CARRERA ANDRADE JORGE

POETA.- Nació en Quito el 18 de Septiembre de 1903 en la casa de la García Moreno y Morales, barrio de la Ronda. Nací en el siglo de la defunción de la rosa cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles, declaró en uno de sus primeros poemas autobiográficos.

Hijo legítimo de Dr. Abelardo Carrera Andrade, político liberal en sus años mozos y abogado que siguió la carrera judicial hasta llegar a Ministro de la Corte Suprema de Justicia jubilándose en 1942, y de Carmen Amelia Baca Andrade, “mujer admirable y bella”, dueña de una magnífica biblioteca, que dominaba el francés, tocaba el arpa, dibujaba y ejercía profunda influencia sobre sus hijos. La familia era de clase económica media – media y por eso el poeta siempre tendría una limitada economía, ni tentó ni pudo hacer dinero, tampoco se acercó a reclamar parentescos pero “vivió una infancia armoniosa y feliz embellecida entre la ciudad y el campo por la ternura de su madre”. Años más tarde dirpia “El cuadro de la vida rural que me rodeó desde mis primeros años, prestó un encanto natural a mi visión de la naturaleza.”

En 1908 fue matriculado en la escuela del Carmen Bajo frente al hospital San Juan de Dios, estudió en el pensionado Borja la primaria, leía a los simbolistas franceses entre los eucaliptos de la cordillera, aprendiendo dulzura, levedad y transparencia. En 1911 se cambiaron a una casa mayor en la García Moreno entre Loja y Ambato.

El 14 ingresó al Normal Juan Montalvo, pronto descubrió que “el camino de la pedagogía no era el que más se acercaba a sus tendencias y aptitudes” y salió. Su madre lo llevó a la escuela de los padres mercedarios donde no duró mucho por un trato injusto recibido de uno de los frailes. El 15 pasó al Instituto Mejía y tuvo por compañeros a Gonzalo Escudero y a Augusto Arias y de profesor de Literatura a Alejandro Andrade Coello. Frecuentaba la librería “Sucre” de Bonifacio Muñoz, leía a Montalvo y a los clásicos castellanos, aunque siempre fiel a un romanticismo tardío. A raíz de un Concurso Infantil fue premiado con un volumen de Rubén Darío y su lectura le despertó el deseo de escribir, pero como no sabía el mecanismo de la versificación, sus primeras páginas fueron poemas en prosa. En Junio del 16 fue cofundador y director de la revista romántica “El Crepúsculo”, folleto de doce páginas impreso en los talleres de Julio Sáenz Rebolledo, travesura literaria de colegiales adolescentes que solo salió en dos números pues el tercero se quedó en galeras, escribiendo ensayos líricos y versos melancólicos bajo los seudónimos de “Ortos” y “Jean Valjean”. En Enero del 17 con César Ariosto Orellana fundaron la “Sociedad Literaria César Borja” que en Abril publicó la revista “La Idea”, sumándose a ellos Luis Aníbal Sánchez y Gonzalo Pozo, calificada de “obra de niños precoces que en vez de jugar a los trompos o a las bolas jugaban a la literatura, sin que esto excluyera del todo a aquello”.

Con “La Antología de la poesía francesa moderna” en traducción de Diaz Canedo y Fernán Fortún y con la revista “Letras” de Quito entró al modernismo. Para 1918 aún rimaba como Darío, sin embargo por ese año percibió las nuevas tendencias naturalistas y renunció a la idea de la muerte y los paraísos artificiales por la fresca sensualidad de las cosas cotidianas, que luego cantaría en las siguientes formas: Primera versión: // Walt Whitman ha venido a visitarme. / Miro las barbas de mi viejo amigo con / la gris telaraña de la lluvia / (…) / En un rincón cualquiera / su mirada / hace brotar el tallo de un poema / bordón de caminante / o raíz del hortelano / ¿Dónde está tu Universo? Le pregunto / ¿Donde el progreso eterno / la victoria / la paz sin amargura?? // Segunda versión: // Walt Whitman ha venido a visitarme / Miro las barbas de mi viejo amigo / con la gris telaraña de la lluvia. / Miro sus botas llenas de barro americano. / en dos sillas de junco / sentados a la mesa / gustamos de condimentos de palabras. / En un rincón cualquiera / su mirada / hace brotar el tallo de un poema. //

