VIOLA SANTIAGO NAVARRO

MÁRTIR EN EL ECUADOR.- Nació en Buenos Aires en 1819, Fueron sus padres legítimos el Comandante de Navío de la Real Armada Española Domingo García – Navarro y Torres 1769 – 1838 sevillano que pasó a Buenos Aires en 1809 como Juez de Residencia del Gobernador Liniers y casó con la dama porteña Concepción Viola Ibáñez de Chavarri, que al quedar viuda acompañó a su hijo al Ecuador y casó por segunda ocasión en Guayaquil con el Comandante Francisco Valverde Cassaus, sin hijos.

Vicente López, en su autobiografía, cuenta de Santiago Navarro Viola o simplemente Santiago Viola, pues así acostumbraba firmar: “Había heredado una gran fortuna, Tenía talento pero era amateur y flamante en todo, en moda, en caballos, en amores, del teatro, En su vivacidad se preocupó también del movimiento literario, para en eso fue una moda elegante, como las demás, Era una reproducción fácil y audaz de lo que oía o leía a la legua, poquísimo fondo pero con talento de exhibición, Al sentir nuestro movimiento empleó unos veinte o veinticinco mil francos de su fortuna en mandar a venir todos los libros de fama corriente en París, franceses, italianos, alemanes traducidos, La Revista de París, la Británica completa, una inscripción subsiguiente y a su colección hizo agregar un número de retratos litografiados de los autores en boga, Vivía en la calle de la Florida, en casa propia, que es la que hoy está frente a la de Prirovano, ocupada por una talabartería o bazar, Su padre, del mismo nombre que él había muerto un año o dos antes, Hacía de la madre lo que quería pues ésta le tenía por un astro, ocupaba un salón escritorio y dos piezas e hizo correr la voz de los tesoros que había recibido, No se puede decir que era estudiante pero frecuentaba la universidad por no tener que hacer y darse una personalidad”,

De esta descripción bien se ve que López no le tenía mucho afecto, aunque fue de los bienaventuradosque aprovecharon sus tesoros por la descripción que hace de sus aposentos, que debió frecuentar en uso y abuso de la amistosa anfitnonía de su generoso amigo Viola.

“En su casa allá por los años 37 y 38 reuníase los jóvenes de la Asociación de Mayo En l838 leyó en la Universidad de Buenos Aires su discurso titulado “Pensamientos sobre el sistema de Codificación para obtener el grado de Doctor en Derecho Civil”.

“Como todos sus compañeros se hizo enemigo del General Juan Manuel de Rosas, Gobernador de la Provincia. Partidarios exaltados de Rosas, un día del terrible año 39, calaron a Viola, vale decir, le introdujeron por cierto orificio una gruesa vela. Esto le enfermó y la noticia fue regada a propósito entre las personas de viso y sociedad de Buenos Aires. Huyó a Montevideo en 1840 y allí se recibió de abogado con notabilísimos exámenes”.

Florencio Várela dijo: “No he visto nunca mejores exámenes que los que ha rendido Viola ante el tribunal”.

De Montevideo partió a Europa “en donde sus hábitos fastuosos y la interrupción de comunicaciones con su país le ocasionaron algunos contratiempos que comprometieron su crédito. De regreso de Europa y como aún gobernaba en su Patria el odiado tirano, se estableció con su madre viuda en 1845 en Ecuador, recibiéndose de abogado en Quito en 1.846, donde dejó una bien sentada fama de jurisconsulto y orador” pues tenia inteligencia y personalidad, a la par de conocimientos. Posteriormente se trasladó a Guayaquil y siguió ejerciendo la abogacía.

Su don de gentes, natural elegancia y perfecta educación prontamente le convirtieron en la figura infalible en las fiestas de las principales familias, mereciendo la clientela de todas las personas del comercio de la plaza, particularmente de los extranjeros, cuyas lenguas hablaba (francés e inglés).

