VALDIVIESO JOSE FELIX

JEFE SUPREMO DEL ECUADOR.- Nació en Loja y fue bautizado en la iglesia Matriz el 19 de Mayo de 1784. Sexto y último hijo del primer matrimonio de Fernando Valdivieso de la Carrera (Loja 1752 – Oña 1826) rico propietario agrícola y uno de los más poderosos comerciantes cascarilleros (quina) en la región de Oña y Nabón, Alcalde de Cabildo de Cuenca en 1801 y en 1811, dueño de la hacienda Susudel en Oña provincia de Loja y de Yunguilla y Cusho en el Azuay, y de Francisca Valdivieso y Valdivieso, naturales de Loja.
De doce años, en 1796, quedó huérfano de madre y fue enviado al Colegio de San Luis de Quito, viviendo en casa de su tío el Coronel Guillermo Valdivieso, quien descolló años después durante la Independencia como Vicepresidente de la Junta de Gobierno del Coronel Carlos Montúfar.
En 1801 ingresó a la Universidad de Santo Tomás de Aquino, en 1804 fue nombrado Bibliotecario Público – fue el tercero después de la expulsión de los jesuitas – y el 8 terminó sus estudios.
Al producirse la revolución del 10 de agosto de 1809 pasó a Cuenca donde desempeñó actos de comercio y tuvo un hijo natural. En 1810 fue electo Alcalde segundo y al año siguiente Alcalde primero del Cabildo de Loja. Al concluir las guerras independentistas volvió a la capital, se incorporó de Abogado ante la Audiencia el 18 de Marzo de 1812 y volvió a Cuenca. Entre el 13 y el 14 fue Rematista de Diezmos en Oña pero dado su carácter apacible y sus costumbres religiosas ése año solicitó al Obispo Ignacio Cortázar y Requeña las letras dimisoriales para ordenarse sacerdote y con tal fin hizo una Información Sumaria, pero falto de una verdadera vocación volvió al desempeño profesional y le eligieron Alcalde Ordinario de Cabildo.
Entre 1815 y el 17 adquirió varias haciendas con sus trapiches y esclavos en el valle caliente de Yunguilla llamadas Lentag, Sulupall y Tabachiri que en 1820 vendió al Colegio Seminario de Cuenca.
En Enero del 17 dio poder a su tío Guillermo para desposar en Quito a su prima segunda Catalina Valdivieso Sánchez, de baja estatura, rostro canela claro, finas facciones y algo hermosa, gran Inteligencia, personalidad y arrestos para todo, pues llegó a controlar el manejo de las haciendas y hasta intervino activamente en la política, especialmente contra el Presidente Vicente Rocafuerte entre 1835 y el 39 que duró su gobierno. Mientras tanto liquidaba sus negocios en Cuenca y preparaba el viaje a Quito, donde radicó en 1818 e instaló su estudio profesional que pronto se llenó de clientela.
Llevaba una vida fastuosa dando recepciones continuas en su quinta El Placer, se le consideraba una de las principales figuras sociales conjuntamente con Juan Pío Montúfar Marqués de Selva Alegre y con José Modesto Larrea Marqués de San José y tenía excelentes relaciones con las autoridades realistas, pero ese año se descubrió el complot del Dr. Antonio Ante y el presidente de la Audiencia envió con pasaje de Registro a Cádiz a Juan Pio Montúfar, Guillermo Valdivieso y otros próceres. El Dr. Ante permanecería desterrado en Ceuta en compañía de uno de sus hijos, hasta que en 1820 sobrevino la revolución liberal del General Riego, fue puesto en libertad y recién pudo volver a Quito tres años después debido a las guerras de la independencia de Colombia.
En 1819 su tía y madrina sor Josefa de Jesús de los Arcángeles Valdivieso, monja priora del Convento del Carmen de Cuenca, le traspasó sus derechos sobre la hacienda El Hatillo o San Lorenzo de Catamayo en Loja. Tras la batalla del Pichincha el 24 de Mayo de 1820 auxilió a los heridos y mantuvo en su casa al joven militar Abdón Calderón Garaycoa, quien falleció el 7 de Junio a consecuencia de sus múltiples heridas agravadas por la deshidratación y la disentería y fue enterrado en el cementerio del Tejar. En 1821 fue designado Alcalde Ordinario de Cabildo. Enseguida le eligieron Rector de la Universidad de Santo Tomás, pues desde muy joven había desempeñado cargos administrativos en dicho centro de estudio, que ejerció hasta 1824. Durante su período fundó la Academia de Derecho Práctico en la que se hacían ejercicios de oratoria forense y trató de que mejoraran los estudios de Ciencias Naturales, pero no habiendo docentes preparados tuvo que nombrar profesores de Zoología, Botánica y Mineralogía a catedráticos de Medicina, con lo que no se adelantaba.