Posteriormente las lecturas de Andrés Gide y Francis James le insinuaron aún más la importancia de dicha tendencia naturalista. Era un joven poeta vital, virilmente rebelde y armoniosamente delicado, que colaboraba en la revista anual estudiantil del Mejía titulada “Vida Intelectual y en el semanario humorístico “Caricatura”. Para “Vida Intelectual” inició una antología de poetas modernistas en la cual incluyó a siete jóvenes poetas ecuatorianos.

En 1919 colaboró en la revista “Juventud Estudiosa” de Guayaquil y el 20 en “Los Hermes”, también del puerto principal, dentro de una bohemia alegre, inquieta y febril. Por entonces sus versos comenzaban a ser publicados en el exterior. En 1921 editó una selección bajo el titulo de “Resumen Antológico de la moderna lírica ecuatoriana” con líneas introductorias, se graduó de bachiller, comenzó a estudiar Derecho pero pronto abandonó esta carrera. Ese año formó parte de un grupo de intelectuales denominados, “Renovación” con Benjamín Carrión, Pío Jaramillo, Antonio J. Quevedo, Jorge Eguez, Carlos Zambrano Orejuela, Miguel Angel Zambrano y otros más y le dio por escribir una novela que tituló “Cordillera”, hizo el plan, comenzó algunas páginas que publicó en una revista estudiantil, pero no siguió porque se le hacían muy difíciles los diálogos. Ese año colaboró en la revista “Proteo”.

En Julio del 22 publicó “El Estanque Inefable” con 27 poesías escritas a partir del año 20, algunas en verso corto, que le mereció una generosa crítica de Isaac J. Barrera. También colaboró en “Incienso” de Rafael Coronel.

Acababa de arribar de Madrid el poeta César E. Arroyo, trayendo las nuevas ideas y metáforas del creacionismo y ultraísmo poético, que entusiasmaron a Carrera Andrade, motivándole un viaje a Guayaquil en plan trashumante y colaboró en la revista modernista cuencana “América Latina” que dirigía Manuel Moreno Mora.

En el puerto formó parte del grupo “Los Hermes”, se ganó la vida como periodista en “El Telégrafo” y presenció la matanza del 15 de Noviembre del 22. Al año siguiente regresó a Quito y pasó a Jefe de Redacción del periódico “Humanidad” opuesto a la política del Presidente José Luís Tamayo. El periódico auspició la candidatura del Coronel Juan Manuel Lasso a la presidencia de la República pero triunfó el oficialista Gonzalo S. Córdova. Ese año asistió al Congreso del partido Liberal, pero hastiado de un ideal que ya nada deparaba al país, empezó a formar filas en el socialismo. Para el primer aniversario del 15 de Noviembre los de “Humanidad” hicieron circular una violentísima edición impresa en tinta roja contra el Presidente Tamayo y la prisión no se hizo esperar, permaneciendo varios días incomunicado.

Bohemio intelectualizado “En la alta noche coronada de luceros, después de haber recorrido las calles de Quito, estrechas e íntimas, abría yo la puerta del mundo irreal de mis lecturas numerosas que comprendían desde las vidas de los filósofos griegos hasta las nuevas escuelas francesas y los poetas ingleses. No revestí la capa romántica, al modo de otros escritores de mi tiempo, por el contrario adopté la indumentaria de la sencillez para aproximarme a los quehaceres del pueblo y compuse mi “Cuaderno de Poemas Indios”.

