Alcedo Dionisio De

Nació en Madrid el año de 1690, pasó a la América muy joven, en 1706, con el virrey del Perú, recomendado del Marquéz de Mancera, Presidente del Consejo de Italia, habiéndose enfermado en Cartagena luego que llegó, no pudo seguir al virrey a Lima, viéndose sólo se arrepintió de haber venido a la América y se embarcó para regresar a España en los Galeones del Marqués de Brenes al salir del puerto, se vieron atacados de una escuadra inglesa, Después de un reñido combate que duró más de tres horas, quedó prisionero y con tres heridas y fue conducido a Jamaica. Después de pocos días lo llevaron a Cartagena y arrepentido de su resolución, determinó pasar por tierra al Perú en busca del Virrey; llegó a Quito y supo que había muerto. Con esa noticia se presentó al Obispo que admirado de su talento e instrucción en tan poca edad lo nombró su secretario , renunció en 1710 para volver a España acompañando al Obispo Virrey que había sido separado del empleo, que se quedó en México por sus achaques y avanzada edad y que había padecido en la navegación desde Acapulco, se detuvo en la Habana por falta de ocasión, cuando llegó a Cádiz supo que había fallecido el Obispo, pero siguió şu comisión desempeñando la confianza de modo que el consejo absolvió al Virrey en su residencia, de los cargos que le habían hecho, y el Rey premió al apoderado con el Gobierno de la Provincia de Canta en el Perú, con la facultad de poderlo beneficiar si no le servía como lo ejecutó por haber sido electo Diputado General a la Corte, por nombramiento del Virrey, a la Audiencia, y del consulado de Comercio, a cuyo desempeño volvió a España el año de 1724 asistió como Ministro con voto a una Junta nombrada por su Majestad de dos ministros del consejo de Castilla, dos del de Indias y dos del de Hacienda, y en ella desempeñó con tanto aplauso los objetos de su comisión, que le dio el Rey en Premio a la Presidencia de Quito y Comandancia General de aquel Reino, Después de concluir los ocho años de la Presidencia, volvió a Madrid donde le miraron con todos como el oráculo de la América consultándole al Rey y el consejo de Indias cuantos asuntos ocurriría hasta el año de 1742 que se le confirió la Presidencia de Panamá y Comandancia General del importante reino de tierra firme. Luego que tomó posesión de aquellos empleos se dedicó a poner la Plaza de Panamá en estado de defensa, en el año de 1743, proveyéndoles de artillería, víveres y municiones; dando al mismo tiempo las más activas y eficaces providencias para extinguir el contrabando. Destruyó una compañía de 234 hombres sublevados en la provincia de Nata que, auxiliados y armados por los ingleses, habían hecho armas contra las del Rey que logró en esta ocasión más de 5000 pesos de beneficio en los efectos de Comercio, Artillería Casa Fuerte, armas y embarcaciones que se cogieron a los rebeldes: Pero resentidos los oidores de aquella Audiencia, interesados en aquel Comercio, y del que el Presidente no hubiese convenido en concederles el indulto que propuso, lo calumniaron y capitularon en la corte y aunque tuvo que triunfar de sus émulos, adsolviendolo al Rey a consulta del consejo de Indias declarando buen Ministro fiel y celoso de su servicio y reales intereses, privando de sus plazas a los Oidores y extinguiendo la Audiencia, fue a costa de más de 15 años de trabajos y fatigas, sin conseguir el merecido premio de sus dilatados méritos recomendados por el Consejo de Indias, cuyo desengaño le quitó la vida, en suma pobreza, después de tantos empleos, comisiones, y viajes a la América, en Madrid, el año de 1776, a los 86 de edad enterándose en la misma parroquia de San Sebastián en que fue bautizado. Dejó escrito: Memorial Informativo, sobre diferentes puntos tocantes al estado de la Real Hacienda y del Comercio, Madrid, año 1724 Folio.- Justificación de los Asientos de avería, Madrid año de 1726.

