Castells Jaime

Guayaquil le pareció a Jaime Castellá el puerto ideal para trabajar, vislumbrar y soñar con los bellos atardeceres tropicales. Amigos españoles que se habían anticipado a su viaje y que residían en Quito, le habían contado que Ecuador era el país para trabajar y alcanzara solida fortuna. Viajo a Quito y tomo contacto con ellos y decidió finalmente que Guayaquil era donde debía asentarse. Quito era una ciudad bonita, pero excesivamente burocrática, donde las iniciativas de trabajo eran escasas porque la gente no tenia prisa. Se comenzaba a trabajar después de las 10 de la mañana. El quería trabajar mucho y ahorrar para consolidarse como hombre de empresa. Aquí se desenvolvió con el apoyo de paisanos españoles y participio en actividades haciendo ahorros y aprendiendo a conocer a los vecinos de Guayaquil, de los cuales estaba favorablemente impresionado.

En la tercera década había acumulado recursos para entrar en empresas mayores. Se le ocurrió instalar una fábrica de calzado que Guayaquil necesitaba porque este se importaba. Se puso a la cabeza como promotor y reunió capitales con empresarios españoles y la ayuda del Banco del Ecuador, gracias a cuya intervención logro contactos con fabricantes alemanes y maquinarias para confeccionar calzado. Obtuvo un crédito a largo plazo para el envió de las maquinas y un ingeniero alemán para instalarlas y mantenerlas por un tiempo, hasta preparar a técnicos ecuatorianos. Adquirió 2 manzanas de terreno en la Av. de la Industria, al sur. Compacto el piso, llevo e instalo la maquinaria. Don Jaime se convirtió en el gerente promotor al frente de la flamante industria. La Cía., se denomino Fabrica Nacional del Calzado. El fondo de la Manzana elegida lindaba con el playón del rio Guayas. Funcionaba frente a las instalaciones eléctricas que liberaron a Guayaquil del alumbrado de gas a partir de 1925. En mayo de ese año firmo el contrato el representante de la Empresa Eléctrica del Ecuador, Inc., por 50 años. Presidia entonces la corporación Municipal de Guayaquil, el periodista liberal Eleodoro Avilés Minuche, director gerente del matutino el Guante, de grata recordación.

En 1924 se inicio la fabricación de calzado con la marca Nacional y tuvo una acogida general sus diversos modelos para niños, señoras y caballeros, con materiales importados. Como subgerentes actuaba el ciudadano español Juan Marcet y el Departamento de Contabilidad y costos de contador profesional Jorge paladines Balarezo y Ernesto Paladines Balarezo, agente viajero. La fabrica trabaja horas extras para llenar la demanda que recibía de todo el país Simultáneamente se preparo una campaña de publicidad a cargo del publicitario Manuel Orellana Ramos, del departamento de Publicidad de El Guante, cuyo gerente era Ernesto Espinoza del campo. Las ventas se incrementaron exitosamente. Fue un golpe mortal para la importancia que disminuya apreciablemente.

Don Jaime puso también en marcha la instalación de una curtiembre de suelas y pieles de borregos y chivos, bajo la dirección de un técnico español. La fabrica ocupaba una manzana al sur de la propia Av. Eloy Alfaro, se denominaba La Iberia y a continuación instalo una moderna planta desmotadora de algodón que igualmente integraba el grupo económico La Iberia y a continuación instalo una moderna planta desmotadora de algodón que igualmente integraba el grupo económico La Iberia, para atender con la fibra de la industria textil de la Sierra. Simultáneamente incorporo un proceso de extracción de aceite de semillas de algodón montando las maquinarias apropiadas importadas. La pasta de las semillas las negociaba con ganaderos que la mezclaban con banano verde y tamo de arroz para el engorde adición la del ganado. La iberia era un grupo industrial respetable que daba trabajo a mas de 300 personas en esa época.