En 1924 editó por entregas una “Selección de los modernos poetas y prosistas ecuatorianos” y aparecieron nuevamente sus poemas en la revista “Lírica Hispana”. El 25 pasó de redactor a “La Antorcha”, primer semanario quiteño de clara tendencia socialista, que combatió al régimen del Presidente Córdova hasta su caída el 9 de Julio. Entre el 25 y el 27colaboró en la revista guayaquileña “Savia” de José María Aspiazu Valdés. El 25 formó parte de la Comisión directiva de la Sociedad de Amigos de Montalvo que editó la revista mensual “América” hasta 1 929 y también colaboró en la revista mensual quiteña de arte y literatura “Esfinge” dirigida por Hugo Alemán.

Su vida era errática, desaparecía por días de la redacción del periódico y nadie sabía donde estaba. Un día escribió el siguiente telegrama “Encuentrome Pomasqui. Sigo al norte con fines políticos. Manden plata”.

El 26 se vivía en el país un ambiente revuelto a causa del triunfo de la revolución Juliana, que marcaba nuevos rumbos que dejaron de ser revolucionarios para ser administrativos, por eso intervino en la celebración en Quito del I Congreso Socialista Ecuatoriano y fue electo secretario de ese nuevo partido.

Entonces era un amador de las cosas “cuando inventé el micrograma, que es un trabajo de reducción de lo creado en pequeñas fórmulas poéticas exactas, mediante la concentración de elementos característicos del objeto entrevisto o iluminado súbitamente por el reflector de la conciencia, del que Bachelard ha calificado de una puerta estrecha que se abre sobre un mundo” y su amigo Cristóbal de Gangotena le editó su segundo poemario “Guirnalda del Silencio” con treinta y ocho composiciones dedicadas a exaltar la tierra, los seres pequeños y la vida doméstica, aunque algunas de ellas ya habían aparecido en “Estanque Inefable”.

Durante esa parte de su existencia también le agradaba recitar versos revolucionarios como su “Canto a Rusia” y en él su poema “Lenin a muerto” del que copiamos las dos primeras de las diez bellísimas estrofas: I // Trabajadores / que rizáis los cabellos rubios de la madera; / camaradas humildes, herreros, labradores / que leéis como un libro la nube pasajera / y sabéis el agrícola idioma de los vientos: / hombres que dais a diario vuestro amor hecho pan: / cargadores de fardos en los muelles hambrientos; / obrero niño, que eres de este siglo guardián, / viejos que camináis a la muerte de hinojos /, / campesinos, soldados, hermanos del taller, / una perla de llanto hay en todos los ojos / porque se ha ido el padre para nunca volver. // II // ¡Lenin¡ Lenin ha muerto. El ánfora de barro / ya vacía se ha roto dando un gran resplandor. / Ha muerto el que cambiaba en diamante el guijarro, / la flecha en golondrina por obra del amor, / Ha muerto el que bendijo el arado y la fragua, / el que a todos los seres tendió su mano amiga, / el que dijo a los pobres, de todos es el Agua, / de todos es la Tierra, de todos es la Espiga//.

Al tiempo que también amaba el maligno deleite de la morfina y abusaba del alcohol, imitando a Baudelaire hasta en el sensualismo enervante de sus poemas malditos, por eso en 1927 se dio un mayúsculo escándalo cuando (sin su consentimiento) apareció firmado su poema “Mademoiselle Satán” en la revista “Fígaro” de Carlos H. Endara conteniendo pasajes de sexo con Lola Vinueza Salazar, natural de Puéllaro al norte de la provincia de Pichincha.

Lola era amiga de los jóvenes intelectuales y tenía costumbres licenciosas como que de vez en cuando y solo para no aburrirse solía embromarlos como cuando los disfrazaba de mujer para las fiestas de Diciembre o para los bailes de carnaval. En otra palabras, se creía una Pompadour criolla.

