Alvarado Pedro

Nació en la ciudad de Badajoz de la Provincia de Extremadura, pasó siendo joven donde por haberle dado un sayo de terciopelo, su tío, comendador de la Orden de Santiago lo llamaron siempre Comendador; en la Isla de Cuba lo admitió por uno de sus capitanes, para la conquista de Nueva España, en que hizo acciones de mucho valor, por lo cual mereció particular confianza de su jefe que lo dejó para Gobernador. Después de la Conquista de Nueva España, el destino a la conquista de Guatemala que logró a costa de muchos trabajos y batalla con sus naturales pero habiéndole hecho varios cargos, decidió regresar a España a vindicarse el año de 1527, donde valió de su locuacidad y gracia natural, se ganó la de hacer descubrimientos, cuando lo llamó a México el Virrey de Nueva España, Don Antonio de Mendoza, para encargarle la conquista de la provincia de Cíbola, a cuyo fin salió de aquella capital y pasó a Jalisco. Allí se hallaba don Diego López de Zúñiga, haciendo guerra, y en el fuerte de ataque apeó con prisa de su caballo, para dejar libre el paso a otro que sin jinete venía rodando por la cuesta, pero no le valió la precaución porque, tropezando en una peña, fue a dar de rechazo a donde estaba, con tanta violencia, que lo arrojó cuesta abajo hasta llegar al llano, molido y hecho pedazos y sin embargo vivió desde el día 24 de Junio en que sucedió esta desgracia hasta el 4 de Julio de 1541, que murió en la ciudad de Guadalajara, con gran dolor y arrepentimiento de sus culpas y de las crueldades que había cometido contra los indios y los Españoles. Fue casado con doña Francisca; los españoles que manejó mejor la lanza entre cuantos pasaron a la América y de extraordinaria agilidad, como prueba el salto que dio en la retirada de México, en uno de los canales de la laguna que tenía 25 pies de ancho. Dejó escrito 2 relaciones a Hernán Cortés.

El adelantado se desembarca en Bahía de Caráquez en 1534, al mando de una expedición que venía trayendo muy mala suerte desde su salida de Guatemala, con una prebenda real para conquistar en tierras no descubiertas. La expedición va y viene por el Litoral del Ecuador, de Manabí a Guayas, sin encontrar camino a seguir, sufriendo los rigores del clima y los insectos, pero con una milagrosa ventaja, no se habló de que pestes y tercianas hayan contagiado a su tropa, lo que hace pensar que por esos años, a más de la BUAS que padecieron los de Pizarro en Esmeraldas, el trópico litoral Ecuatoriano, para sus condiciones climáticas fue relativamente sano. De lo que él sufrió y los suyos fue de las dificultades de marcha en la selva; de la falta de víveres, mas no de pestilencias y enfermedades graves. Lo del clima y los insectos fue muy serio, con las penalidades de inmensas jornadas al transmontar la cordillera occidental y pasar del sofocante calor tropical al intenso frio penetrante del páramo, donde los pobres indios Guatemaltecos, que servían de bestias de carga para los víveres y pertrechos, con sus livianos vestidos, obligados a subir la vertiente cordillera y soportar el helado viento del páramo, se sentaban a descansar y quedaban muertos y en el camino sin que nadie se ocupe de ellos, otros se acostaban a dormir después  de una jornada agotadora, sin nada para cobijarse, y ahí amanecían, rígidos, dando términos a sus penalidades. La cansada y maltrecha expedición cae en paz a después de haber atravesado la cordillera occidental, toma la dirección del Quisapincha, baja a la hoya del Ambato y se topa con el camino real de los Incas. En la expedición no iba una tropa, sino un pueblo, con mujeres, indios, caballos y soldados. Eran las primeras mujeres blancas que tomaban en tierra ecuatoriana y que en mucho sirvieron para cuidar enfermos durante la penosa marcha. Los expedicionarios del adelantado se dirigen casi todos a San Miguel de Piura; entre ellos, Garcilaso de la Vega, que llegó a ser padre del historiador Peruano, unos pocos se quedaron y fueron a Quito. Los que fueron al Perú tuvieron que pelear en el Azuay con una inmensa tropa que ocupaba hasta quince lenguas, a tres grandes grupos, al mando de Quisquis, con Almagro, se defienden con una tropa acompañada de mujeres que atienden a los heridos, ayuda que resulta oportuna, porque hubo que pelear y vencer, con muertos y heridos de todas partes.

Miembro del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, ayudante de la compañía de Hacheros en 1902
Miembro de la Sociedad de Beneficencia Olmedo en 1896, ayudante de la compañía el 9 de Octubre de 1902