Fueron sus padres Don. Matías de Alsedo y Herrera, Secretario del Consejo de Italia, y Doña Clara Teresa de Ugarte, natural de Bilbao, ambos oriundos de casas solariegas, conocidas en España por los servicios que sus fundadores habían prestado a la monarquía”. Nació don Dionisio de Alcedo Herrera en Madrid, según afirma Mendiburu. Era oriundo de “Honor de Miengo”, seis lugares de la costa cantábrica, en donde se hallaban los vínculos de los Alcedo y Herrera. Nació en Madrid el año de 1690. Lo único que parece cierto es que se dedicó preferentemente a las matemáticas y a lo que hoy denominamos estadística; y que obtuvo grados universitarios, tal vez por haberse consagrado desde muy joven al servicio del Estado. En efecto, cuando contaba apenas catorce o quince años, es decir en 1704 y 1705, lo encontramos ya de oficial de las Tesorerías de Cruzada del Arzobispado de Sevilla y Obispado de Cádiz. Al año siguiente, impulsado por su espíritu curioso y ávido de contemplar nuevos y más amplios horizontes, atraído, por la fama de las fortunas que se hacían en el Nuevo Mundo, resolvió renunciar sus empleos y abandonar la Península, embarcándose para las indias Occidentales. El 10 de marzo de 1706, salió Alcedo de Cádiz, en uno de los galeones al mando de D. José Fernández de Santillan, Conde de Casa Alegre, con la familia del virrey Don. Manuel Oms de Santa Pau Olim de Serenat y de la Nuza, Marqués de Castell dos Rius, Grande de España y Embajador que había sido en las Cortes de Portugal y Francia, nombrado Virrey del Perú, por Felipe V. Esta fue la primera vez que Alcedo pasó a América. Llegó a Cartagena el 27 de abril del mismo año. Allí tuvo el Virrey la noticia de haber fallecido su antecesor. En Cartagena tuvo que separarse del joven Alcedo, a quien había cobrado mucha estimación y cariño, pues a poco de haber llegado, cayó Don Dionisio enfermo con un ataque de fuertes calenturas. Era la fiebre llamada entonces vulgarmente chapetonada, que le tuvo postrado por muchos días en cama. Con la partida del Virrey vio desvanecerse las halagüeñas perspectivas que se le ofrecían de seguir al servicio de Castell dos Rius. Debilitado por la fiebre, sufriendo las consecuencias del camino de clima y alimentación y deprimido por la soledad en que hubo de quedar, resolvió volver a España en el primer barco le saliera para Europa; Pero tal oportunidad no se presentaría sino al finalizar la feria de Tierra Firme, en los meses de abril Mayo de 1708. Mientras aguardaba con ansia el día de embarcarse, ya repuesto de su enfermedad e impulsado por su carácter un tanto aventurero, exploró la Costa del Darién y marcó los ríos que en ella desembocaban. Años más tarde, en 1743, volvió a explorar esta región y completó su trabajo geográfico, señalando 51 ríos, hasta entonces poco conocidos. En 1709 estuvo Alcedo en la costa de Veragua y conoció al famoso corsario Mr. Cormier. Se internó por varios puntos de aquella Costa haciendo siempre anotaciones respecto de las seguridades que podían ofrecer para el comercio, contra los ataques de los corsarios. Por fin en junio del mismo año se embarcó en uno de los galeones que conducía el tesoro de la feria de Portobelo. Atacados los barcos, el día 8 de junio, por la escuadra inglesa del Vicealmirante Carlos Wagner, naufragó la nave capitana San José, ahogándose 578 personas y se rindió otro barco que cargaba cinco millones con destino a España y que fueron transportados a Jamaica. Alsedo, en el desastre sufrido por los buques españoles, cayó Prisionero, con dos heridas, según afirma Mendiburu. Canjeado luego con algunos ingleses que habían sido apresados, pudo volver a Cartagena. En la imposibilidad de embarcarse entonces para España, cambió de resolución y decidió pasar a Lima por tierra. Después de largo y penosisimo viaje, navegando algunas secciones del Magdalena, río arriba, entre nube de mosquitos y bajo un sol abrasador; teniendo que marchar otras veces trechos considerables entre los pantanos insalubres de las orillas; atravesando desfiladeros y montañas, llegó por fin a Quito, el mismo día en que el correo extraordinario enviado desde Lima, por la Audiencia, a Don Diego Ladrón de Guevara, Obispo de la esta Diócesis, le hacía saber el contenido del pliego de Providencias Secreta que se había conservado en el Archivo del Acuerdo de aquella Real Cancillería. Los Oidores lo abrieron, con el ceremonial prescrito, luego