Nace en Portovelo, Panamá hacia el año 1800, mulato, llegó al Ecuador como subteniente, enrolado al batallón “Alto Magdalena” y a ordenes del segundo jefe Hermogenes Maza, un semisalvaje venezolano. Arribo a Guayaquil, paso a Cuenca y se enrolo en Mayo del 22 a las fuerzas de sucre en Latacunga. Ayarza tenía apenas un año de militar. Enseguida retrocedieron, donde mazo uso de su peculiar sadismo, funcionados con el paya, con el nombre de Pichincha, paso al Perú, participando en Ayacucho. Siguió con Sucre a la fundación de Bolivia y regresó en octubre de 1828 a Guayaquil. Sirvió 15 años a Flores, y Tablón, era entonces capitán y Obando lo tentó a pasarse a su lado, siendo rechazado. Mena en Guayaquil y habiendo levantado por el líder a Rocafuerte, en el combate de la matanza, Ayarza resulto herido en el asalto, en junio de 1834, en el paraje de cerritos, la fuerzas de Rocafuerte lo prende y el jefe lo acoge benévolamente. Unidos Flores y Rocafuerte contra la Sierra, Ayarza estuvo en Miñarica, después de lo cual fue ascendido a coronel y en sus correrías siguientes, por San José de Minas y Pataqui, fusiló prisioneros y los colgó desnudos de los árboles incendio y robo caseríos e hizo violar por las tropas 30 mujeres y luego azotarlas. Leal a Rocafuerte ataco, insurrectos a Esmeralda, persiguiéndolos hasta palenque, donde sin previa orden, fusilo cinco de ellos. Siendo jefe de la Artillería de Guayaquil, se comprometió a traicionar a Flores, pero Roca lo denuncio y perdió su puesto, entonces Ayarza demostró su lealtad al Marxismo (por marzo), le valió el ascenso a general de brigada. En mayo lucho en la Elvira contra Flores y Otamendi.
En 1846 fue general en jefe de las fuerzas que resguardaban las fronteras tocándole enfrentarse al Gral. Colombiano Herrán, su antiguo compañero en el alto de Magdalena. En 1847 fue comandante de la plaza de Quito, revelo una conspiración contra Roca y salvo la vida a un mulato García, que estaba pagado para asesinar a Ayarza a la salida de su casa. El 24 de marzo (1848) descubrió otra conspiración en el cuartel del batallón.
Nº 2 y salvo su vida. En 1849 fue mediador entre García Moreno y el ministro de Hacienda Manuel Bustamante, cuando el primero dio de bofetadas al segundo. Proclamado Noboa jefe supremo en Guayaquil el 2 de marzo de 1850, el encargado del poder Manuel Ascasubí le nombró jefe de la fuerzas de las provincias del centro, fue a Riobamba, pero el 6 de abril las fuerzas de esta ciudad reconocieron el gobierno de Noboa. En mayo de este año el militar Víctor Proaño escribía a Quito, que Ayarza atacaba la conducta de Ascasubí a voz en cuello. Sin embargo, Noboa lo apreso, proclamado este el 8 de diciembre de 1850 presidente interino: por otro lado el General Elizalde se había proclamado jefe supremo en Guayaquil, Ayarza estuvo del lado de Elizalde y el 16 de diciembre es atacado cerca de tabacundo por las fuerzas gobiernista
Del Coronel Nicolás Vinueza, Manuel Tomas Maldonado y Francisco Javier Salazar, es derrotado después de 2 horas de combate, quedando 40 muertos en el campo. En 1858 fue comandante general del distrito de Guayaquil; el año siguiente 2do jefe de ejército del Gobierno que lucho en Tumbaco, donde derrotaron a García Moreno.
El 13 de septiembre de 1859, en Cuenca, Urbina al separarse del país le ordeno adherirse a Franco, disolvió sus tropas y marcho a Guayaquil, donde Franco el 15 de octubre le nombró comandante general del Guayas. El 21 de diciembre del mismo año ofreció toda clase de facilidades al presidente peruano Castilla para la curación de los enfermos graves de su ejército en la propia Guayaquil. En febrero comandante general del Azuay, a donde llego el día 28 con 70 soldados. Manuel Tomas Maldonado le intimo rendición desde Cañar por medio del oficial Zuluaga.
