Nacido en Ibarra, Doctor en Ambos Derechos, había honrado a la abogacía en varios cargos, donde acredito probidad, celo por la Iglesia y competencia. Pero desde su juventud se inclino al servicio de la iglesia, ora en la Sindicatura de la parroquia matriz de su ciudad natal, ora en la dirección del Beaterio, fundado por el señor Miguel Oviedo, a quien sucedió en dicho oficio. Cuando se controvertía si Ibarra podría proporcionar lo fondos que necesitaba el obispado y sus obras anexas, se traslado a Quito y demostró a la delegación Apostólica que no faltarían recursos para establecer el Seminario. Por todo esto, Cevallos vino a ser derecho del prelado, realzando este arduo papel con singular modestia y recato. Como corona de su limpia vida, consagrada al obsequio exclusivo de la Iglesia y de su provincia nativa, entro al sacerdocio en 1872, después de haber cooperado con motivo del terrible terremoto que a solo a Imbabura. El jefe Civil y Militar encomio sus servicios en nota de 5 de septiembre de 1868. Cevallos fue, pues un corazón fraterno.