que hubo expirado el Virrey, Marqués de Castell dos Rius, el 22 de abril de 1710. En dicho pliego hallaron que, para sucederle, caso de fallecimiento, había nombrado el Rey a los Obispos del Cuzco, Arequipa y Quito. Habiendo muerto los dos primeros, le tocó al Obispo de Quito el hacerse cargo del Virreinato. Apenas llegado a esta ciudad, Alcedo se hizo presente al nuevo Rey, quien, conocedor de la inteligencia e ilustración del joven español, le nombró Oficial Mayor de la Secretaría de Cámar. En ese carácter siguió en la comitiva del Virrey-Obispo a la capital del Perú. Desempeñó dicho cargo durante todo el tiempo del gobierno del Ilustrísimo Señor Ladrón de Guevara, “con particular celo, aplicación, trabajo y acierto y tan general aplauso y aprobación de todo el reyno”, dicen documentos de la época que el Tribunal Mayor de Cuentas de la ciudad de los Reyes, le confirió el nombramiento, en enero de 1712, de Contador Ordenador, poniendo también a su cargo la contaduría General del derecho de la sisa. La habilidad de Alcedo para organizar las cuentas hizo que se le encomendaran varias comisiones delicadas. En 1713 efectuó los arqueos generales de la Real Hacienda en todas las cajas del Perú. Por orden del Virrey trabajó Alcedo una serie de cuadros y cálculos sobre los estados y fruto de las recaudaciones de impuestos, cuadros que fueron remitidos al Consejo de Indias en 1714. Alcedo trabajaba entonces en el Tribunal Mayor de Cuentas de Huancavelica, Este cargo ejerció hasta 1716, “sin faltar por estas ocupaciones y las ordinarias del Tribunal, a los diarios expedientes de la Secretaría hasta el año de 1718 en que habiendo enfermado gravemente, hizo renuncia de todos sus empleos”. Exonerado de su cargo el Virrey Obispo de Quito, partió el 18 de marzo de 1718 para España, por la vía de México, acompañado por Alcedo que a su vez había obtenido licencia del nuevo Virrey del Perú, Don Carmine Caracciolo, Príncipe de Santo Buono, para regresar a la madre patria. Se embarcaron en el Callao a bordo del navío La Concordia, que los llevó a Acapulco. De este puerto Alcedo se dirigió a Tehuantepec y Tehuanapa, a fin de “Elegir y concertar indios que llevasen el huando o sillas de manos en que se condujo de Acapulco a México al Virrey”. El ex-Virrey se quedó en México por sus achaques y avanzada edad. Alcedo se embarcó en Veracruz. Tuvo que detenerse en la Habana en espera de barco que lo condujese a Europa. Con permiso del Virrey Marqués de Valero partió a bordo del navío de guerra de S. M. nombrado San Joseph, el 3 de julio de 1718. Al llegar a Cádiz, supo que el Obispo de Quito había fallecido el 9 de noviembre de aquel año. El año siguiente al de su vuelta a España empleó a Alcedo en diversos trabajos de importancia para el buen gobierno de América. “Por encargo del Ministro de Marina D. Manuel Fernández Durán, escribió un manifiesto sobre la necesidad de restablecer la comunicación periódica por medio de los buques llamados de aviso, que desde 1605 habían cruzado de España a México y a “Tierra Firme”. En el mismo año de 1719 escribió Alcedo un interesante opúsculo para probar que el proyecto del Gobierno español de cerrar las minas de Azogues de Huancavilca era impolítico y dañino. El Ministro de Marina e Indias quedó satisfecho con los servicios prestados por Alcedo y le insinuó que pidiera algún cargo en la Metrópoli. El nombramiento de contador Mayor del Tribunal de Cuentas de la capital del Virreinato. Resolvió, entonces, otorgarle el corregimiento de la Provincia de Canta en el Perú. Recibido el título de Corregidor, juró ante el Consejo, el 21 de abril de 1721, para desempeñar debidamente el cargo. En la armada del Teniente Ceneral D. Baltazar de Guevara, que salió de Cádiz el 21 de junio y llegó a Cartagena el 5 de agosto. Don Dionisio de Alsedo, durante este viaje, se detuvo en Cartagena y allí contrajo matrimonio con la distinguida dama y señora natural de Sevilla, Dona María Luisa Bejarano. No sabemos nada del viaje de Alcedo desde tierra Firme al Perú, a donde se dirigió una vez terminada la feria de los galeones en Portovelo. Llegó a Lima en 1722. Parece que, de manera nominal, desempeñó el Corregimiento de Canta cosa de dos años, pues Mendiburu dice que en 1724 benefició a dicho Gobierno e hizo un nuevo viaje a la Península. En Junta General, que se hizo el diez de enero de 1724, y votación secreta entre tres propuestos, por