Prócer y noble Cacique cuzqueño. Teniente del Batallón Granaderos de Reserva. De notable actuación el día 9. Murió después de la Batalla de Pichincha. Tenía su casa frente al viejo Convento de San Agustín. Dio origen a los Álvarez Coronel, Álvarez Sánchez y Maquilón Álvarez.
Nació, el Cuzco, Cacique, vivía en Guayaquil frente al convento de San Agustín; figuró el 9 de Octubre como teniente del Batallón de Granaderos de Reserva; siguió con el ejército libertador, él al mando de una buena cantidad de indios Peruanos, Urdaneta en Huachi le señaló puesto principal, que Álvarez y los suyos abandonaron, trajeron una gran pérdida al ejército ecuatoriano. ¡Era la primera vez que indígenas entraban en fuegos!
Milicias de Guayaquil, en 1821. La del primer batallón de Libertadores: Capitán Mayor, Don Hilario Álvarez.
Consigna a Álvarez, porque la noche era muy oscura, avanzó y cargó con la Caballería, envolvió la infantería, logró tomar (prisionero) a Barrio, lo puso a la grupa de su caballo, lo sacó del peligro y lo condujo al depósito que tenía acordado. “Con este auxilio tan oportuno, que evitó mayores desgracias, se concluyó el tiroteo y Álvarez se fue al Cuartel (del “Granaderos”) donde lo esperaba el comandante Escobedo”.
Tomó parte en las acciones de Camino Real y primer Huachi, ambas efectuadas en Noviembre de 1820, pequeña victoria la primera y horrenda derrota la segunda. Es más, se le culpa de ser uno de los responsables (el otro habría sido el Comandante argentino José García) de haber precipitado la derrota del primer Huachi al obrar indisciplinadamente, abandonando el campo con parte de su columna de cuzqueños, lo que produjo la desmoralización de la otra parte. (Destruge, Historia, ob. cit. pág. 224 y sigtes.). Por ese motivo fue juzgado en Consejo de Guerra, lo mismo que los jefes de la División, Coroneles León de Febres Cordero y Luis de Urdaneta, quienes se defienden.
El Teniente Hilario Álvarez que estaba de patrulla primero, después de haber tomado los destacamentos de los suburbios de la ciudad, incluso el tren de pólvora, marchó a la casa del Coronel (Benito del) Barrio, su jefe. (en el “Granaderos de Reserva”), situada al costado izquierdo del Convento de San Agustín, con el objeto de tomarlo vivo o muerto. Barrio tenía en su casa, 20 soldados armados, que a precaución sacó de su cuartel esa noche; se hallaba en vela y al sentir la aproximación de fuerza armada, mandó a dar “el alto”, y el “quién vive”; al oír que le respondieron “La Patria”, mandó a romper el fuego, que al instante fue contestado por Álvarez. El Sargento 1° Don Isidro Pavón, uno de los comprometidos, estaba patrullando con un piquete de Caballería; y al oír los fuegos por ese barrio, comprendió que el Teniente Álvarez se batía con el Coronel y voló a protegerlo.