Era un hombre muy rico por herencia de bienes y dinero y por mantener un lucrativo negocio de compra de ganado en el Azuay que hacía conducir a Colombia donde obtenía excelentes precios, también exportaba cascarilla que hacía sacar de Nabón y Oña y que por el puerto de Guayaquil iba destinada a Europa.
En 1822 suscribió con otros políticos el Acta de Incorporación de la Audiencia de Quito a la República de Colombia. El 24 apadrinó con su esposa el matrimonio del General Juan José Flores y Mercedes Jijón y Vivanco, a quienes obsequió espléndidamente. Ya figuraba en su grupo social.
En 1828 fue electo Diputado por Loja a la célebre Convención de Ocaña donde figuró como orador parlamentario y formó parte de la minoría bolivariana que el 10 de Julio se retiró dejándola sin quorum para favorecer la dictadura del Libertador, quien le premió haciéndole miembro del Consejo de Estado hasta 1829.
En 1830 ayudó a su ahijado Flores a separar el Distrito Sur de la Gran Colombia, fue nombrado por éste para el desempeño de la cartera del Interior y Relaciones Exteriores y encargado por algún tiempo de la de Hacienda, con lo que detentó gran poder. Rocafuerte le acusaría después de protector de los monederos falsos y de ser uno de ellos también pues acostumbraba fundir bandejas de plata de su propiedad o compradas en la plaza para mezclarlas con metales viles, a fin de obtener monedas de baja ley, con grandísimo provecho económico.
En Noviembre se insurreccionó en Guayaquil el General Luis Urdaneta en favor del Libertador Bolívar, siguió a la sierra y cerca de Latacunga, en el sitio la Ciénega, recibió a los delegados de Flores: General Manuel Matheu y José Félix Valdivieso, nombrando por su parte a los Coroneles Federico Valencia y Antonio Cordero y decidieron sujetarse a la voluntad de Bolívar, pero su muerte en Diciembre echó al traste los planes de Urdaneta, quien salió del país.
El 20 de Diciembre de 1831 asistió como Diputado por el Cauca al primer Congreso ecuatoriano, compartiendo la representación de Pasto con el Vicario Nicolás Joaquín de Arteta y Calisto. En la primera sesión realizada al día siguiente, se suscitó la controversia sobre la calidad de Diputado de Valdivieso por incompatible con sus funciones de Ministro de Estado y aunque defendió con calor su nombramiento tuvo que separarse de la Cámara.
En 1832 se incorporaron voluntariamente los departamentos del Cauca y Pasto a la República del Ecuador, lo cual originó un serio problema diplomático, de manera que se convocaron el Ecuador y la Nueva Granada mutuamente, para solucionar sus diferendos. En las Conferencias que sobre límites con la Nueva Granada se realizaron en Quito, los delegados ecuatorianos fueron José Joaquín de Olmedo que redactó las Notas finales y el Vicario Arteta Calisto y los de Nueva Granada el notable historiador José Manuel Restrepo y el Obispo de Santa Martha, José María Estévez, pero estando los protocolos para su firma, empezaron las operaciones militares en las cercanías de Pasto y todo quedó en nada.
A mediados de año el prócer británico Francisco Hall fundó la Sociedad Patriótica de El Quiteño Libre. Hall había arribado al país con las tropas auxiliares del General Sucre en 1821, peleó en Yaguachi, en los dos desastres de Huachi y en Pichincha. Era discípulo del filósofo inglés Jeremías Bentham, combatió a Bolívar cuando ya era usurpados y en 1832 vivía en la esquina de la Iglesia de San Roque en una casa espaciosa con patio y jardín (actuales carreras Rocafuerte y Chimborazo) considerado persona de viso, de grandes méritos e ilustración.