En 1847 actuó de Fiscal en el proceso seguido en Manabí contra el Capitán James William, quien había sido segundo Gobernador de las Islas Galápagos (después del General Villamil) acusado de haber participado en la búsqueda de un entierro de objetos de plata en la isla Floreana, pertenecientes a la goleta de guerra peruana “Washington”, cuyo comandante y demás Jefes fueron asesinados por la tripulación que se amotinó.

Vivía en la parroquia guayaquileña del centro, alquilando en casa del comerciante Manuel Matheus Méndez. En 1857 figuró en la masonería como miembro fundador de la Logia Filantrópica con Ángel Roditti, Antonio Neumane Marno, José María Molestina Roca, José Camacho, José María Urbina Viten’, etc.

En 1861 fue aprehendido por orden del Presidente García Moreno. Viola no había querido defender al General Flores en el pleito de su hacienda en Babahoyo. Después patrocinó varios juicios contra Pedro Pablo García Moreno. Existían motivos de inquina personal en su contra. “Viola fue remitido a Quito con orden de que lo expulsaran al Napo. En Quito le atormentaron en la barra de grillos en compañía del Comandante Santacruz y a pretexto de que era soberbio e indomable”. Parece que fue expulsado a Colombia porque estuvo en Otavalo; sin embargo, regresó pronto y en 1862 obsequió a la recién fundada Biblioteca Municipal de Guayaquil un hermoso escritorio y cuatro volúmenes que aún se conservan. Su pensamiento liberal le distinguía entre los opositores al Presidente García Moreno, con cuya política autoritaria y despótica no congeniaba, considerándola abusiva en extremo.

En 1863 obtuvo dispensa para casar con la joven quiteña Felicia Méndez, en quien ya tenía un hijo.

En 1865, con su amigo Juan Bautista Alberdi, escribió contra la Triple Alianza integrada por los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay contra el del Paraguay. Esta guerra injusta, provocada por los intereses comerciales ingleses y la ambición desmedida del Brasil, trajo consigo la devastación del Paraguay, nación que quedó despoblada por muchos años.

En Junio el General Urbina invadió el Golfo de Guayaquil. Su flota se componía del vapor Guayas, del Washington, del Bernardino y de varios buquecitos de vela. Al saberlo, García Moreno abandonó la capital, pasó a Guayaquil y alistó una escuadra que puso bajo las órdenes del Comandante Juan Manuel Uraga y el día 26 de ese mes sorprendió y derrotó a una parte de las fuerzas urbinistas en aguas del canal de Jambelí, tomó 29 prisioneros que examinó por separado y sin fórmula de juicio hizo fusilar a 27 de ellas en cubierta, primero a dos, luego a doce, finalmente a la vista de la Isla Puna a los trece restantes. Entre los fusilados se contó el joven Buenaventura Vallejo, de no más de diecisiete años de edad, que acompañaba a su padre el venerable Coronel José Vallejo Mendoza, Prócer de la Independencia ecuatoriana, para ayudarlo a caminar, porque a dicho notable hombre público le faltaba una pierna desde los gloriosos combates de la hacienda La Elvira en marzo de 1845 y se apoyaba en su hijo.

El 27 de Junio desembarcó García Moreno en Guayaquil y ordenó el destierro de Viola. También dictó un bando “Cárcel a los que se encuentre llorando por las victimas de Jambelí pues todos deben bendecir a Dios por el triunfo”. Esa noche, leyendo los papeles requisados “a los rebeldes piratas” en el interior de uno de los buques, halló una carta de una página de extensión dirigida por Viola al General Urbina, con el nombre de un supuesto beneficiario para evitar que fuera reabierta en el correo. Después se ha escrito que iba cifrada pero Roberto Andrade que la tuvo en sus manos y la leyó afirma que esto no es verdad. La carta dice “Compadre, acepto y queda amarrada la pelea pero le advierto que mis gallos cinco, siete y diez no son de a pico sino de a navaja.”

