El Prof. Richard Gaettens, especialista en monedas antiguas, ha dictaminado que el único retrato auténtico de Cristóbal Colón consta en dos ejemplares de la misma medalla que hoy se conserva en el Museo de Viena. Ambas tienen escrito “Christophoro Colombo” en letras góticas y el descubridor está representado con pómulos salientes, escasa barbilla, nariz ancha y enérgica, frente amplia y cruzada de arrugas. Dichas medallas fueron confeccionadas por Guido Mazzoni, escultor, pintor y miniaturista de Padua, Italia. Su centro es áspero y lleno de sinuosidades e imperfecciones y fueron trabajadas sobre cera refinada como era costumbre en la Italia del siglo XVI, pues se calcula que datan de 1504 al 7. Mazzoni había servido a Carlos VIII Rey de Francia, trabajando las figuras alegóricas de su Mausoleo en París; después regresó nuevamente a Francia llamado por su protector, que lo engrandeció, declarándole noble.
En 1504 había fallecido Isabel la Católica y Mazzoni fue a España a trabajar las obras secundarias de su Mausoleo. En 1509 solicitó a la Corte inglesa el privilegio de realizar bajo contrato la urna funeraria de Enrique VII, conservándose en Londres un boceto del proyecto.
Colón, en cambio, anduvo en mayo de 1505 por Segovia, a principios de 1506 en Salamanca y hacia 1507 en Valladolid, siempre detrás de la Corte de Fernando el Católico; hasta que le sorprendió la muerte ese año, pobre y desesperado, a consecuencia de un agudo ataque de gota con complicaciones renales, cuando sólo tenía cincuenta y cinco años de edad. Sinembargo no se vaya a pensar que estas medallas son los únicos retratos del Gran Almirante, pues existen muchos más, como veremos a continuación.
En 1520 Alejo Fernández de Córdoba pintó un cuadro de grandes dimensiones y al óleo, para la Cofradía de Pilotos, contramaestres y dueños de barcos de Sevilla, titulado: “Nuestra Señora del Buen Aire”, donde aparece arrodillado y a la derecha de la Virgen, un apuesto marino, que según la crítica histórica no puede ser otro que Cristóbal Colón, pues entre el artista y Colón existió una buena amistad desde que este ultimo había retornado triunfalmente a España en 1493 y el pintor vivía casado en Sevilla.
El cuadro permaneció colgado en un Salón del Palacio de Lanza, sede del Archivo de Indias en Sevilla y después fue llevado al Palacio Real de Madrid. En 1922 Paúl Hammonds, miembro de la expedición colombiana de la Universidad de Harvard, lo hizo fotografiar, señalando que la popa cuadrada de la embarcación central indicaba que el cuadro no había podido ser pintado antes de 1520, año en que ya no existía el Almirante.
Otro cuadro famoso de Colón perteneció a Edward Horne, de Southampton, Inglaterra y fue reproducido por Edward Bryan y T. Miller en Londres. Es un antiguo óleo y contiene los retratos de cuatro personas: Colón, su esposa y sus hijos Diego y Fernando. Las palabras “Mar del Sud” pintadas sobre el Mapa indican su origen hispánico. Al fondo está una estatua que simboliza la esperanza, en el primer plano un perro y sobre la mesa un globo, planos y objetos astronómicos.
En el “Mapamundi” de Juan de la Cosa editado en 1500, aparecen impresas las regiones recién descubiertas y un cromo – fotografía de San Cristóbal, que puede tener el rostro del Almirante. San Cristóbal lleva sobre sus hombros y a través del Atlántico a la fe católica. Juan de la Cosa fue piloto de Colón en varios de sus viajes, pero el San Cristóbal no tiene ropas de marino sino de sacerdote, de tal suerte que se ha desechado la idea de que pudiera representar a Colón.