El poema apareció con el nombre del autor, quien jamás imaginó que lo daría su amigo a la publicidad y para colmos, acompañado de un retrato con algún parecido a cierta estampa religiosa de la virgen María. El bombazo social fue terrible, las beatas se escandalizaban, las muchachas se ruborizaban, su padre lo sacó de la casa por inmoral y tuvo que disculparse ante la opinión pública mediante carta en “El Comercio” pues había roto por primera ocasión el tabú existente sobre el sexo explícito en el país. Demás está decir que dicha Composición, bellísima por cierto, fue sistemáticamente excluida de las Antologías que después saldrían con la obra de Carrera Andrade y su publicación aún hoy en día constituye materia polémica, de manera que aquí va para solaz de mis lectores.

Mademoiselle Satán (para ti Lola) // Mademoiselle Satán rara orquídea del vicio / ¿Porqué me hiciste di, de tu cuerpo, regalo / La señal de tus dientes llevo como un silicio / en mi carne posesa del enemigo malo. // ¿Porqué probó mi lengua el sabor de tu sexo? / y el vino que en la noche destilan tus pezones? / ¿Porqué el vello que nace de tu vientre convexo / se erizó para mi con nuevas tentaciones? // ¿Porqué se ha hundido en mis labios tu lengua venenosa / y se hollaron tus ojos con lúbrico signo? / I cuando haces vibrar tu desnudez lechosa / pienso que debes ser la hembra del Maligno. // Yo le he visto desnuda Señor, si, yo la he visto / tembló y quedóse el alma eternamente muda; / prefiero a ese recuerdo los tres clavos de Cristo, / a la cruz, antes que verla en mis noches, desnuda. // Señorita Satán, tu que todo lo puedes, / tus hombros, tu cadera que reclama el incienso / tus suaves pies, tus brazos, son otras tantas redes / tendidas hacia el pobre corazón indefenso. // Me diste el dulce sumo de tu boca, el turbante / martirio de tus muslos, ceñiste a mi cintura / y cuando fuimos presos del espasmo extenuante / tu enorme beso fue como una quemadura. // Eres la hembra única, lo mismo en el reposo / que en el sexual combate. // Santa orquídea del vicio / hasta cuando torturas con tu cuerpo oloroso / no hay placer en el mundo que iguale a aquel suplicio. // Satán, mujer que tienes un rubí en cada pecho, / tus verdes ojos lúbricos son siempre una acechanza,
/ tu desnudez que viene las noches a mi lecho, / para mi ciego olvido es tu mejor venganza. //

Mademoiselle Satán vivía en la casa esquinera de la Guayaquil y Caldas en el barrio de San Blas. Era exótica, bellísima, impulsiva, gustaba recitar poemas sentimentales, leer libros prestados que luego destruía sin acordarse que eran ajenos y debía devolverlos. Una vez flageló diabólicamente al joven y largirucho poeta Carrera Andrade solo porque sí, porque tenía cara de virginal inocentón y en efecto lo era, finalmente se le entregó voluptuosamente….y ambos gozaron de lo lindo, ella enseñando y él aprendiendo. Poco más tarde Lola contrajo nupcias y retirada de la circulación radicó en Santiago de Chile y dejó familia en la alta sociedad de ese país, Murió hacia los años setenta, de ochenta y más de edad. “Jorge Villagómez Yépes, que la apreciaba muchísimo y era su lejano pariente, la hizo retratar desnuda por Pedro León Donoso, en un cuadro donde aparece en una hipotética escena de harem junto a un árabe. El óleo aún se conserva en poder de los herederos Villagómez.”

Tras la forzada explicación por la prensa Carrera Andrade viajó por corta temporada a Guayaquil huyendo de la acrimonia levantada en Quito, donde su sola presencia causaba un interés algo porno entre las señoritas de sociedad y también entre las del pueblo llano, que se imaginaban cuanto podían gozar con lo aprendido por el jovencísimo (solo tenía veinticuatro años) largo y esbelto “vate sexual” como algunos chuscos dieron en llamarle, sobrenombre que alcanzó gran popularidad y le duró muchísimo tiempo (1)

Entre el 27 y el 30 colaboró para la revista modernista quiteña “Espirales” que dirigía Pedro Gómez. En Mayo del 28 fue designado representante del partido Socialista al V Congreso Internacional a celebrarse en Moscú. Un encarguito tan costoso debía ir acompañado del correspondiente pasaje y viáticos, detalles que sin embargo sus compañeros del partido olvidaron.

