El 31 de agosto de 1807, el cabildo nombra medico de pobres de la ciudad al doctor Silvestre Barañano, que según él afirma, no solo que atendido a los pobres, como manifiesta en el reclamo que presento al cabildo sobre pago de sueldos en 1813, sino que también lo ha hecho a los heridos de la revolución, habiendo, además, atendido en la Botica del Hospital.
Por informes contrarios a los que reclaman y afirmaba, la petición fue negada.
En 1793 el alcalde segundo de Quito, Pedro Montufar y Larrea, interviene. Para designarlo a don Silvestre Baraño, Cirujano de la ciudad, en reemplazo de don Jerónimo Bacigalupo, 400 pesos anuales, solicitando al presidente 100 pesos más, aplicables a los Ramos de Justicia o de Letrados. El personaje era digno de confianza del cabildo. Había sido profesor de la facultad de cirugía en una de las universidades de España y ahora residía en la capital dedicado al comercio, después de haber pasado gran tiempo en Guayaquil.