PROAÑO MARQUEZ FEDERICO

a) rico de fe

PERIODISTA.- Nació en Cuenca el 4 de Marzo de 1848, a las diez y media de la noche, en una casa cerca de la Cruz del Vado situada a orillas del río Tomebamba (hoy calle La Condamine) propiedad del virtuoso sacerdote Antonio Delgado quien era su tío abuelo materno y recibió el bautizo el día 11 con los nombres de Federico Raimundo. En dicha casa colonial habíase alojado el sabio y geodésico francés Charles de La Condamine.
Fueron sus padres el Dr. José Camilo Proaño y Proaño, y Teresa Márquez Delgado “digna y hermosa joven, a quien conocí a los cinco meses de llegado a Cuenca, de quien no se había dicho nada antes y su reputación estaba ilesa” Y no hubo matrimonio solo por el machismo del militar y las diferencias sociales y económicas. Ella trabajará duro para que su único hijo sobresalga y la llamarán peyorativamente “La Planchadora.”
Estudió la primaria en una escuela particular contigua. Dos de sus tíos, sacerdote el primero y abogado el segundo, acordaron hacerse cargo de su educación. Después ingresó interno al Colegio Seminario, permaneciendo hasta 1865 como el mejor alumno del plantel. Sus superiores Luis Cordero, Antonio Aguilar, Miguel León Garrido y José Antonio Márquez le premiaron con el cargo de Bibliotecario para que se ayudara en sus gastos.
El 1 de Enero de 1868 tomó la palabra en representación de los estudiantes en el acto inaugural de la Junta Universitaria de Cuenca y el 28 de Noviembre fundó con Luis Cordero la Sociedad de “La Esperanza” que Proaño presidió y Cordero dirigió. Primero sacó el joven Proaño dos periodiquitos escritos a mano “La Esperanza” y “El Crisol”, y ayudado por varios compañeritos redactaron una revista que llegó al décimo número con prosa y poesía de juventud. Proaño escribió prosa satírica con su maestro Cordero y entre los poetas comenzaron a descollar Miguel Moreno, Honorato Vásquez, Carlos Joaquín Córdova, Tomás Rendón Solano y Julio Matovelle Pesantes entre los mejores, Antonio Marchán García y Manuel Salcedo entre los ramplones. También formó parte de la Sociedad Conservadora del Azuay que luchó a finales del 68 por el triunfo de la candidatura del Dr. Gabriel García Moreno a la presidencia de la República, frente a la del liberal del Dr. Francisco X. Aguirre Abad. Mas, a la postre, viendo que la llevaba perdida, el primero dio en Enero del 69 un golpe de estado en Quito y se hizo del poder.
Su tío abuelo el sacerdote Dr. Pío Márquez le pidió que abrace la carrera religiosa y más por complacerle debido a la gratitud que le tenía, que por vocación verdadera, así lo hizo. El 22 de Septiembre de 1869 fué designado Director de la Segunda Escuela Auxiliar de Niñas donde trabajaba de profesora Antonia Arteaga Carrión. En 1870 tomó la palabra en los solemnes funerales del Rector de la Universidad Benigno Malo Valdivieso. El 71 continuó colaborando en “La Aurora”, comenzó estudios de Botánica, luego de Medicina y finalmente se decidió por los de Jurisprudencia, dado el atraso de las otras ciencias en Cuenca.
El 73 surgió el amor en su pecho, se acercó a la señorita Arteaga y la pidió en matrimonio, pero fué rechazado por la familia de ella debido a su nacimiento ilegítimo, pobreza y condición de Clérigo de Ordenes Menores. Decepcionado profundamente, herido en sus más nobles sentimientos y a pesar de los ruegos de su madre, viajó a Guayaquil. En Naranjal le esperaban sus amigos Emilio Arévalo y Francisco de Paula Correa, votó la sotana y con ellos visitó la “Sociedad Literaria de Instrucción Mutua” donde se conoció con el joven Miguel Valverde y otros libres pensadores y el día 9 de Octubre fundó con Valverde un semanario titulado “La Nueva Era”, que como su nombre lo indica era un augurio de mejores tiempos.
“Proaño y Valverde poseían un idealismo fuera de lo común y profesaban un liberalismo a toda prueba” Estas cualidades se transparentaban en las páginas de “La Nueva Era” pero Valverde enfermó de pulmonía y tuvo que viajar a curarse en Valparaíso y cuando volvió en Junio, aprovechó Proaño para colaborar solamente hasta el 22 de Septiembre de 1874, en que anunció su separación pues quería preparar su Licenciatura en Derecho.