De todas manera inició su largo periplo hacia Europa, que más tenía de
funambulesco que de otra cosa, Viajó a Panamá, donde subsistió tres meses dictando conferencias, luego cruzó al Caribe y arribó a Holanda, siguió hacia Alemania pero en Hamburgo le fue negada la visa para proseguir a Rusia y tuvo que regresar por Berlín, pasando miseria, donde hizo amistad con Víctor Raúl Haya de la Torre que comenzaba su vida internacional.

En París entró en contacto con su amigo César Arroyo quien le brindó alojamiento en su casa y “me incorporó a su familia. De sobremesa departíamos sobre nuestras lecturas. Arroyo cultivaba la amistad de varios escritores:       Vasconcelos, Ugarte,

Cansinos – Assens, Avilés Ramírez, Gabriela Mistral, ésta última me invitó a visitar su casa de campo y a pasar allí la temporada de verano.”

En Agosto y estando en Marsella escribió a Benjamín Carrión: he tenido una discrepancia con Arroyo y quiero preguntarle a Ud. si me daría hospedaje en su casa, como su amanuense, copiador de artículos en máquina y todo lo demás, que es lo que le he servido a César. Pero el asunto tuvo un trasfondo muy peculiar, pues Arroyo contaría a Carrión que habiéndole entregado ocho mil francos a Carrera Andrade, conseguido un prólogo de Gabriela Mistral, introducirlo en el Repertorio Americano, obtenerle una beca y enviarlo con pasaje a Madrid, éste se mostró desagradecido en extremo y hasta se declaró su enemigo ¿A quién creer?.

Recién en Diciembre del 29 llegó al Mediterráneo donde escribió “Estampas de Marsella”, relatos de prosa exquisita que revelan su madurez y bordeando la costa francesa siguió a Barcelona, fue contratado por el editor Vicente Clavel y por primera ocasión en su vida pudo gozar de una cierta holgura económica que le permitió leer, escribir, traducir y conocer a numerosos intelectuales europeos, mientras “asistía a los tormentosos acontecimientos que sacudieron los momentos finales de la monarquía y el inicio de la II República española.

En esos días lanzó la misma Editorial de Vicente Clavel sus “Boletines de Mar y Tierra” con cuarenta poemas de luz, gozosos de sentimiento y del placer de viajar por la geografía
moderna donde aparecen superados sus pasados excesos; (el trago y la droga) entonces comenzó a asistir a los cursos de Diplomacia de la Facultad de Filosofía de la Universidad de esa ciudad, le nombraron secretario de la Asociación General de Estudiantes Latinoamericanos, escribió para diferentes revistas y periódicos, fundó la “Hoja Literaria” y hasta tradujo dos novelas. Estaba en una etapa más profunda, consciente de los problemas contemporáneos, tratando de presentar el mundo tal como es. En 1931 escribió para la revista “Hontanar” de Loja sobre el “Esquema de la poesía de vanguardia”.

En Julio del 33 regresó al Ecuador en el trasatlántico “Horacio” de la Compañía Italiana de Navegación tras cinco años de ausencia, recibiendo un homenaje inusitado. En Quito no faltó poeta ni intelectual que dejara de visitarlo. El 10 de Agosto se reunió el Congreso y fue designado prosecretario, correspondiéndole asistir a las tormentosas sesiones que precedieron a la renuncia del Presidente liberal Juan de Dios Martínez Mera.

Después dio a luz “Cartas de un Emigrado” en prosa reflexiva y de interés social, dictó clases de Literatura en el Instituto Mejía y fundó el “Grupo Social Agrario”, especie de partido político que tuvo corta duración.