Pero el más famoso e importante retrato de Colón es el llamado “Retrato Giovio” y es un antiguo óleo que perteneció al Obispo Paulus Jovius o Paolo Giovio nacido en 1480. De Giovio se conoce que fue sacerdote, médico, humanista, coleccionista de retratos de personajes célebres, historiador de no muy recto criterio y autor del libro “Elegía Virorum literis illustrium” publicado en Basilea, Suiza, en 1551, sin el grabado de Colón. Actualmente se conserva una estatua de Giovio en la Biblioteca Laurenciana de Florencia, cercana a la célebre Iglesia de San Lorenzo.
El obispo Giovio debió haber adquirido la pintura del Almirante poco antes de la publicación de su obra, pues si la hubiera tenido entre sus cuadros a tiempo, figuraría en el libro. En cuanto al origen del retrato se ha pensado que Giovio pudo preguntar a Fernando Colón durante la estadía de ambos en Roma, sobre las características físicas de su padre, obteniendo un parecido que sirvió para pintar a Colón con mucha verosimilitud.
En marzo de 1577 Petrus Berna imprimió en Basilea un volumen titulado “Musaei Joviani Imagines” con ciento treinta y nueve retratos grabados en madera y tomados de la colección Gioviana. El editor fue Theobald Muller, quien escribió el elogio de los personajes retratados.
Otro retrato de Colón es el conocido como D’ el Altíssimo por haber sido copiado por el célebre Cristóforo D’ el Altíssimo del original de Giovio, por orden de Cosme I Duque de Toscana. D’ el Altissimo viajó hasta la ciudad de Como donde copió más de doscientos cincuenta retratos que hoy se conservan en la Galería de Arte de los Uffizi de Florencia. Tan ímproba tarea fue realizada entre 1552 y 1556 y luego después de 1557, año en que envió la copia del de Colon pintada sobre madera y tiene como detalle de interés un hoyuelo en la Barbilla; concuerda en mucho con la publicada por Petrus Berna en Basilea, aunque difiere en los detalles del vestido, queD’ el Altisimo acostumbraba alterar a su antojo.
EL MAS IMPORTANTE: D’ ORCHI
El retratoD’ Orchi también fue de la colección de Giovio y perteneció en el siglo pasado al Conde Alessandro D’Orchi, noble italiano descendiente de Francisco Giovio, sobrino del Obispo.
Su historia no deja de tener interés pues a la muerte del Obispo le sucedió su sobrino en la posesión de los bienes hasta que falleció en 1613 de avanzada edad, dividiéndose la colección de arte en tres partes. La mayor correspondió al primogénito de sus hijos, que la legó a sus descendientes. En 1848 quedaban dos hermanos llamados Paolo Giovio que falleció sin herederos y Alessandro Giovio, que tuvo una sola hija llamada Antonia Giovio, casada con el Conde Flaminio D’ Orchi. En 1870 la heredó su hijo el Dr. Alessandro D’ Orchi, que dio a la publicidad el retrato, planteando un arduo problema a los entendidos de arte, pues no se sabe si es el original que no aparece por ninguna parte o simplemente una copia.
Los que sostienen que es una copia indican que pudo haber sido pintada por Rafael y debió pasar a poder de Giovio entre las obras que adquirió al pintor Giulio Romano, a la muerte del célebre Rafael. Otros indican que bien puede ser de pincel de Bartholomeus Sardi, apodado el Bramantino y discípulo de Giulio Romano, quien por orden del Papa Julio II se dedicó a copiar cuadros de personajes célebres. El retrato D’ Orchi tiene interés en la iconografía de Colon pues es parecidísimo a los retratos (D’ Altísimo y el grabado de la obra de Basilea) que se conservan del Almirante y que sin lugar a dudas fueron pintados a principios del siglo XVI, igualmente las vestimentas son muy semejantes, de donde se podría colegir que el retrato D’ Orchi constituye el primero de todos, siendo el que poseyó el Obispo Giovio en su colección y que sirvió de base a los demás, de suerte que nunca estuvo realmente perdido como erróneamente se creía, sino que permaneció en poder de sus sobrinas, hasta que el Conde Alessandro D’ Orchi lo dio a la publicidad.