Enseguida sacó un periódico con el novedoso nombre de El Quiteño Libre. El público miró con simpatía el gesto y como la Sociedad estaba compuesta de lo más granado del intelecto y de la aristocracia quiteña, pronto tomó fuerza política. El 33 se produjo un distanciamiento entre las familias de Flores y Valdivieso y éste último replicó un folleto firmado por Pedro Calisto Muñoz, tío de la esposa de Flores. Dicha refutación apareció en El Quiteño Libre y el 11 de Julio Flores le reemplazó con el Dr. Víctor Félix de San Miguel, otrora perseguidor incansable de los próceres del 10 de Agosto, aunque para entonces, eso parecía como olvidado.
La ciudad estaba convulsionada y en eso arribó de Guayaquil Vicente Rocafuerte que fue designado Diputado y pasó a encabezar la oposición en el Congreso; pero no solamente le descalificaron, también se dispuso su prisión y confinio en el Perú, mas al llegar con la escolta a Naranjal fue liberado por sus partidarios que le aclamaron Jefe Supremo del Guayas, iniciándose la famosa revolución de los Chihuahuas que duró dos largos años.
En el interim, la noche de 19 de Octubre de 1833 fueron asesinados en las inmediaciones del Palacio Presidencial la mayor parte de los componentes de la Sociedad de El Quiteño Libre y varios cuerpos desnudos aparecieron colgados de los faroles. Flores tuvo que trasladarse a Guayaquil a contener la revolución y Quito quedó desguarnecida, circunstancia que aprovechó el Coronel José María Guerrero para proclamar el 12 de Noviembre la jefatura Suprema de José Félix Valdivieso, quien era uno de los terratenientes más ricos de esa región, hombre de un muy bueno y cultivado entendimiento, de índole y costumbres suaves, conocedor de los negocios de gobierno y de gran influencia en Quito, tenía además en su favor la circunstancia de haber sido despedido por el Presidente del ministerio en que servía. Pero esa misma blandura de carácter, seductora para los tiempos de bonanza, le privaba del temple y actividad que eran menester para los tiempos de agitación, y sobre todo carecía de abnegación, facultad de las almas enérgicas y elevadas, sin la cual no cabe que un caudillo pueda sostenerse sobre sus conciudadanos a la altura a la que le encumbran las revueltas, segun opinión de Pedro Fermín Ceballos.
Pedro Moncayo en su Historia del Ecuador indica que si se hubiera proclamado a Rocafuerte, individuo con mayor prestancia y méritos que Valdivieso y que además se hallaba en situación difícil luchando contra Flores, no se habría producido la fatal división del elemento nacional.
Valdivieso no quiso iniciar una guerra Civil fratricida y realizó todas las gestiones conducentes para lograr una paz honrosa. Finalmente, producido el entente entre Flores y Rocafuerte en Guayaquil, designó al Dr. Pablo Merino y a su primo José Miguel Carrión y Valdivieso para ajustar un Convenio de Paz. Flores nombró a José Joaquín de Olmedo y a Luis Fernando Vivero, pero los delegados no pudieron llegar a un acuerdo por el odio que inspiraba Flores.
Flores pensó entonces en un arbitrio y consiguió hacer designar Jefe Supremo a Rocafuerte pues había finalizado su período constitucional, salvando así un escollo difícil que impedía las negociaciones.
El Partido Nacional mantenía su ejército en Babahoyo al mando del General Isidoro Barriga y hacia allá fueron a conferenciar los Generales Tomás Carlos Wright y Antonio Elizalde.
El 22 de Octubre Valdivieso convocó a una Convención Nacional que recién pudo instalarse el 6 de Enero de 1835 en Quito, recibiendo el apoyo de Quito y Cuenca, a tiempo que Rocafuerte – asustado por el giro de los acontecimientos políticos – disponía la movilización del ejército contra la capital.
El 18 de Enero se enfrentaron ambas fuerzas militares en las llanuras arenosas de Miñarica muy cerca de Ambato. Valdivieso estaba tan seguro del triunfo que había ofrecido por medio del Diputado Vicente Flor Eguez, mil pesos de oro al soldado que diera buena cuenta de Flores.