Con la curtiembre la fábrica de calzado obtenía materias primas para producir calzado mas económico para las economías medias Continuaba fabricando calzado a base de pieles y suelas importadas, que rivalizaba con los modelos importados. La publicidad seguía a gran ritmo en los diarios de la época: El Telégrafo y El Guante. El Oro y renuncio a sus actividades quedando encargado David huerta del manejo de la iniciada propaganda del calzado nacional. “Fue un reto que acepte, naturalmente, porque continuaba en la oficina de anuncio de El Guante, donde había hecho mis primeras experiencias, corriendo con las pruebas de aquí para el extremo sur de la ciudad, donde funcionaba la industria.

Renuncia el gerente Marcet

Había venido desempeñándose como gerente general de la fábrica de calzado el subgerente general do Juan Marcet, por ausencia del país de don Jaime y luego continuo en las funciones por largo periodo, porque don Jaime creo otras empresas.

Finalmente, Marcet renuncio para trabajar por su cuenta, con un almacén que instalo en 10 de agosto y Chile, de venta de pieles y materiales para confesionar calzado.

Al desarrollarse sus actividades, se cambio a Pedro Carbo, entre Sucre y Colon. Luego puso el negocio ya organizado y ampliado en manos de su hijo mayor y se retiro. Marcet contribuyo al desarrollo urbanístico de Guayaquil construyendo un bonito palacete español en Boyacá y Junín, donde estuvo de vacaciones en sus últimos años.

Asume la gerencia Onofre Castellá

Tan pronto llego de EE.UU., donde había estudiado administración de negocios, fue designado gerente general de la fabrica. Le dio un giro de 180 grados y entro en una gran ofensiva, con nuevos modelos de calzado para niños, hombres y mujeres, con pieles importadas, incremento los puestos de venta en la ciudad y provincias y el de sus agentes viajeros.

Reaccionaron sus ventas y la fabrica trabajo a mayor capacidad para llenar pedidos que recibía. La reacción se había operado, pese a la crisis de orden político económico que vivía el país. Onofre Castellá creía que había consolidado el movimiento de la fabrica.

Mantenía una activa propaganda. No obstante, las expectativas no eran favorables, porque se había incrementado los tributos fiscales.

Las Crisis de la Libre Contratación

En 1950 hizo crisis el fenómeno de la libre contratación de trabajadores zapateros. Maestros envejecidos en la actividad constituyeron grupos de zapateros de 10 a 12 personas. Les anticipaban materiales, cortes, hormas, hilos, estaquillas, suelas a cada uno, para la entrega por semana de 2 o 3 pares de calzado. Ganaban por obra y trabajaban libres en su casa sin control de nadie. No estaban afiliados al Seguro y como artesanos no tributaban al Fisco. Pronto se multiplicaron estos grupos que obtenían costos más bajos que los de la fabrica con la cual competían con éxito, porque registraban gran demanda de los almacenes de miembros de la Colonia China especializados en venta barata de zapatos para hombres y mujeres. Los almacenes en el área comercial estaban colmados de este tipo de calzado hecho a mano y la ofensiva fue a fondo.

La fabrica tributaba al Fisco todos los impuestos habidos y por haber, además, las obligaciones sociales con sus trabajadores. No podría competir, simplemente y luego en retirada, pero sin perspectivas de cambio, porque la diferencia de costos era muy grande.

Había que importar maquinarias más modernas para multiplicar la producción y bajar el costo, pero los accionistas no querían hacer mayores inversiones y la industria cerro voluntariamente liquidando a sus trabajadores. Fue un caso único, pero ocurrió: la mano de obra libre del artesano no se impuso, porque esta liberada de impuestos fiscales y es su voluntad afiliarse o no al seguro Social. Onofre Castellá, lucho de rodadamente hasta que no pudo mas acumular pérdidas. 

Fundó un banco privado que prosperaba, con un socio igualmente muy dinámico y progresista que murió trágicamente en un accidente de aviación. Posteriormente el banco entro en un proceso de liquidación, por la actitud de un grupo opositor de accionista, que se amilano ante la ofensiva de un banco que se abría paso a codazos. Lo demás es historia.