Ayarza se entregó e informó que la tropa había huido sin obedecerle, a Guayaquil, razón por la cual Franco le levanto sumario acusándole de traidor. Maldonado lo envió a Quito, custodiado por 5 soldados, siendo puestos en libertad por García Moreno, bajo promesa de respetar el orden. Enseguida hace planes con liberales, curas urbanistas y militares extranjeros, para que se subleven las guarniciones de Quito y Guaranda, Capturar a García Moreno y ofrecer su cabeza a Franco. Descubierto el plan, García Moreno lo puso presos con grillos el 11 abril de 1860, tomo además presos a 8 comprometidos, entre ellos a los curas Pablo Guevara Antonio Martínez y Víctor Ibáñez. El 21 de abril García cita a Palacio y Ayarza como este se proclama inocente, García Moreno apresa. Conducido al cuartel, Ayarza, allí los azotes llegan a 40, gracias a la intervención del triunviro Manuel Gómez de la Torre. Al salir a Guayaquil, García Moreno lo llevo en mula a Ayarza, pero al llegar el Gral. Flores a fines de mayo, obtiene la libertad de Ayarza.
Murió el 21 de agosto de 1860 a la una de la tarde, cuando paseaba detrás de la muralla de San Francisco, con sus hijas Gertrudis y María. Fue autopsiado y sepultado en el tejar. Desastrosa la vida privada de Ayarza, dejo familias en Balbina Suárez, Clara de la Trinidad, Gertrudis Córdova, etc. sus hijas.
1.- Rita de la Trinidad, b. en Guayaquil 14 de junio 1840 (en el Suárez).
2.-Marcelina Ayarza de la Trinidad, b. en Guayaquil 26 abril de 1848
3.- Carmen Ayarza Córdova, b. en Quito 22 de marzo 1858 (San Roque)
4.- Gertrudis Ayarza, cc cap. Rafael Valencia Galdós, n. en Riobamba hacia 1833
5.-Maria Ayarza, v. de Quito en 1860 y 1853.
El 7 de noviembre de 1853, en Quito, ante el Notario Camilo Espinosa, (Notaria primera) dió poder para testar a Fernando Salas. Reconoce solo a su hija María.
En agosto de 1850, todavía no se hace la paz. En agosto hay un levantamiento en Ambato de un pequeño ejército. Noboa sin duda mal aconsejado por otros, y por temor a una revolución, comienza su gobierno desterrando Elizalde y a muchos Roquista; suprimiendo del escalafón a 163 militares entres los Elizalde y Ayarza, y desterrando algunos; y confinando a muchos ciudadanos a diferentes lugares del país. Esto dio pie para roquistas y Elizaldistas se unan en su oposición al gobierno. Uno de los encabezan la posición es Pedro Moncayo que no quiso incorporarse a la convención, por creerla ilegal y fraudulenta. Pero el principal adversario de Noboa es, aunque parezca increíble, el General Urbina. Acaso le ha fastidiado a Urbina la admisión de los jesuitas. Abril trae la noticia de una conspiración en Quito contra el Gobierno Provincial. Amigos de Urbina y Robles han pretendido sublevar al ejército a favor de Franco. Nueve personas caen presas, entre ellos varios sacerdotes y el General Ayarza. Ordena el Presidente que a este se le propinen quinientos azotes. La noticia de la flagelación conmueve a todo el Ecuador, especialmente a los militares, algunos de los cuales piden en son de protesta, se les conceda la baja del ejército. Ayarza es puesto en libertas; pero el castigo le ha herido mortalmente y a tres días después, en la calle, cae muerto. Podemos imaginarnos el Alboroto.
Allí esta Gabriel García que, con haber fusilado, el también algunos prisioneros inermes, después de haber azotado a un general y obligándole a morir, nos parece peor o a lo menos tan malo como el que puso fuego a Roma.
En 1859 de Quito habían destacado tropas a Riobamba, donde se incorporaron las que salieron de Cuenca, luego que Urbina dimitió el mando y se fue. Urbina había dejado el ejército en libertad para obrar como quisiera: una división comandada por el General Raimundo Ríos marcho de Cuenca a Guayaquil, otra por el General Fernando Ayarza se disolvió en el camino. El coronel Patricio Vivero se dirigió a sostener el triunvirato de quito. En diciembre de 1859 había partido de Guayaquil el coronel Manuel Cerda, restablecer el gobierno del general Franco, en Distrito de Azuay: en enero de 1860 salió de allí, a la cabeza de sus tropas, con el objeto de unirse con León. De jefe de la guarnición quedo en Cuenca el general Fernando Ayarza. Cerda se aproxima a Riobamba, cuando el general Maldonado, ya al mando de las tropas de García Moreno, puso en camino y encontró a Cerda en Sabun. Combatieron el 29 de enero de 1860. Tan completamente derroto Maldonado a Cerda, que este y 150 de los suyos cayeron prisioneros.
