Suena, de cuando en cuando, el nombre de José Aimacaña, más por su constancia en tomar parte en las exposiciones oficiales que por el valor mismo de su obra. Se ha ganado algunos premios en los torneos Mariano Aguilera. Algunos de sus óleos hemos anotado en la colección particular del Dr. Alejandro Maldonado Grijalva.
Aimacaña no ha podido dominar la crudeza de sus colores. Fabrica árboles, montañas, nevados, con una estridencia producida por el deseo de buscar efectos baratos. Hemos de reconocer, sin embargo, que algunos de los óleos de Aimacaña tienen mérito; ciertos paisajes tomados de los ríos de la región interandina nos han parecido mejor logrados.