Justamente entonces apareció en “La Nueva Era” un artículo denominado “Correspondencia Importante” exigiendo elecciones libres, que después se conoció fue entregado por Rafael María Arízaga y había sido escrito por Antonio Borrero en Cuenca, que el gobierno tiránico de García Moreno calificó de sedicioso pues aspiraba a conseguir la reelección presidencial.
El 4 de Noviembre, por disposición del Intendente General de Policía del Guayas, José Ramón de Sucre y Lavayen, fueron apresados Valverde y Proaño y llevados al Cuartel de Artillería, donde gozaban de cierta libertad al punto que Proaño podía salir por las noches a visitar a su madre que había arribado de Cuenca y se encontraba muy preocupada por el suceso, pero no faltó quien denunciara tal hecho y los trasladaron a la insalubre Cárcel Pública.
El 12 de Diciembre suscribieron una protesta que no pudieron editar porque las imprentas se negaron a tomar parte en el asunto. Iniciada como estaba la causa criminal por sedición, el Juez resolvió el 17 de Diciembre que el artículo materia de la acusación no tenía nada de sedicioso. Apeló el Gobernador y la Corte Superior confirmó el fallo. Una nueva excitativa de la autoridad, esta vez al Agente Fiscal, motivó que este indicara que “Las expresiones contenidas en el artículo son vanas exclamaciones, insuficientes para constituir un delito claro y bien defino. Para ese momento G.M. había dispuesto que los presos fueren traslados a la vetusta cárcel ubicada en la esquina de las calles del teatro y municipalidad, en vigorosa incomunicación y el 28 de Enero de 1875, los mandaron al Cuartel de Policía de Quito.
El tirano se tiraba de los cabellos por conocer quien era el autor del tan debatido artículo y como caballerosamente Valverde y Proaño se negaran a ello, se les indicó que debían pedir la libertad, siendo respondido que la libertad no se pide, se exige. Entonces G. M. el 15 de Febrero, fulminó el inmediato destierro por la vía del río Napo al Perú, lo que prácticamente equivalía a una pena de muerte en aquellas peligrosísimas espesuras.
La salida de la capital fue aparatosa, en medio de numeroso público, tras padecer casi cinco meses de prisión. La condena no podía ser más injusta, pues siendo inocentes de todo delito se les hacía sufrir las penurias de un viaje a la inmensidad de lo desconocido. Eran, pues, dos mártires de la libertad de imprenta.
Primero tomaron por la pequeñísima población de Baños al Pastaza y por Papallacta siguieron a la misión jesuíta de Archidona, donde descansaron algunos días para proseguir hasta las riberas del río Napo.
Semanas después, sufriendo toda clase de vicisitudes, picados de mosquitos arribaron al sitio Callaposa, último rincón de la Patria en esos tiempos. Valverde se bajó del caballo con dignidad, no así Proaño que rogaba a los guardias que no les dejaran en esas inmensidades a la espera de una muerte segura. Ya solos, comenzaron a caminar y felizmente se toparon de buenas a primeras con una boa tan grande que hubiera podido tragarlos. De la impresión y susto se regresaron por el camino recorrido y sentados a la buena de Dios estuvieron esperando una semana el auxilio de la providencia y cuando ya creían morir de inanición apareció un agricultor de la región llamado Manuel Jara, quien los llevó y mantuvo dos días maravillosos en su casa y luego los mandó en canoa propia y con remeros a su servicio hasta Iquitos, donde arribaron el 3 de Abril.
De Iquitos partieron en canoa a Balsapuerto, lugar desamparado donde les atacaron las niguas y a pie y por la selva profunda, pasando penurias, enfermos de paludismo y hasta descalzados tuvieron que seguir. En el trayecto murió un Capitán de apellido Baso que les acompañaba y Proaño empezó a sufrir de fiebres altísimas Finalmente arribaron a Moyobamba, descansaron veintitrés días y con dos ecuatorianos más avanzaron a Cajamarca y de allí al puerto de Pacasmayo. En Junio estaban el Lima tras cinco meses de constantes trabajos, penurias y peligros.
Para ganarse la vida empezó a colaborar en “El Peruano” con una serie de artículos humorísticos sobre las calles que fueron muy bien recibidos. Casi enseguida se enteraron de la horrorosa muerte de García Moreno y de la cencerrada conque Guayaquil castigó al ex – Gobernador Sucre (1)
Nuevamente en el puerto principal apoyaron decisivamente la candidatura del Dr. Antonio Borrero a la presidencia de la República, por haber sido el autor del famoso artículo que tantas desventuras les había ocasionado y porque creían firmemente que era un liberal moderado. El 17 de Octubre fueron las elecciones y triunfó Borrero.