En 1860 celebraron un armisticio en Asancoto, aldea no distante de Guaranda, jefes debidamente autorizados. El General Ríos se replegó a Babahoyo, y aun a Guayaquil la de Maldonado marcho a Cuenca, a combatir con la que mandaba el general Ayarza. Los dos Generales tuvieron una entrevista a la entrada de Cuenca, y de ella resulto que Ayarza no opuso resistencia. Debe atribuirse esta conducta de Ayarza a que Franco había perdido todo prestigio entre los hombres como aquel. Toda la tropa de Cuenca se rindió; y Maldonado entro a la ciudad sin combate. Ayarza partió inmediatamente a Quito. En los primeros días de abril de 1860 fueron a denunciar que los partidarios de Robles y Urbina, en general, los enemigos del gobierno, en la necesidad de caudillo que les patrocinase en su caída conspiraban en el capital a favor del jefe supremo del guayas. García Moreno Mando perseguir a los que la policía había designado como conspiradores, y acto continuo fueron aprehendidos el Dr. Marcos Espinel, Ex-vicepresidente, el Dr. Miguel Riofrío, escritor liberal, los Dres. Modesto Rivadeneira y Javier Endara, liberales notables, Dr. Manuel Reaño, Español, los prebendados Pablo Guevara, chantre, legislador en la convención de Cuenca y varios congresos, Antonio Martínez, Canónigo de la Merced, también legislador y vicerrector de la universidad, N. Ibáñez y el general Bernardo Ayarza. Antes de instruir ningún proceso, antes de adquirir ninguna prueba, el Canónigo Ibáñez fue condenado a cepo de campaña y a pasar la noche con mordaza, en castigo de haber dicho que el Gobierno de García Moreno era tiránico. El denuncio respecto del crimen del General Ayarza consistía en que había dirigido palabras sediciosas a uno de los jefes del ejército que guarnecía la capital. Era esto imposible, porque Ayarza no estaba en situación de conspiración sin embargo., García Moreno mando ponerle grillos y sepultarle en un calabozo.
Permaneció quince días en él, y el 21 por la noche fue llevado por una escolta al Palacio de Gobierno, a presencia de los jefes supremos García Moreno y Rafael Carvajal. Presente se hallaba también el secretario General, D. Roberto Ascasubí.
“El aspecto del General Ayarza era conmovedor, dice un testigo fidedigno, porque a los 70 años de edad se unía una enfermedad crónica de las entrañas altas y una hipertrofia de algunos años, unidas todas estas tristes circunstancia a la inmovilidad que había guardado por quince días, a causa de la pesadez de los grillos. “Esta todo descubierto, dijo García Moreno al anciano, en tono imperioso de Ud. Cuenta del dinero reunido para la revolución”. Como el anciano contestase que era inocente, enfureciese el tirano y prorrumpió en impropios, “que la ciertas palabras como imposibles en boca del jefe Supremo de la República.
Ordeno que llevaran al cuartel al general, y le impusieron 500 azotes, “porque es negro, añadió, no merece otro castigo que el acostumbrado en las haciendas de trapiche”.