La derrota de los Nacionalistas fue clamorosa pues su gente bisoña y colaticia no supo resistir las cargas sucesivas de las tropas veteranas de la Independencia. La masacre fue horrible pues no hubo cuartel para los vencidos y el encuentro terminó en una feroz carnicería pues el General Otamendi y su gente alanceaba por la espalda a los que huían, sin dar cuartel a los vencidos. I cuando llegó la fatal noticia a Quito, el pueblo se las tomó con la imagen de la Virgen del Quinche, que tuvo que ser guardada para evitar su destrucción bajo la severa acusación de traidora o por lo menos de remolona al permitir que los enemigos de la costa aplastaran a los quiteños en forma tan terrible como inhumana.
A fines de Enero lo más granado del partido Nacional se refugió en Pasto y alcanzó a mil doscientas personas entre las cuales se puede mencionar al propio Jefe Supremo Valdiviezo, a su secretario privado el Dr. Pablo Merino y Ortega, Luis de Saa, Benigno Malo, Vicente Sáenz, Joaquín Mendizábal, el General Manuel Matheus, el Cor. Agustín Franco, el Cor. Teodoro Gómez de la Torre, Francisco Gómez de la Torre, el Cor. Granja, Ramón Borja Esparza, Ramón Miño, Salvador Ortega, Hermenegildo Peñaherrera, Javier Valdiviezo, Roberto Ascázubi, Nicolás Espinosa, el Dr. Ramón Gortaire, el médico Manuel de la Gala, Domingo Miño, Manuel Romero, Manuel Alomía, Domingo García, José M. González, José Cervantes, Gabriel Gómez de la Torre, Antonio Chica, fray Justo Caycedo, los padres Atienza y Nicolás Rodríguez, fray Agustín Auz, fray Manuel Andrade Maldonado, Fernando Romay, Pio Escudero, Mariano Gangotena, Luciano Salas, Domingo Gómez de la Torre, José Viteri, Manuel Eguiguren, Juan Chiriboga, Jacinto Landázuri, José Vivanco, el Dr. Gabriel Alvarado, Bernardo Román, Luciano Salas, y otros personajes notables.
Entonces Valdivieso designó a Pablo Merino y a Roberto Ascázubi para que convencieran al gobierno granadino de la conveniencia de intervenir militarmente en el Ecuador y estableció el periódico “La Voz de la Razón” que empezó a denunciar los abusos, multas y demás exacciones del nuevo régimen. Su esposa Doña Catita fue apresada y tuvo que erogar diez mil pesos de multa para que la dejaran tranquila.
En el Congreso de 1837 se dispuso concederle un salvoconducto a fin de que pudiere volver a su hogar libremente con otros muchos emigrados y la devolución de la multa, así fue como pudo volver al País; sin embargo el 38 fue desterrado nuevamente a Pasto, acusado de complicidad en la revolución de Otamendi y Urbina en Riobamba y volvieron a molestar a su esposa.
En 1839, al término del gobierno de Rocafuerte regresó a Quito y le acusó en el Congreso denodadamente, pero Flores logró que retirara los cargos. El 40 figuró como socio fundador, con Rocafuerte, de la Compañía de Navegación y posteriormente obsequió sus acciones al Estado.
En 1841 asistió al Congreso como Senador por el Pichincha y lo presidió. Estaba nuevamente de a buenas con Flores, pero al anularse las elecciones en Cuenca y no concurrir esa delegación, lo disolvió.
En Noviembre le designaron para tratar sobre el pago de la deuda y sobre asuntos limítrofes con el Plenipotenciario peruano Matías León, quien se adelantó a Quito. Valdivieso le agasajó en su quinta el Placer y entre el 4 y el 6 de Diciembre conferenciaron largamente. León pidió tiempo para escribir a Lima, pero semanas después solicitó pasaporte y volvió a su País. El fracaso de estas conversaciones originó la Misión del General Bernardo Daste al Perú.
En 1843 nuevamente concurrió al Congreso y le designaron Vicepresidente de dicho organismo, presidiendo la comisión que discutió y aprobó las bases de la nueva Constitución calificada de arcaica y hasta de monárquica por Rocafuerte, por contener la institución del Senador vitalicio de la Constitución bolivariana y del derecho inglés. Por eso y porque permitía la reelección presidencial por un período de seis anos, fue conocida con el ominoso nombre de Carta de Esclavitud y este Congreso de ser una reunión de esclavos, un club genízaro y de tener miras proditorias cuyo fin único era reelegir a Flores “con desdoro de la nación y perjuicio de las rentas públicas”. Allí brilló la fogosa y temible oratoria de Rocafuerte pero quien le hizo fuerte como legítimo contradictor fue Valdivieso, que también demostró excelentes dotes oratorias, habilidad y preparación, aunque carecía de los sólidos principios republicanos y democráticos del tribuno del Guayas, como quedó demostrado cuando defendió el derecho de concurrencia al Congreso de los ministro del culto, la religión única con exclusión de cualquier otra – que limitaba las aspiraciones de una migración extranjera – sobre todo europea y protestante, tenida entonces como la mejor y la civilizadora. I fueron tan duros los enfrentamientos que finalmente se retiró Rocafuerte de la Cámara, no si antes calificar a Valdivieso de ser el Tántalo lojano.