¿Qué cómo llegó esta carta a poder de García Moreno? José Gabriel Pino Roca opina que Viola la había confiado a un sirviente de raza negra para que tome una canoa y la entregue directamente a la flota urbinista pero que el doméstico lo traicionó y se la llevó a Pedro Pablo García Moreno quien la habría proporcionado a su hermano el dictador, pero como es el único autor que menciona este particular, preferimos seguir a los escritores que han tratado este doloroso episodio de nuestra historia nacional y mas bien creemos que fue por conducto del correo ordinario que llegó la carta a su real destinatario en Lima, quien la recibiría de manos del supuesto beneficiario y la llevó consigo en la expedición.

Además se encontró una segunda carta de Viola enviada al quiteño Dr. Yerovi, desterrado a Lima, pero inocente de la invasión. Ambas misivas tenían por causa el ser Viola abogado de esas familias, aparte que por su intermedio se remitían pequeñas cantidades de dinero para aliviarles a ambos la penosa situación del exilio, pero García Moreno necesitaba sangre para mantener aterrorizados a los guayaquileños, llamó a Viola a la Gobernación y mostrándole la primera carta le preguntó si era suya. A la contestación “Si señor” le dijo “Entonces Ud. es un traidor y será fusilado a las cinco de la tarde”.

La noticia se extendió por los barrios y muchos opinaron que se iba a cometer un crimen porque la Constitución prohibía la pena de muerte por delitos políticos y según otra disposición del mismo órgano, si el Presidente se ausentaba de la capital a determinada distancia, todas las atribuciones pasaban al Vicepresidente de la República y él no quedaba sino como los demás ciudadanos.

Durante el día 28 llovieron en favor de Viola numerosas demandas de clemencia. Los Cónsules extranjeros, varios sacerdotes, banqueros, comerciantes, amigos políticos del Presidente y hasta su anciana madre Mercedes Moreno de García pidieron por él, pero el muy engreído y a la vez perverso, regodeandose en su triste y penoso papel de ángel exterminador, a todos contestó. “A las cinco de la tarde será fusilado”.

El Obispo Dr. José Tomás de Aguirre visitó a García Moreno quien despachaba en la Gobernación y tras manifestarle que los rebeldes habían sido inmisericordemente castigados y la sociedad se hallaba profundamente conmovida, insistió en la inconstitucionalidad del castigo y solicitó el perdón para Viola. El tirano, tras un momento de vacilación y duda, se volvió al rincón donde se encontraba un cierto jesuita extranjero de nacionalidad italiana llamado Miguel Franco – único testigo de la escena – y le inquirió su opinión ¡Salus Pópuli! fue la respuesta, que significa que todo se puede hacer, hasta cometer un crimen, por cuidar la salud del pueblo. Tan insólita respuesta, dio lugar a que Monseñor Aguirre le dirigiera una mirada de asombro y pena al mal sacerdote, antes de retirarse entristecido, del salón de la Gobernación.

Mientras tanto Viola seguía en el interior del cuartel de Artillería, ubicado en las actuales calles de 9 de Octubre y Boyacá, incomunicado y con cadenas. Al iniciarse la tarde pidió que le quitaran las esposas de las manos porque deseaba escribir a su novia Felisa Vargas, señorita de sociedad, con quien pensaba contraer matrimonio, pero no se accedió. Después le permitieron unas cuantas líneas dirigidas a ella y otras a su amigo y paisano Juan Antonio Gutiérrez a quien escribió lo siguiente “Querido Gutiérrez. Dentro de pocos instantes seré fusilado. En el cajón a mano derecha del escritorio encontrará mi reloj y leontina de oro. Entrégueselos a Santiaguito. En el cajón de la izquierda hay un paquete de cartas, un relicario con retrato y un rizo de cabellos. Mándele todo esto a…. Adiós querido Gutiérrez, le abraza por última vez su afectuosísimo (f) S. Viola.

Santiaguito era un hijo suyo habido en una mujer del estado llamo quien vivía con el niño en una población de la provincia de Los Ríos y con quien ya no tenía trato.

En eso entró un sacerdote “a ayudarlo a bien morir” y lo rechazó como actitud lógica y natural en un hombre de convicciones liberales en esas épocas de luchas político religiosas.