El general Ayarza nació en Panamá: milito en la campaña de la independencia, a las ordenes del gran D. Simón, y al cabo vino a esta Nación en Mayo de 1822, de Oficial en los restos del batallón “Paya”, que el mando del Gral. Córdova vino de Panamá a incorporarse en el ejercito de Sucre tenia para vencer en Pichincha. Coopero, pues a la emancipación del Ecuador, el cual prestó servicios en sus innumerables reyertas políticas, siempre en cumplimiento de los deberes impuestos por el pundonor militar. El más importante fue el del 6 de marzo: el fue el héroe de aquel día. Vino a ser comandante General en Quito, cuando Roca; fue uno de los defensores del presidente Ascasubí; en 1850 fue preso en Riobamba por uno de los partidarios de Noboa, quien le mando confinado a Taura; pero de allí fugo a Imbabura, donde levanto tropas, en compañía del comandante Daniel Salvador, y fue derrotado en Tabacundo. Ya sabemos cómo se rindió en Cuenca, y como entro a Quito solo y abatido. Todos cuantos le conocieran y trataron, le describen de carácter afable y bondadoso, modesto y moderado, cortes y comunicativo, como el más cumplido caballero. “había prestado servicios importantes a la familia del Sr. García Moreno, y a este mismo señor, en momentos bien solemnes”, como acaba de verse, y este sostuvo un altercado con su hermano político, según se deduce de las siguientes palabras del Dr. Riofrío: “omitiré relacionar las farsas que se representaron en el palacio, entre el feroz García Moreno y su cuñado el secretario General: esto pertenece al ridículo, y no debe entrar en lo serio de sacrificio de un general infortunado: baste decir que Ascasubí fue arrestado por García Moreno, a pesar de que no funcionaba oficialmente en el Gobierno, y estaba encargado de la dirección de guerra únicamente. La tortura había comenzado “cinco o seis veces se había oído el chasquido de azote, prosigue el Dr. Riofrío, cuando el jefe Supremo Sr. Manuel Gómez de la Torre, llego casi sin alimentos, a impedir la consumación del horrendo asesinato”. Es fama de Sr. Gómez de la Torre arrojo su capa en las espaldas del general azotado. Entonces suspendieron la faena. La victima volvió a su calabozo, dejando parte de su sangre en el camino”, continua Riofrío: “se le volvieron a remachar grillos, se le dejo toda la noche a merced de los dolores y de sus recuerdos infernales: a la mañana siguiente se propalo el rumor de que expiraba. A la 7 de la mañana quiso favorecerle su médico, y amigo, el Dr. José Manuel Espinosa, y fue rechazado por la guardia: la piedad le hizo permanecer hasta las dos o más de la tarde, tocando cuantos resortes pudo, para conseguir que la víctima no pareciese sin auxilios: cerca de las tres pudo entrar, se le hizo salir después de pocos momentos, y en el semblante del médico revelo la agonía del paciente: entonces se le quitaron los grillos y fue permitida la entrada de remedios y alimentos. Mientras aquellos pasaban en el calabozo, la población se hallaba conmovida, porque a los horrores de la noche anterior debía seguirse la consumación del sacrificio, continuándose los azotes sobre el moribundo, que yacía en el calabozo. Llego esta noticia a los oídos del Sr. García de Quevedo, encargado de negocios en España, y encargado también accidentalmente de la legación de francio, y paso a interponer sus buenos oficios a fin de que la humanidad no recibiese tan fatal herida. Se consiguió que la continuación de los azotes se suspendiera; pero el proceso continua sin adelantar nada, por más que se pone en la capilla y se hacen aparatos de fusilamientos, para intimidar a los declarantes”. Al fin pusieron en libertas al mártir.
“A los pocos días, como iba por la calle despacio, taciturno, cayó muerto. El corolario del azote debía ser el veneno”, dice Montalvo.
Sin creerse engañados los patriotas con las promesas de Otamendi, calculaban muy bien que con solo su apoyo no podría consumar la resolución, mientras no lo encontrasen el otro jefe de los que mandaban algunos de los cuerpos de la guarnición. Parece que se trato de tantear a varios de ellos, pero en vano, los jefes permanecían fieles al gobierno, y el comandante Ayarza, que mandaba la artillería, sin embargo de tener estrecha amistad con los más entusiastas revolucionarios se negó repetidas veces con firmeza, protestando que por ningún motivo faltaría a su deber traicionando al gobierno con las tropas que le habían confiado para defenderlo. Roca mas feliz quedo con otros en la ciudad bajo la fianza y Ayarza luego que se vio destituido de presento el mismo a los conspiradores y se encargo de revolucionar la artillería, siempre el general Antonio Elizalde le acompañase y se pusiese a la cabeza del movimiento. El 5 de marzo de 1845 por la noche se reunió Ayarza con el general Elizalde y cinco seis jefes de los antiguos chihuahuas, que creyeron llegada la ocasión de hacer revivir la causa que habían sostenido desde 1833 a 1835 Ayarza, dejando apostados a sus compañeros en un solar vecino, entro al cuartel de artillería se apodero de la guardia, de acuerdo con el oficial que le mandaba, arresto al comandante Barceló que le había reemplazado, se puso a la cabeza de la tropa e hizo entrar a los demás conjurados. Enseguida mando Elizalde llamar a otros comprometidos y puso en libertad y armo a los presos de la cárcel que estaba contigua. Con este motivo el gobierno provisorio le confirió el grado de general que ya había concedidos Ayarza.
Esta vez el general Elizalde sin dividir sus fuerzas, desembarco a pocas cuadras de la Elvira y encargo el ataque por tierra al General Ayarza.
