Cuando comenzó a agitarse el asunto de la convocatoria de una Asamblea Nacional en 1876, apareció en Guayaquil un periódico con el nombre de El Popular, cuyo redactor principal era el Dr. Marcos Alfaro, y en el cual escribían Miguel Valverde, Federico Proaño y otros. Su lenguaje era candente, exaltado hasta la intransigencia; y aparecía agitador, subversivo, revolucionario.