TORRES DE CONCHA. Delfina


DELFINA TORRES DE CONCHA ha pasado a la historia nacional por ser madre de mártires y héroes del liberalismo radical; pues sus hijos militaron en las filas revolucionarias de la época y fueron abanderados de la causa de la patria y del progreso social.
Allí está la esfinge valerosa y ejemplar de LUIS VARGAS TORRES Y CARLOS CONCHA TORRES, apuntando el camino seguro que el pueblo ecuatoriano tiene que recorrer para su liberación definitiva.
Doña Delfina nació en Esmeraldas en 1936; sus padres fueron Xavier Torres Betancourt y Lucía de la Carrera, quienes se casaron en Atacames y tuvieron los siguientes hijos:
Simón Torres de la Carrera, de quien desciende el célebre novelista y poeta Adalberto Ortiz Quiñonez; luego Rosa, nacida en 1830; Flora en 1860 y Adela, esposa del guayaquileño José María Bodero.
Don Xavier Torres Betancourt llegó a Esmeraldas como Secretario de su tío, el Capitán MIGUEL DE BETANCOURT Y NICOLAIDE, quien fue designado gobernador de esta provincia en diciembre de 1809. El capitán había nacido en Quito y fue hijo del matrimonio formado por Gregorio Betancourt y Morales y Ana de Nicolaide y Ormaza. Fue enviado a Esmeraldas cuando los PRÓCERES DEL 10 DE AGOSTO proclamaron la independencia y apresaron al Conde Ruiz de Castilla.
En marzo de 1810 el nuevo Gobernador se estableció en Atacames y al restablecerse el Conde Ruiz de Castilla, ordenó que Betancourt sea trasladado a Quito para su juzgamiento y prisión, siendo reemplazado por el Capitán Diego de la Carrera, natural de Barbacoas, quien en 1811 recibió despachos de Teniente de Corregidor. En el ejercicio de este cargo fue cuando sobrevino la REVOLUCIÓN DEL 9 DE OCTUBRE DE 1820; fue apresado por los expedicionarios que llegaron de Guayaquil y fue sacrificado a bayonetazos.
Don Diego de la Carrera había nacido en 1770 y estaba casado con una señora Portocarrero. En Atacames le nació una hija llamada Francisca que murió soltera, luego tuvieron a María en 1787, que se casó con el guayaquileño José – María González de Vera; a Lucia en 1799, quien contrajo nupcias con XAVIER TORRES BETANCOURT, padres de DELFINA TORRES DE LA CARRERA, y finalmente Juana que falleció de corta edad.
Doña DELFINA TORRES DE LA CARRERA formó matrimonio con LUIS VARGAS, colombiano, que tenía propiedades agrícolas, con esclavos y hombres libres; y era dueño de las haciendas “San José” y “La Propicia”. Don Luis ha pasado a la historia como uno de los primeros colonizadores de la provincia de Esmeraldas. “Como empresario y comerciante nadie le ganaba en Esmeraldas y llegó a poseer una de las más notables fortunas de la región. La suya fue la primera casa de madera en la población y este dio buen ejemplo e hizo que sus vecinos también la construyeran. La segunda casa fue la Iglesia, que costeó con sus recursos, con una pequeña torre y dos campanas que hizo traer de Quito a lomo de mula”.
El matrimonio formado por Delfina Torres y Luis Vargas tuvieron los siguientes hijos: Froilón, que murió niño; Rómulo, quien a los 30 años viajó a -Costa Rica y nunca – más supo de él; Zulema, que murió joven; – y el último fue el héroe – liberal, Coronel LUIS VARGAS TORRES, – fusilado en Cuenca por – orden del Presidente Caamaño. Doña Delfina enviudó; su esposo – murió frente a las costas de Tumaco durante un viaje de rutina.
Doña Delfina contrajo segundas nupcias con don ULADISLAO CONCHA PIEDRAHITA, Cónsul General de Nueva Granada en Esmeraldas, natural de Buga, hijo de Ignacio Concha y de Teresa Piedrahita, quien había pasado a Guayaquil en 1843 acompañado de su tío el Presbítero doctor Fernando Racines, que huía de una de las persecuciones políticas tan comunes en su patria.
ULADISLAO CONCHA trabajó en Guayaquil, en la empresa “Rosa”, exportadora de cacao a México; luego estuvo con “Caamaño e hijos”, que lo nombró su agente en Manabí, pa donde vivió algunos meses, para luego seguir a Esmeraldas donde instaló tienda de comercio, adquirió haciendas y consolidó su fortuna, convirtiéndose en el primer exportador de su tiempo.
Julio Estupiñán en la página 1905 de su “Monografía Integral de Esmeraldas” dice: “El señor Concha es propietario de extensas porciones de tierra de cultivo, especialmente en los ríos Teano, Esmeraldas, etc. y solares y casas en la capital, sin considerar el activo comercial que ejerce. Sus haciendas son Timbres, Tatica, Tábule, Mútile, Guabal, la Clemencia, Tachina, Pampilar, etc, Estas tierras unidas a las de doña Delfina Torres, su cónyuge, que hereda de su primer esposo y de sus padres y es propietaria de San José, La Propicia, La Victoria, etc. forman un solo conjunto de casi CIEN KILÓMETROS de largo, estando dedicadas a cacao, café, ganado.
Todo esto dio a la familia PODER SUFICIENTE PARA REUNIR EN PIE DE GUERRA, de la noche a la mañana, sucesivos contingentes humanos. Así lo había hecho VARGAS TORRES, así los Alfaro, valiéndose de los Concha en varias ocasiones.