Sin creerse engañados los patriotas con las promesas de Otamendi calculaban muy bien que solo su apoyo no podría consumar la revolución, mientras no lo encontrasen en otro jefe de los que mandaban algunos de los cuerpos de la guarnición.
Parece que se trato de tantear a varios de ellos, pero en vano, los jefes permanecían fieles al gobierno, y el comandante Ayarza que mandaba la artillería, sin embargo de tener estrecha amistad con los demás entusiastas revolucionarios se negó repetidas veces con firmeza, protestando por ningún motivo faltaría a su deber, traicionando al gobierno con las tropas que le habían confiado para defenderlo. Roca más feliz quedo con otros en la ciudad bajo la fianza; y Ayarza luego que se vio destituido se presento el mismo, a las conspiraciones y se encargo de revolucionar la artillería, siempre que el general Antonio Elizalde le acompañase y se pusiese a la cabeza del movimiento. El 5 de marzo de 1845 por la noche se reunió Ayarza con el general Elizalde y cinco o seis jefes de los antiguos chihuahuas, que creyeron llegada la ocasión de hacer vivir la causa que habían sostenido desde 1833 a 1835. Ayarza. Dejando apostados a sus compañeros en un solar vecino, entro al cuartel de artillería se apodero de la guardia, de acuerdo con el oficial que mandaba, arresto al comandante Barceló que le había remplazado, se puso a la cabeza de la tropa e hizo entrar a los demás conjurados. En seguida mando a llamar a otros comprometidos y puso en libertad y armo a los presos de la cárcel que estaba contigua. Entre los jefes enviados con el General Ayarza a Riobamba, se encontraba el coronel N. Vernaza Prieto, concuñado y sobrino político del supremo Novoa.
Olmedo, Francisco Roble, Vicente Ramón Roca y el Coronel Francisco Jado, aprovechan el resentimiento del General Fernando Ayarza contra Flores que, por chismes lo separo del mando de la artillería lo suman a sus planes proclamado 6 de marzo de 1845.
El infortunado comandante Ayarza se separaba del mando de la artillería de Guayaquil, para no manchar su nombre ni siquiera con la sospecha de una traición. (Antes del 6 marzo de 1845).
El año de 1826 el cabildo de Quito sostenía una conspiración militar con fines abiertamente separatistas. Sofocada sangrientamente por las guarniciones, los jefes y soldados de ella fueron inmediatamente fusilados. El comandante Ayarza que dirigía el movimiento, no sin declarar que lo hacía a nombre del cabildo de la cuidad, fue destrozado a sablazos al pie de un cañón.
El 26 de septiembre de 1859, el comandante de la división del norte, coronel Patricio Vivero, con dos divisiones que en total cuentan con más de mil seiscientos hombres se pronuncia en cuenca a favor del gobierno provisorio, conviniendo en dejar en libertad a las tropas franquistas, comandadas por el general Fernández Ayarza y Coronel Raymundo Ríos, para que abandonen la población y se dirijan a donde quieran. En efecto, dos días después, el Escuadrón Taura y dos batallones se dirigen a la costa para ponerse a las órdenes inmediatas de Franco. Cuenca quedaba desguarnecida, pues la división de vivero marcha a unirse a las tropas del gobierno Provisorio. Al frente de la administración del Azuay se pone entonces al doctor Ramón Barrero Cortázar, con amplísimos poderes para organizar la provincia. Después de desbaratar en el combate de Sabun al ejército franquista comandado por el coronel Manuel Cerda el General Tomas M. Maldonado continúa su avance a cuenca para liberar a esta del régimen Franquista. Así lo consigue fácilmente, pues el jefe de la guarnición, General Fernando Ayarza, ante la imposibilidad de ofrecer resistencia por la escasez de su gente y recursos, opta por entregar la plaza. Vuelve a ejercer la gobernación de la Provincia el doctor Ramón Borrero, quien en gesto magnánimo indulta a todos los franquistas, inclusive a don Mariano Moreno.
General de Brigada 7 de marzo de 1845.
Comandante General del distrito de Quito marzo 1846.
Comandante General de la división 23 de enero de 1847-48.
Comandante General del distrito de Guayaquil 1859.
Falleció el 23 de abril de 1860.
Comandante General. Quito 1849
El 14 de julio de 1822 Simón Bolívar dice a Sucre: que el batallón que viene de Popayán
Con el teniente Coronel Ayarza lo incorpore al Bogotá.