Para felicitar al triunfador viajó Proaño a Cuenca, invitándole a visitar Guayaquil. Con tal oportunidad fué designado Socio honorario de “El Liceo de la Juventud” y tomó la palabra en una velada literaria dedicada a Borrero, que al ocupar el poder le ofreció el cargo de redactor del periódico oficial que se editaba en Quito, cargo que Proaño no aceptó porque desde semanas atrás se desempeñaba como Secretario Municipal en el puerto principal.
Encolerizado Borrero con “el desaire” de Proaño y molesto por la campaña periodística de Valverde, quien desde “El Convencional” pedía la derogatoria de la Carta Negra o Constitución garciana de 1869, que tanta vergüenza ocasionaba al elemento civilizado del país, escribió desde Quito a un amigo… “hombres insignificantes por su posición política y social como Proaño y Valverde, etc. causan inquietud y malestar en Guayaquil.”
Proaño ni inquietaba ni molestaba, solo se encontraba haciendo amistades y circulando entre los periodistas y literatos del puerto. Así fue como trató a Eloy Alfaro por entonces en Guayaquil y cuando el General Ignacio de Veintemilla se insurreccionó en 1876, le apoyó en principio, con otros liberales, pero pronto se decepcionaron del gobierno personalista del nuevo mandatario.
En Marzo de 1877 fundó “The Times”, periódico de formato diminuto en solo 4 págs. que imprimía en los talleres de “El Comercio” que Veintemilla hizo comprar para que cesara dicha publicación; sin embargo, Proaño se había quedado con un artículo de Juan Montalvo titulado “Las Catacumbas” que en Mayo apareció bajo su firma de responsabilidad en “’Los Andes” y por ello fue expulsado del país.
El 6 de Julio de 1877 viajó en barco a Lima, cómodamente y sin escoltas, pues había terminado la época del sadismo garciano. El 78 colaboró en “La Candela” periodiquito guayaquileño de oposición a Veintemilla que circuló durante el período de la Convención de ese año, en el que también escribieron otros liberales de la talla de Juan Montalvo, Juan Benigno Vela, Celiano Monge, David Montalvo y Aparicio Ortega.
Por esos días Alfaro le llamó a Panamá y con su apoyo económico reapareció “The Times”. A una invitación de su amigo Joaquín Fernández pasó a Costa Rica en enero de 1881 recibió una atenta esquela del Presidente de El Salvador, Dr. Rafael Zaldívar, médico ilustrado, que le llevó de Secretario privado, tal su buena fama en esos países.
Bajo su protección volvió a sacar “The Times” y luego “El Diario del Comercio” donde popularizó su pseudónimo “Rico de Fe”, anagrama de su nombre Federico. También defendió a Zaldívar desde el periódico gobiernista “La República” y presidió la Sociedad Literaria la Juventud.
El 13 de Julio de 1881, en virtud de su labor cultural la Universidad de El Salvador le extendió el título de Doctor Honoris Causa y a poco nació su hija Bolivia Proaño, habida en una hermosa dama salvadoreña. Esta Bolivia casaría con Manuel Olmedo y dejó numerosa descendencia en El Salvador.
En 1883 fundó en El Salvador con Francisco Castañeda y Ramón Mayenga el “Diario del Comercio”, comienzo el periodismo moderno en ese país. Entonces Alfaro inició la revolución contra Veintemilla, invadió la provincia de Esmeraldas, designó Gabinete y le nombró Ministro de Hacienda, llamándole a las armas.
Proaño viajó a Manabí, se entrevistó con Alfaro y enterado que había sido reemplazado en ausencia, pasó a Cuenca a visitar a su madre y regresó a San Salvador donde tenía fijada su residencia.empleo y alejado del poder. La juventud liberal guayaquileña le preparó una “cencerrada” para castigarle por sus incontables abusos. Una noche del mes de Septiembre le esperaron varios jóvenes en una esquina céntrica y le cayeron a patadas y a golpes, dejádole en el suelo todo aturdido, duramente aporreado y con las ropas desgajadas, suceso que fue tan comentado en la ciudad que aún hoy, después de más de un siglo, se recuerda y aplaude pues era este Sucre un sujeto insignificante e indigno de llevar los nombres y apellido de su ilustre pariente el Gran Mariscal.
Caído Veintemilla fué electo Diputado por Manabí a la Asamblea Nacional Constituyente pero no concurrió. En Mayo del 84 publicó en San Salvador “Artículos Literarios” – colección que no vale un pito pero se vende a cuatro reales- en la imprenta de F. Sagrini, que la crítica acogió como obra maestra del ensayo. Alfaro aprovechó el momento para solicitarle que intercediera ante los gobiernos de Nicaragua y El Salvador, para que ayuden a la implantación del liberalismo en el Ecuador consiguiendo que ambos gobiernos subministren los fondos necesarios para la adquisición del vapor “Alajuela” en el cual amagó Alfaro las costas manabitas alborotando la política ecuatoriana por varias semanas hasta que se produjo el sangriento combate naval en el punto de la costa denominado Balsamaragua.
