¿Este primer libro publicado son tus primeros escritos poéticos o hay una actividad Lírica anterior?
Sí, hay una anterior, corresponde a otros tiempos y otros espacios, a otras realidades es y a otras vivencias, “El tren de los cangrejos” es reciente, la Lírica, forma de interpretación y expresión sensible, en mi caso, es permanente, no se trata de una reorientación de actividades, estilos o campos luego de un desencuentro. Por supuesto que la actividad Lírica anterior ahí esta a las ordenes.
¿Por qué prefieres el verso libre, sin medida, a las normas y reglas de la composición?
Si me permites cambiaria libre por pura, la realidad para el poeta es libre, el trabajo, la tarea consiste en mantener pura esa realidad.
Lo normativo corresponde a campo de la razón, de las ciencias exactas y las ciencias sociales. La Lírica se prende en la libertad, en la fantasía, entonces la forma de construcción tiene que ser libre, pura, sin ataduras y ordenes. La composición no tiene estatutos, normativos o normales. No creo que sea un traje a la medida, ni una producción en serie, creo que es una manera de comunicación para unir dos realidades, la del poeta y la del lector.
¿Prefieres una producción poética cercana a la realidad, a la historia de los pueblos que a la interioridad de tus propias preocupaciones?
Los dos campos están integrados, uno es posible por tu otro y la Lírica se encarga de compatibilizarlos, de comunicarlos. En la pregunta está implícita la comprensión racional de la relación individuo y sociedad, la sensibilidad va mas allá. El campo de la fantasía en que se realiza la libertad no presenta el mundo dividido e infranqueable del individuo y sociedad. Es uno solo y además proyectivo, la Lírica espera ser un poco más uno y un poco más los otros.
¿Crees que la poesía está hecha o escrita para sacudir la conciencia del lector o para comunicar un sentimiento, una idea, una esperanza?
Es conciencia y es comunicación, porque razón y sensibilidad en la imagen se resuelven como unidad este-tica y, porque no decirlo,
Ética, también, esta unidad que “observa” la Lírica, que “la desarrolla” y la construye en otros campos, es opuesta. De ahí la diferencia entre Lírica y razón en los fines de cada una.
Tu poesía es sutil, recelosa. No se asoma al lector de una sola impresión, ¿por qué?
Para decirlo de una sola vez, lo hago por el amor, rechazo, al igual que todo ser, cualquier forma de imposición. El autoritarismo, por ejemplo, no creo que corresponda solo a la esfera de lo político, creo que esta también en la sociedad, creo que son formas y maneras de una buena parte de la cultura -no de toda felizmente-. La libertad, la fantasía: imitan, no ordenan. Lo hago así por correspondencia.
¿Cómo callan los poetas?
Los poetas callan cuando habla la razón, la ciencia o este remedo de autenticidad en que se han convertido las ciencias sociales en la hora presente, lo digo por la maximización de las formas y la carencia de contenidos. Creo que ahí existe una tautológica del léxico.
¿Por qué “El tren de los cangrejos”?
Ahí hay algunas ideas y por asociación esta expresado así: en el pasado la historia estuvo reunida a la idea de un tren que va para adelante, y el cangrejo, todos los sabemos, va para atrás, o de lado. Creo que así entiendo la hora presente de nuestra sociedad y de una parte de nuestra cultura ética, estética, política, histórica. Sin embargo, el escenario ahí está, y nos invita, pasemos adelante para actuar con otro guión, más conciso, menos nuestro, mas de los otros y por eso mas descongelado, más libre, menos de una razón impositiva y alienada.
Eduardo Barrera, integrante del grupo Canchis, en la década del setenta, nos entrega su primer poemario, dentro de la colección Metáfora de la Editorial El Conejo.
Poesía que busca, en el lector, provocar un juego dialéctico entre lo expresado y lo simbólico, versos llenos de sugerencias metafóricas que invitan a destapar oposiciones discordantes, es la de este libro, “El tren de los cangrejos”. Para hablar de el, nos reunimos con Eduardo Barrera en el segundo piso del Banco Central en Quito y esto nos dijo:
Barrera Benito
Vecino de la ciudad de San Francisco de Quito. Fue con su dinero, uno de los apoyadores del capitán don Gil Ramírez Dávalos, para la entrada que hizo este mismo capitán a la provincia de Quito.
Primer poblador de Loja en 1548.