A principios de 1934 se inició en la diplomacia, carrera que le duraría treinta y cuatro años con origen en el humilde consulado en la población peruana de Paita pero encontró nuevamente el mar, tiempo que no fue del todo perdido pues compuso “Latitudes” en prosa poética con ensayos sobre diversos escritores y la realidad europea.

(1) La edición fue recogida casi enteramente por la familia Carrera, salvándose un ejemplar en poder de César – hermano del poeta – quien se lo entregó muchos años más tarde a éste, cuando ya era un anciano. Una noche, por los años 1960 al 70, en el departamento del poeta se reunieron algunos literatos amigos y se topó el tema. Carrera le enseñó el periódico a Enrique Noboa Arízaga, quien aprovechó el momento de los tragos y se lo metió al bolsillo. En su casa lo aprendió de memoria y tras devolverlo, se lontrasladó a Pedro Jorge Vera, que a su vez lo publicó en la revista Diner’s apareciendo con errores. Noboa se disgustó y pasó el periódico a Fernando Jurado Noboa, que publicó la versión original en “El Chulla Quiteño” de donde lo hemos tomado para este Diccionario.

En Agosto estaba nuevamente en Quito participando en un Concurso Nacional para el servicio diplomático que ganó y en Noviembre pasó de Cónsul a El Havre. De Febrero del 35 es su poemario “Rol de la Manzana” con 51 poemas 24 micro gramas – algunos publicados con anterioridad – sobre todas las cosas que integran el coro vital de la tierra. Los Micro gramas son apretadas fórmulas poéticas de gran belleza donde campean las metáforas; también editó “El Tiempo Manual” con

poemas que encierran un sentimiento de solidaridad humana y de unidad universal.. “Ambos salieron en Barcelona y el último fue traducido al francés en Octubre del 36 por Adolphe de Falgairolle. Ese año contrajo matrimonio con Paulette Colin Lebas. El 36 terminó la “Antología poética de Pierre Reverdy”. El 37 sacó en París otro poemario aparecido con el nombre de “Biografía para el uso de los pájaros” con 17 composiciones con evocaciones a las cosas simples, enriqueciendo los temas del hombre. “Su aguda sensibilidad de primitivo americano percibía la paulatina decadencia del humanismo y sus ideales de perfección individual y atestiguó el advenimiento del exietencialismo y su secuela de zozobra, desilusión y angustia ante la muerte”. En Santiago de Chile le editaron “La hora de las ventanas iluminadas” con veinte y ocho poemas y catorce micro gramas, de los cuales solo cuatro eran inéditos.

En 1938 escribió un poema titulado “Carta al General Miaja” relacionado con la Guerra Civil que se vivía en España y fue cambiado a Yokohama a donde viajó con su esposa y su hijo. Lo hicieron a través de los Estados Unidos. En el Japón se interesó por la cultura oriental y sus principales manifestaciones. El 39 dio a la luz su “Guía de la joven poesía ecuatoriana”, en Agosto de 1940 editó en Tokio: 1.- “Microg ramas”, poemas que se parecían a los hai kai de ese país. Los Hai Kai japoneses son condensaciones de las imágenes en las expresiones exactas, casi siempre poéticas por metafóricas y 2.- “País secreto” y en Agosto del 40, previendo las posibilidades inmediatas de una conflagración a nivel mundial, apuró su vuelta al Ecuador. Al poco tiempo se declaró la guerra en el Pacífico y las fronteras fueron cerradas pero ya nuestro poeta se hallaba tranquilamente en Quito, donde había vuelto a encontrar las puertas familiares abiertas, olvidado su tormentoso pasado como “vate sexual”.

