pasado de la comarca. Su Labor histórica es más de erudito que de filósofo y sociólogo. Tradicionista el corazón en total adherencia a la tierra azuaya, Cordero Palacios recoge numerosas relaciones oídas en las veladas familiares Reunidos todos estos relatos formaran un volumen de lectura atrayente.

1902 “Invento Interesante- de tal puede calificarse el que acaba de hacer el distinguido literato Señor Don Octavio Cordero palacios, quien, mediante la clave Poligráfica. Solo después de los días de Octavio Cordero Palacios se hace una exhibición semi pública del metaglota. Es en Quito, el viernes 10 de Enero de 1936, en el Gabinete Presidencial y en presencia del jefe Supremo de la Nación ingeniero don Federico Páez. La Presidencia del Ayuntamiento Cuencano. Acepta filosóficamente la pobreza en premio de sus virtudes sociales brindándole en la Universidad de cátedra de ciencia constitucional. En 1910 el gobierno lo incorpora a la plana mayor del ejército con el grado de Sargento Mayor, lo nombra Jefe de Ingenieros de reserva de la Primera división del sur y le encomienda delicada honrosísima misión la de levantar la carta topográfico militar de la frontera austral del país.

En 1900 para profesor de Literatura, luego de Filosofía y más tarde de Planimetría, Altimetría, Trazado de vías de comunicación y construcción de puentes y calzadas. Las ultimas materias las dicta con lucidez, sin ser técnico en ellas en forma ciertamente excepcional, pues terminados los cursos obtienen graduación como Ingenieros o topógrafos de los que entonces hay muy pocos profesionales en el Ecuador (1916) autorización del consejo Superior de Instrucción Publica Forman un Tribunal que, a su vez, otorga a Cordero Palacios el título de ingeniero, caso que seguramente no se ha dado otro en la Republica. El congreso Nacional de 1918 lo designa Ministro juez de la corte Superior de Azuay, cargo en el que permanece durante diez años hasta que, accediendo a petición unánime del pueblo cuencano, el poder Ejecutivo decreta de jubilación extraordinaria de Cordero Palacios Designado Inspector del ferrocarril Sibambe-Cuenca. El voto popular lo proclama representante del Azuay, en calidad de Senador, ante las Cámaras Legislativas en los años de 1916 a 1918. En 1886, adolescente aun, Inicia en el “Ateneo de San Luis”. En 1892, conocidos y reconocidos ya sus meritos, cuando tiene veintidós años de edad, ocupa la Presidencia de la “Academia Jurídico-Literaria”. y en 1895 la del “Circulo Juventud Católico”. Como poeta Obtiene consagración al escogérsele en 1925 como Mantenedor de la fiesta de la lira especie de juegos Florales de la región, realizados en cuenca. Creen todos que su última hora esta inmediata. Acaso algún visitante imprudente dice algo al respecto, creyendo que no le va escuchar el enfermo, pero este con el oído sutil de los que se van, oye el importuno comentario y con voz sin titubeos afirma “No, yo moriré el 17 de diciembre, moriré a los cien años de la muerte del Libertador”.

Y a la frase del gran bolivariano se cumple estrictamente, pues su fallecimiento ocurre el 17 de diciembre de 1930, a la seis y media de la tarde, de Cirrosis. Enternecedoramente, se despide de los suyos, con la tristeza del viajero que se apresta a la partida. Después, de sus labios exangües y resecos brotan las otras de una canción, de una canción entonada desde pequeño y que la trae ahora, con la misma emoción de antaño, a su lecho de moribundo. Y las notas del himno nacional ecuatoriano se difunden por la alcoba dejando un eco de sublimidad.