A las cuatro y media de la tarde de ese fatídico 28 de Junio de 1865 fue llevado a la parte posterior del Cuartel, actuales calles de P. Ycaza y Boyacá, solar que por entonces era parte de una extensa sabana casi deshabitada donde finalmente le quitaron las esposas. Los soldados le hicieron arrodillar como traidor y fue fusilado a las cinco en punto, por la espalda, en pantalón y camisa, serenamente y sin pronunciar palabras. Caído al suelo, agonizó varios minutos junto a un hormiguero “y antes que la vida se extinguiera, las hormigas le cubrían todo el cuerpo y para matarlo fue necesaria una segunda descarga. A nadie se permitió asistir a su entierro” que realizó su amigo Gutiérrez en el cementerio de los extranjeros, mal llamado de los protestante.

Al escuchar la fatídica descarga el tirano con total hipocresía dijo: La Patria está salvada, como queriendo engañarse a sí mismo, dándole un tono de interés patriótico al crimen que acababa de cometer , cuando en realidad solo fue el producto de una inicua y vergonzosa venganza, contra un notabilísimo ciudadano extranjero. Esa noche la ciudad permaneció en tinieblas, ninguna persona se atrevió a salir a las calles por temor a desafiar la ferocidad del tirano que andaba suelto y persiguiendo más víctimas. La novia de Viola enloqueció -dicen que de pena y otros que de la impresión al conocer el triste fin de su prometido – y transitaba la pobrecita, toda desmañada, por los callejones estrechos y tortuosos de Ciudavieja, aquellos que desaparecerían en 1896 con el Incendio Grande, causando lástima y conmiseración.

Los esposos Aguirre Aspiazu eran sus compadres, una de cuyas nietas – Ignacia Roca de Franco Ricaurte – me mostró hacia 1960 un retrato antiguo del Dr. Santiago Viola, dedicado a sus abuelos y compadres, que guardaba casi con veneración, como si se tratara de una reliquia, porque consideraba que Viola había sido sacrificado como “mártir inocente”

Viola “era un caballero y al propio tiempo un hombre de estudio”. Su asesinato provocó la reacción del elemento pensante del país. En Quito, el Nuncio Apostólico Monseñor Francisco Tavani se negó a oficiar una Misa de Acción de Gracias en la Catedral, por el triunfo obtenido por García Moreno, indicando que su ministerio era de paz. Pedro Moncayo escribió un artículo para que fuere publicado en la República Argentina, como efectivamente ocurrió, pues salió en la “Revista de Buenos Aires” y ocasionó la indignación de ese civilizado país. El erudito bibliógrafo José Domingo Cortés en su Monumental Diccionario Biográfico Americano compuso una biografía de Viola y le calificó de Mártir y el Senador por Buenos Aires, Dr. Félix Frías, denunció el crimen en ese cuerpo legislativo, pero todo quedó en la más absoluta impunidad, como sucede siempre con las malas acciones cuando son ejecutadas por los poderosos.

José Joaquín Pino de Ycaza en su “Romance de la Mamita Lola”, Guayaquil, 1951, escribió el siguiente párrafo: // ¡Viola! que al tirano / horas ha, dijera: / “Césares no brotan / en tierras de América.”…/ mientras la Valdivia, / su “ya acabó” clama, / pájaros de muerte / circundan en llamas / la testa de novia / de Felisa Vargas, / y el “Ave María” / anida, extremada / del Obispo Aguirre / en la boca cárdena! //

Su hermano Miguel Navarro Viola Fue un distinguido abogado en su Patria, entre 1854 y el 55 dirigió y editó “El Plata científico y literario” , revista sobre legislación, jurisprudencia, economía política, ciencias

naturales y literatura, con las causas judiciales más resonantes ventiladas en los tribunales de Buenos Aires y Montevideo y notables aportes a las bellas letras platenses, tales como la novela histórica de Vicente Fidel López titulada La novia del hereje o la Inquisición en Lima que apareció en sucesivas entregas, también colaboraban distinguidos literatos: Miguel Cané (padre) Francisco Acuña ^ de Figueroa, Juan María Gutiérrez,

José Tomás Guido, Lucio V. Mansilla, José Barros Pazos, Manuel E. García.