Para la revolución del 6 de Marzo de 1845, teniendo Flores que ausentarse a Babahoyo y residiendo el Vicepresidente Francisco Marcos en Guayaquil, en su calidad de último presidente del poder legislativo fue encargado Valdivieso del mando el 15 de Marzo, actuó precariamente en Quito por cortos días y pasó con seiscientos veteranos a Latacunga. El 21 de Junio se sublevó Quito y Flores tuvo que pactar aceptando su salida del país. Quedaba Valdivieso en la sierra y para lograrse la unificación nacional se firmó el 27 un Tratado entre los delegados del Guayas Pedro Carbo y José María Urbina y los de Valdivieso, que fueron los Generales Antonio Martínez Pallares e Ignacio Pareja Mariscal.
En 1846 la Convención Nacional de Cuenca le confinó en Loja, pero prefirió continuar a Piura donde tenía negocios y parientes, finalmente siguió a Lima donde le atacó una grave dolencia que le mantuvo varias semanas en cama.
Regresó el 47 a Quito y nuevamente se dedicó a conspirar, en esta ocasión contra el régimen constitucional del presidente Vicente Ramón Roca y desde entonces actuó como jefe del vencido partido floreano en el Ecuador. El Agosto del 48 fue tomado prisionero y encerrado en el convento de La Merced y luego de varios días se dispuso su traslado, con todos los suyos, incluyendo a sus tiernos nietos, a su hacienda de Pomasqui. Recobrada la libertad presentó una queja al Congreso que fue devuelta por los términos poco moderados que contenía. Arrepentido del asunto, envió un escrito excusándose.
El 49 apoyó al gobierno provisional del Vicepresidente Manuel de Ascázubi y el 10 de Junio del 50 se le volteó, presidiendo la Junta que tras corta deliberación confirmó en la Jefatura Suprema a Diego Noboa, en cuyo gobierno colaboró con entusiasmo por ser de tinte conservador y cuando éste viajó a Guayaquil, fue apresado y enviado fuera del país, se encargó de la presidencia de la República con una fuerza de mil cuatrocientos hombres bajo el mando del Coronel Manuel Tomás Maldonado, pero sintiéndose viejo para iniciar una nueva lucha pues frisaba en los sesenta y seis años de edad, plegó a Urbina, que entró en Quito victorioso.
Era la primera figura sociopolítica de la capital pero esa fue su última actuación pública y falleció el 8 de Junio de 1856, de setenta y dos años, retirado de los destinos del estado. Tres días antes, imposibilitado del pulso (sic.) había conferido un Poder para testar y un Codicilio a su yerno Manuel Fernández Salvador.
Sobresalió como ejecutivo de gran competencia para diversidad de negocios desde la construcción de carretas en Pujilí con carpinteros hábiles formados por maestros traídos de Piura para la enseñanza de la técnica de las ruedas, que se forraban con jebe (caucho) para que duraran más, producido en las haciendas de los Valdivieso en Jaén de Bracamoros.
También mantenía el negocio de los mulares que se reproducían en sus haciendas y vendía al ejército para las movilizaciones, así como la exportación de la cascarilla del árbol de la quina, único remedio conocido por entonces para la cura de las fiebres intermitentes o paludismo. La mejor cascarilla se producía en la zona de Uritusinga en la cordillera de Cajanuma en el Azuay.
Su gran fortuna y don de gentes le hicieron un líder social en Quito, sin el brillo que había tenido su antecesor Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre, que formado en la Ilustración y con amigos como Espejo, llegó a adquirir una cultura superior a la media de su tiempo. Valdivieso, en cambio, por su falta de viajes y de contactos mundanos fue solamente un gran señor.