Casanova vino del Perú en donde las logias masónicas acordaron eliminar el gran defensor de las ideas católicas del Ecuador.
Casanova comprometió en Quito a José Vicente Solís, admirador de la masonería, si es que no estaba afiliado a ella, quien proporciono la estricnina; pero no tuvo valor para ponerla personalmente en la vinajera.
A principios del año de 1884, entraba en suntuoso Hospital Central de Panamá, calidad de enfermo un individuo de nacionalidad española, alto, seco, de cincuenta años de edad, tenía un aspecto fisonómico muy desfavorable, hasta el punto de que la hermana de la caridad, encargada de la Sala N°. 11 a que se le destinara, sentía no obstante la abnegación propia de su estado, profunda a instintiva repugnancia de servirle y tratarle. Y tanta fue esta que hubo de pedir a la superiora que designara otra hermana para el servicio del enfermo; mas esta amonestándole por su falta de valor, le obligo a que le atendiese”.
El enfermo que iba consumiéndose de tesis o consunción, se quejaba mucho de sus sufrimientos y se lamentaba de que había sido muy criminal. Entrando ya en confianza con la hermana que le asistía, y en fuerza de esa necesidad de expansión y desahogo que tiene todo reo de un gran delito, aviso tanto a dicha hermana como la otra que le ayudaba en la misma sala, que el se sentía morir cada oprimido por el remordimiento, pues había sido el ejecutor del envenenamiento del Arzobispo de Quito.
Y refería el hombre como se había visto obligado a emprender viaje desde la Republica en que vivía, hasta Quito, el año 1877 y como habiendo conocido a la victima sintió profunda repugnancia de cometer el atentado, principalmente porque el Arzobispo aun en su exterior manifestaba se hombre bueno y lleno de mansedumbre. Con todo, por el horrendo compromiso que tenia, se valió de otra persona, a quien pago, para el acto material de poner la estricnina en la vinajera de la credencial, aprovechando el túmulo de gente que se agolpaba en el altar matar en el día Viernes Santo……El Desventurado, anduvo después errante por varias partes; hasta que fue a dar a Panamá, donde hallo trabajo en el Canal; el que no le duro sino pocas semanas por su dolencia.
La hermana francesa de nacionalidad, y que no tenia noción clara de los asuntos del Ecuador, ni se imagino que jamás podría venir a él; acostumbrada, por otra parte, a tratar a otros enfermos y moribundos descreídos, sectarios y muy responsables, no tuvo más empeño que el que se arrepintiera el enfermo, quien por su parte no presento ningún dificultad.
La religiosa que recibió en Panamá la confidencia del asesino de Mons. Checa, declaro ante varios miembros de familia del ilustrísimo Arzobispo que el individuo que declaro culpable del crimen un extranjero de apellido Casanova.
Fue el ultimo Sr. Paul, entonces obispo de Panamá y después Arzobispo de Bogotá quien confesó al enfermo y recibió por escrito la retractación de sus errores”.
Días después espiraba en la misma sala N°11 después de haber entregado a la hermana un grueso lio de papeles, que fueron quemados por ella.