duplicado número de votos salió elegido dicho D. Dionisio Alcedo y Herrera por Diputado General para venir a esta Corte; y para que ejecutase su viaje, mandó al Arzobispo Virrey aportar el navío nombrado Nuestra Señora de la Concepción, y bien aparecida. Prosiguió hacia la Habana. Perseguido por piratas ingleses, tuvo que desviarse de la ruta y un temporal le arrojó a la Sonda de Campeche; allí transbordo a un Registro, navío de treinta y dos cañones, llamado “La Candelaria”, en el cual llegó a la capital de Cuba. Del Puerto de Santa Cruz salió en el navío francés “Neptuno”, provisto de pasaportes y patentes extendidas por el Conde de Tolosa, Almirante General de Francia. Después de tan larga y accidentada travesía, en la que, según Mendiburu, hasta sostuvo un combate con un buque pirata, para defender principalmente el cajón de alhajas de valor destinado a la Reina, llegó a Cádiz y se dirigió luego a la Corte. En el camino recibió carta del Marqués de Grimaldo, fechada el 17 de mayo de 1725, en la que le comunicaba la real orden de pasar primeramente a Aranjuez, para entregar la encomienda del cajón de joyas a la Reina. En reconocimiento a los servicios prestados, el Gobierno le agasajó y el Rey le otorgó la Cruz de Santiago con la encomienda de Fradel. El Rey ordenó que se formara una Junta particular en la Secretaría del Despacho, compuesta por Don. José Patiño, Ministro Secretario de Marina e Indias, Don José de Castro Araujo y Don Rodrigo de Cepeda, Consejeros del Real de Castilla; Don Juan José de Molina y Don José de Laisequilla, del Consejo de Indias. A Don Diosnisio se le dio el carácter de Ministro de la misma Junta, En ella presentó un tratado impreso en folio, tendiente a defender y justificar los llamados asientos de Avería, Almojarifazgos, Alcabala y nión de armas, derechos o tributos creados en diversas épocas, sobre las mercaderías que se transportaban se introducían a la Península o a los puertos de América. Esta obra de Alcedo se imprimió en Madrid en 1726. En 1727 recibió Alcedo el encargo del Ministro Don José Patiño, de escribir una memoria acerca de la manera como los ingleses, en virtud de las estipulaciones del Tratado de Utrech, provenian de esclavos negros a las colonias americanas; y respecto de la introducción de mercaderias a las ferias de Portobelo, en el navio llamado “de permiso”. Las exposiciones hechas en la corte, estos apuntes y los datos reunidos después sirvieron a Alsedo para redactar, doce años más tarde, su libro “Aviso Histórico, Político, Geográfico” del que nos ocuparemos más adelante.
Felipe V, previa consulta del Consejo de Cámaras de la Indias, nombró a Don Dionisio de Alcedo y Herrera, Presidente de la Real Audiencia de Quito, Gobernador y Capitán General de estas Provincias. El 28 de marzo de 1728, a mediados de aquel año zarparon de Cádiz cuatro navíos de guerra: “San Luis”, “San Fernando”, “La Paloma” y “San José”, a cargo del Jefe de Escuadra D. Danuel López Pintado.
Fueron despachados para que formaran convoy con los galeones que habían sido blanqueados en Portobelo por la escuadra inglesa del almirante Hosier. En uno de dichos barcos pasó por tercera vez a América Don. Dionisio. Venía a suceder al Presidente D. Santiago de Larrain. Llegó a Cartagena el 9 de julio de 1728 y el 3 de agosto emprendió el viaje a Quito por la ruta de Popayán. El 20 de noviembre llegó a Ibarra en donde se detuvo un mes para descansar de tan penoso viaje y enterarse más circunstanciadamente de las necesidades de esa región. El 29 de diciembre llegó por fin a Quito y al día siguiente se posesionó de su alto empleo. Ia injusta discriminación que hacia entre españoles criollos. Al cabo de ocho años de Gobierno, Alcedo entregó la Presidencia al sucesor Don José de Araujo y Río, en diciembre de 1736. Don Dionisio Alcedo y Herrera, después de haber rendido el Juicio de residencia, y habiendo sido al suelto de todo cargo, se dirigió a Cartagena, de donde pasó a la Habana, y en uno de los buques de la escuadra de dos azogues, llegó a Santander el 13 de agosto de 1739. Se trasladó inmediatamente a Madrid en donde publicó su libro titulado “Aviso Histórico, Geográfico” y tomó parte activa en la política del Gobierno, influyendo no poco en la declaración de guerra de España a Inglaterra en noviembre de 1739. Por Real Decreto de 15 de noviembre de 1541 fue nombrado Gobernador y Comandante General de la Provincia de