La acción revolucionaria liberal de los hijos de doña Delfina se financió con el poder económico de la familia y significó casi la pérdida de todo su capital, avaluado en 1913 en la cantidad de CUATRO MILLONES DE DÓLARES, más treinta mil reses y dieciocho haciendas. De esta forma se explica que el GENERAL CARLOS CONCHA TORRES haya podido darse el lujo de derrotar a tres ejércitos del régimen de Leonidas Plaza Gutiérrez entre 1912 y 1914.
Don Uladislao Concha Piedrahita convirtió a Esmeraldas en puerto exportador de mucha consideración en la República. Había tenido hijos anteriores al matrimonio con doña Delfina y estos eran Victoria Concha Bajarano (1857-1956), María Sara (1858- 1941) y Julio Cesar (1857-1922) Concha Campuzano, quien fue prominente liberal y Director del periódico “El Porvenir” que combatió al gobierno desde el 1 de agosto hasta 1894; además fue militar, consejero municipal, gobernador y Ministro de Estado.
Del matrimonio de don Uladislao Concha y Delfina Torres son Clefilas liberales el 6 de agosto de 1882 y murió como consecuencia de las heridas causadas en las acciones y luego fue llevado al Perú; Carlos (1864-1919), María del Carmen (1865– ), Esther(1866-1924), Fernando (1868–), Teresa (1869-1968), José a María ( – 1899), Pedro (1 – (1874-1962), estudió en en la Academia Militar de Marget, en Inglaterra, fue Cónsul del Ecuador en Hamburgo desde 1897 a 1902, durante los primeros gobiernos de Alfaro; Del-fina (1877-1981) y Enrique.
Son los hijos de doña : DELFINA TORRES quienes en las últimas décadas del siglo XIX se convierten en columna principal de las luchas antifeudales, de los combates contra el sistema conservador, la teocracia, la Iglesia y los privilegios oscuros de una aristocracia decadente. Y es LUIS VARGAS TORRES, revolucionario liberal, el primero de la familia en entregarse a la causa de la justicia social.
Luis Vargas Torres (1855-1887) participó en las guerrilleras alfaristas y fue figura principal de la revolución liberal que triunfó el 5 de junio de 1895. Durante su vida de combatiente escribió los documentos políticos “Alfaro y los Pentaviros de Quito”, “Diario de Campaña de Alfaro”, “La Revolución del 15 de Noviembre de 1884″ y “Al Borde de mi Tumba”, que constituye su testamento político.
Cayó prisionero y el 5 de enero de 1887 se le instauró un Consejo de Guerra que presidió el Comandante del Distrito del Azuay, Coronel de Guerra Antonio Muñoz Vernaza. Dicho tribunal lo condenó a sufrir la pena de muerte; y el eminente liberal doctor EMILIO AREVALO, esposo de CAROLINA FEBRES CORDERO, fue quien asumió la defensa. El 20 de marzo fue fusilado y su cadáver lanzado a la quebrada de SUPAY-HÙAICO, lugar donde también años atrás se lanzara el cadáver de DOLORES VEINTIMILLA DE GALINDO.
Sus restos fueron traídos a Guayaquil en 1895 y trasladados a Esmeraldas en 1935. Luis Vargas Torres fue un valiente y un héroe liberal; poco antes de ser fusilado pidió que los GRILLOS, inseparables compañeros de su prisión, le sean entregados a su madre, los cuales no llegaron a su destino. A continuación damos a conocer la carta de Luis Vargas Torres dirigida a su madre, por considerarla un testimonio histórico de su personalidad.
“Señora
Delfina Torres Vda. de Concha.
Comprendo muy bien, madre mía, que este, mi último adiós, te hará sufrir mucho, muchísimo. Pero, cómo irme a la eternidad sin despedirme de los seres más queridos que tengo en este mundo, de tí,madre querida, de María, de Esther, de Teresa y de Delfinita?
¡Ah! Mucho sufrirás con mi partida: Yo también sufro con dejarte. Pero allá, libre de la ferocidad de los hombres y en unión de nuestro querido Clemente, te esperaré para darte el abrazo de que me privan aquí los hombres inhumanos, separándome de tí.
Después de pocas horas dejaré de existir, derramando mi sangre en un Patíbulo. Muy bien sabes que ningún crimen he cometido y que sólo por ser honrado ciudadano, amante del progreso de mi patria, voy a recibir esa muerte. Pero ¡ah! sí, soy un

criminal: Mucho has llorado, mucho has sufrido…
Aquellos insensatos que me matan por satisfacer una ruin venganza, creen contener el vuelo de la revolución con este crimen y no saben esos infelices que lo que hacen es darle más aire y más espacio: ¡Quiera Dios, madre mía, que sea yo la última víctima que presencian los pueblos!
Algunos días ha que no va Jorge, pero creó que está en esta ciudad. No puedo verlo, pues, estoy absolutamente incomunicado y ojalá que no lo vea para que mi corazón no flaquee y no asomen lágrimas a mis ojos, pues, si asomasen, creerían mis enemigos que la cobardía dominaba mi corazón. Con él les dejo algunos recuerdos.
No puedo más. Las lágrimas brotan de mis ojos sin cesar y mi corazón desfallece. Adiós, madre querida.
Adiós, no desesperes.
Tus hijos necesitan de tu apoyo y tus sufrimientos te abren el camino de la felicidad. Adiós, adiós.
Luis Vargas Torres
(firma)
Cuenca, en mi prisión.
Marzo 19, 1877”