Ayabaca Manuel de Jesus

Según sus historiadores, Idrovo Aguilar y Juan Chacón, fue la municipalidad de Cuenca quien creo la Escuela de dibujo y pintura (1893), bajo la dirección de Tomás Povedano y Arcos (español). Mas adelante, el ilustre hombre publico Honorato Vásquez creo la Escuela de Bellas Artes (1903) que funciono anexa a la Universidad Estatal de Cuenca.
La cultura y dentro de ella el arte, requiere del esfuerzo y tenacidad de la investigación y la experimentación como presupuesto esencial de su originalidad. Es allí donde encontramos al destacado escultor Manuel de Jesús Ayabaca Pulla. 

Sus primeros años.
Ayabaca nació en junio de 1863.
Respecto a su nacimiento poco se conoce. Sus padres eran de ancestro indígena. Creció en medio del cariño y cuidado de sus progenitores, quienes siempre trataron de ayudarlo en su inclinación artística.
No había terminado su educación primaria cuando el niño insistía a sus padres lo dejasen trabajar en un taller como operario de algún maestro pintor. En esa época había un destacado escultor cuencano, llamado Miguel Vélez, así que los padres de Manuel fueron donde el y lo dejaron bajo su cuidado.
Entonces era costumbre que el oficial que entraba al taller de un maestro, aparte de aprender el oficio, debía tomar parte en todos los quehaceres hogareño. Fregar pisos, lavar la ropa de los “guaguas” en el Tomebamba, limpiar utensilios, no fue el agrado del indómito Ayabaca , quien imaginaba seria buen escultor y que sus proyecciones artísticas lo llevarían lejos.
En la primavera oportunidad que se le presento, manifestó al jefe sus deseos de separarse definitivamente de esas actividades.

Comienzos de su carrera.- Su primera inquietud fue perfeccionar en el dibujo. Luego, la mayor parte de su tiempo la dedico a pintar, al comprobar que dominaba el pincel y la paleta. Observaba que un cuadro al óleo, no era mas que un dibujo pintado.
Con verdadera dedicación, busco el origen de los diversos elementos de la cromatica. Era un convencido investigador del arte europeo y se llego a amoldar con el estilote Botticelli, Leonardo Da Vinci, Rafael, Miguel Ángel, El Ticiano y Tintoretto, cuyas magistrales obras hemos admirado en los celebres museos de Europa.
Como sus primeros experimentos fueron muy favorables empezaron adquirir admiración y valor en el conglomerado artístico-pictórico de la ciudad de Cuenca. Lamentablemente por causas diversas, no pudo ser alumno de los afamados maestros y fundadores del arte tradicional cuencano, Povedano y Pinto.

Búsqueda Constante. – Ayabaca fue un admirador de los grandes artistas europeos, pero fue también un imitador, comentario dicho por sus biógrafos. Por lo tanto sus producciones no fueron de su propia creatividad.
Manuel de Jesús no estaba satisfecho. Comprendía que aunque descollaba en el dibujo y la pintura, se inclinaba más hacia la escultura.
Existía en su interior un fuego ardiente por el contacto cercano con la naturaleza, el barro y el madero, frutos de la tierra con los que convivió desde su infancia.
Eligio la escultura como camino. su asombroso talento permitió que se desarrolle en este campo y que con mucha destreza y pasión sin igual realice hermosas esculturas, que tuvieron como base firme su experiencia en el dibujo y la pintura.
Dotado de ingeniosas y mágicas manos, da comienzo con fervor a sus magnificas obras de arte. También realizo bustos de connotados hombres públicos, como Honorato Vásquez, Remigio Crespo Toral, José Peralta, Gaspar Sangurima, Miguel Vélez y don Abel Castillo, por ejemplo. El busto de este último se conserva en el museo Municipal de Guayaquil. Los demás, así como también gran parte de sus esculturas, se exponen en el Museo “Remigio Crespo Toral” de la ciudad de Cuenca.

Viajes y Reconocimientos.- Con deseos de mejorar se traslado a Quito y Guayaquil para estudiar algunas técnicas. Luego de algunos años viajo a Lima. Llevo varias obras. Allá adquirió prestigio.
Ayabaca sufrió una enfermedad terrible y fue operado por un prestigioso medico de esa ciudad. Como la operación fue todo un éxito, obsequio al galeno un Cristo. “Verdadera obra maestra”. Fueron las palabras del medico al recibirla.
Las obras del dinámico escultor cuencano Manuel de Jesús Ayabaca eran solicitadas y llevadas al Japón. Francia, Italia, Chile, Estados Unidos, Bolivia y Perú. En el país existe varios trabajos tanto en pintura como en escultura. En esta ciudad muchas familias tenemos el honor de conservar obras suyas.
Su especialización fueron los Niños Dios y los Santos Cristos. Era tal su habilidad, que les daba la expresión viviente.

Obsequio para el Papa .- Corría el mes de agosto de 1968.El Presidente de la Republica era el Doctor Otto Arosemana Gómez, quien atendiendo una invitación al XXXIX Congreso Eucarístico Internacional por realizarse en Bogota, bajo la dirección de nuestro Santísimo Paulo VI, primer Papa que llego a América envió como representante al doctor Enrique Sánchez Orellana, distinguido medico cuencano. 
Varios años atrás había fallecido Ayabaca. Pero una de sus hijas, doña Victoria, deseaba obsequiar al Papa una talla de un Cristo hecho por las manos de su padre. Conocedor el citado galeno de esta buena noticia, considero apropiado llevar a doña Victoria a Bogota para que personalmente ponga en manos del presidente de la iglesia la bellísima escultura. 
Fueron momentos de gran emoción. El santo Padre quedo gratamente impresionado ante tan delicada escultura, de rostro perfecto, expresivo y dulce. El Papa encantado dijo: “He visto pocos Cristos con gestos tan humanos y naturales. Su expresión viva es impresionante”. Esta hermosa talla se encuentra ahora en el museo del vaticano de la ciudad de Roma.
El incansable escultor, el afamado artista que dio honor y gloria al Ecuador, murió en cuenca en total abandono, a la edad de 103 años, el 8 de octubre de 1966.
En el cementerio no hubo sino pocas personas. No hubo discursos, ni notas de condolencias. Solo su santo cristo, lleno de ternura, lloró sobre su tumba.