En 1885 cayó el régimen de Zaldívar y Proaño emigró a Costa Rica. En San José fundó los periódicos “El Maestro”, “Otro Diario” y “La Escoba” sucesivamente, hasta que el 5 de Diciembre de 1.886 fué expulsado por el Presidente Dr. Bernardo Soto. Entonces siguió a Guatemala, que gobernaba por esos días el general Manuel Lizandro Varillas, quien le recibió afectuosamente. Fué redactor principal de “El Diario de Centroamérica” con Rubén Darío, Manuel Arzú Saborio y Nicolás Augusto González y con ellos fundó “La Noticia” que circulaba hasta 1892, al finalizar la presidencia de Varillas.
Ese año radicó en Quetzaltenango, pequeña pero culta ciudad de Guatemala y fundó “El Diario de Occidente”. Meses después, mientras caminaba tranquilamente por una de sus calles, sufrió un repentino desvanecimiento ocasionado por un infarto y llevado a su casa por el Dr. Enecón Mora, fué cuidado y acompañado por varios amigos pero falleció el 22 de Mayo de 1894, de solo cuarenta y seis años de edad. Su partida de Defunción dice: Oficio escritor, religión ninguna, no testó, era originario de la República del Ecuador y residente en esta ciudad.
Acostumbraba tener siempre a mano una cajita metálica dentro de la cual guardaba una pluma de oro en forma de hoz que utilizaba para sus escritos periodísticos y desde Cuenca traía siempre en su mano derecha un anillo grande, que había pertenecido al sabio La Condamine y que después fue de José de Caldas. Posiblemente la posesión de tan valiosa prenda le venía porque el sabio francés había habitado en la casa colonial de los Márquez, sus parientes maternos.
El sepelio constituyó todo un acontecimiento por la cantidad de público que asistió. Tomó la palabra el Lic. Mazariegos y en la lápida se gravó únicamente su pseudónimo “Rico de Fé”.
De él se dijo entonces”…el rostro de Federico Proaño, que siempre vimos lleno de suaves efluvios de jovialidad y alegría…!
El 19 de Noviembre de 1932 se exhumaron sus restos en Quetzaltenando, a las nueve de la mañana y con gran solemnidad. Se halló una caja de zinc y otra de finísima madera, Al levantarse la tapa de esta última apareció el cuerpo vestido correctamente de levita. Los brazos hallabanse ceruzados sobre el estómago, a la calavera estaba adherido el bigote. Se procedió a la limpieza de la osamenta, siendo depositados los fragmentos en una pequeña caja y se colocó en ella la placa metálica adherida al exterior del nicho y que dice “Rico de Fe”. El cuerpo del extinto estaba momificado y por ello solo se llevó de él (a Cuenca) una parte ósea, la otra quedó guardada dentro de la caja mortuoria y en el mismo nicho, el cual fue cerrado por órden del señor Alcalde, de manera que solo una parte de sus restos fueron repatriados a principios del 33. Existe su biografía escrita por Víctor Manuel Albornoz titulada “Federico Proaño, galeote del destino”, premiada en el Concurso organizado por el Núcleo del Azuay de la Casa de la Cultura en 1952 y publicada en Cuenca ese mismo año.Otra biografía, que no fue premiada a pesar que también es de mérito, escrita por el Dr. Ricardo Márquez Tapia, sigue inédita en Cuenca.
Sobre el estilo de Federico Proaño se ha dicho: “Escribe sin afectación, un primor de llaneza y un encanto de sencillez que pasman..” y en otras descripciones la misma biografía de Albornóz: “Fue tímido, delgado, trigueño, de estatura pequeña, nariz grande y aguileña, amplísimos mostachos, labio inferior salido y firme”.
De ropaje modesto, una corbata de grandes pliegues cubre invariablemente la almidonada pechera. En el anular ostenta bella sortija que representa a Saturno…. Su conversación afable, llena de colorido, desbordante de chistes, solo la interrumpe de rato en rato para aspirar goloso el humo del cigarro que nunca le falta… Su palabra seduce, avasalla…Poseyó amplios y modernos conocimientos en materias hacendarias que le granjearon fama de notable economista.
Vivió para el periodismo, fué esa su única profesión. En los veinte años que transcurrieron desde 1874 hasta 1894 fundó y mantuvo con diversas suertes ocho periódicos en cinco países diferentes, sufriendo cuatro destierros, sin que jamás se le hubiere conocido acción violenta ni furibunda crítica, sino una hermosa retórica llena de lógicas apreciaciones En 1896 sus amigos guayaquileños publicaron una recopilación de sus “Artículos Literarios” en 191 págs.