Tierra Firme y Presidente de la Real Audiencia de Panamá. Pocos hombres habían con mayores conocimientos de los problemas políticos y económicos de América. En su nuevo cargo, Alcedo se consagró con gran actividad y energía a perseguir el contrabando. Para ello comenzó por fortificar los puertos de Panamá, Portobelo y Chagres y establecer vigilancia en caletas y fondeadores frecuentados por los contrabandistas. Este celo en el cumplimiento del servicio real le concitó la odiosidad de un Oidor de la Audiencia implicado en negocios de contrabando, que le hizo imputaciones calumniosas y logró el nombramiento de un Juez especial para que conociera de esta causa. Alcedo tuvo que renunciar al cargo de Presidente que había ejercido durante seis años y medio y regresó a España para defenderse y dar a conocer la manera parcial injusta con que había procedido el coronel Don. Fernando Morillo Velarde, Juez nombrado por el Rey para la pesquisa. Alcedo desvaneció todos los cargos de manera satisfactoria, con abundante documentación y testimonios de su conducta. Fue absuelto por sentencia firmada el 7 de diciembre de 1750 “declarándo buen ministro, amante y servidor del Rey, celoso de sus reales intereses y que había cumplido con las obligaciones de sus empleos de Presidente, Gobernador y Comandante”. En 1755 falleció Doña. Maria de Bejarano, mujer de D. Dionisio. Este, retirado de la vida pública, se dedicó a escribir varios de los muchos libros que dejó para información y se presentó al servicio de la Corona. A la avanzada edad de ochenta y siete años, falleció en Madrid en 1777 y fue enterrado en la iglesia parroquial de San Sebastián, la misma en donde había sido bautizado. Parece que hacia 1715 compuso unos “Mapas y cálculos generales del estado y fruto de la Real Hacienda de Lima”. En 1719 dirigió al Consejo de Indias un “Manifiesto sobre la necesidad de restablecer los buques de aviso”. Ya hemos hecho mención anteriormente del “Memorial informativo sobre diferentes puntos tocantes al Estado de la Real Hacienda y del Comercio”, etc, que fue publicado, en folio, en Madrid en 1724; y de otro memorial titulado “Justificación de los Asientos de Avería”, etc, que también se publicó en el mismo formato en Madrid en 1726. Otros dos informes escribió en 1727, sobre la petición de rebajar la contribución de las minas de plata, del quinto al décimo; y sobre los abusos en los puertos de Indias respecto del asiento o convenio establecido con Gran Bretaña. De estos tampoco sabemos el paradero y sólo tenemos noticia por referencia en el “Aviso Histórico”. En la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid se conserva el manuscrito titulado “Mapa y resumen general de la Real Hacienda de Quito. Tiene este trabajo la fecha 30 de abril de 1730. En 1740 imprimió Alcedo su “Relación de los Méritos y Servicios” que nos ha servido para esta recopilación de datos biográficos. En el por D. Dionisio, cuyo título es: “Aviso Histórico, Político, Geográfico, con las Noticias más particulares del Perú, Tierra firme, Chile y Nuevo Reino de Granada, en la Relación de los sucesos de 205 años, por la cronología de los Adelantados, Presidentes, Gobernadores y Virreyes de aquel Reino mereäional, desde el año de 1.535 hasta el de 1.740”.
Compendio Histórico de la Provincia, Partidos, Ciudades, Astilleros, Ríos, y Puerto de Guayaquil, en las costas de la Mar del Sur. En su retiro de Madrid Don. Dionisio escribió también el libro que Felipe V le había encargado y que tituló “Descripción de los tiempos de España en el presente décimo-octavo siglo” Su hijo D. Antonio de Alcedo lo menciona como manuscrito. Dedicado al Rey. Se imprimió en Madrid en 1741. Otros varios escritos en los últimos años de su vida laboriosa dejó Alcedo. Mencionado el “Comento Anual Geográfico e Histórico de las Guerras del presente Siglo”; “Descripción Y Etimologías de los nombres de Falkland y Malvinas”; “Presupuestos y consecuencias de la extinción de Galeones”, publicados en la recopilación de D. Justo Zaragoza; y dos manuscritos citados en la Biblioteca Americana de Antonio de Alcedo. Fue Don. Dionisio de Alcedo y Herrera infatigable coleccionador de libros referentes a Historia y a muchas ciencias auxiliares. Conoció y supo aprovechar de la bibliografía americanista de la época. En su biblioteca reunió además de libros de historia, obras de geografía y viajes, Atlas y colecciones de mapas.