“Lo que es el caracol” // Caracol: / mínima cinta métrica / con que mide el campo Dios. // “Pescado” // Canuto vivo y rosado / escribe ceros de vidrio / en la redoma el pescado. // “Ostión” // Ostión de dos tapas: / tu cofre de calcio / guarda el manuscrito / de algún buque náufrago. // “Colibrí” // El colibrí / aguja tornasol, / pespunte de luz rosa / da en el tallo temblón / con la hebra de azúcar / que saca de la flor. // “Tortuga” // La tortuga en su estuche amarillo / es el reloj de la tierra / parado desde hace siglos. // Abollado ya se guarda / con piedrecitas del tiempo / En la funda azul del agua. // “Nuez” // Nuez; sabiduría comprimida, / diminuta tortuga vegetal / cerebro de duende / paralizado por la eternidad. //

Había hallado la íntima unión existente entre lo sensible y lo intelectual, claramente transparente, fenómeno en el cual Claude Leví – Strauss ha fundado el Estructuralismo. Ese año recibió el nombramiento interino de Director General de la sección consular y dio a la luz “Registro del Mundo” con la casi totalidad de su obra poética. En Diciembre del 40 pasó a San Francisco, ciudad que le había entusiasmado por sus vibraciones de vida y libertad, a ejercer el consulado General y luego de perfeccionar su inglés pudo leer a los clásicos norteamericanos. El 41 publicó en inglés una defensa de los derechos territoriales del Ecuador con motivo de la invasión peruana. En 1942 intervino en varios actos organizados por el congreso latinoamericano de “Free Word Association”, trató a numerosos eruditos hispanistas y figuró en diversas Antologías en inglés. Su nombre, ampliamente conocido en Europa, comenzaba a interesar en los Estados Unidos, sobre todo después de dar a la luz su célebre poema “Canto al puente de Oakland”. Fragmento.- // Leo el signo / que intentas consignar en el espacio / tu secreta misión de paz y enlace / nada se oculta a mis abiertos ojos / de hombre de una tierra sin vocación de nube / donde la luz exacta / ninguna forma olvida, / y enseña el peso justo y el sitio de las cosas / la línea ecuatorial / que es un fiel de balanza de trópico y soles. //

El 43 apareció su “Mirador Terrestre: La República del Ecuador, encrucijada cultural de América”. El 44 el presidente Velasco Ibarra lo envió de Encargado de Negocios a Caracas, convirtiendo su casa en centro de reunión de las más importantes personalidades de las letras y la política venezolana. Esa fue, además, una época de meditación y creación, “debiendo a la revolución rusa y a las doctrinas marxistas la inspiración de sus ideales de humanismo social, aquel sentimiento de fraternidad universal que halló expresión plena en los poemas de última hora”.

En 1945 editó sus poemarios “Lugar de Origen”, “Canto a las fortalezas volantes: Cuaderno del Paracaidista” que había escrito en San Francisco, una antología de su obra en bien cuidada edición bajo el título de “Poesías escogidas” y unas traducciones suyas de Paúl Valery.

En eso ocurrió la revolución que destituyó al Presidente Medina Angarita y muchos políticos y parientes del depuesto mandatario se asilaron en la Embajada hasta que obtuvieron salvoconductos. Carrera Andrade hizo respetar el derecho de Asilo y se convirtió en el hombre del día, pero cuando Velasco proclamó su dictadura en Marzo del 46, no pudo sostenerse en el cargo y renunció como protesta cívica; mas, sus amigos no le abandonaron y pasó de Director de Prensa de la Casa de Publicidad “Ars”, colaborando para varios medios culturales. Entonces ocurrió la separación con su esposa, que volvió a Francia, con los dos hijos del matrimonio y al ser depuesto Velasco en 1947 y subir Carlos Julio Arosemena Tola al poder, fue designado Ministro Plenipotenciario en Gran Bretaña.

Al año siguiente el Presidente Galo Plaza Lasso también lo designó miembro de la Delegación del Ecuador ante la III Asamblea de las Naciones Unidas que se celebró en París, le correspondió estar presente en la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos”, editó “Rostros y Cimas” en prosa, vio seis traducciones de sus obras y se unió a Janine Ruffier des Aimes.

En Marzo del 50 fue castigado con el regreso a Quito como simple Jefe de la Sección Diplomática por enemistad con el mediocre Canciller Neftalí Ponce Miranda, que le siguió molestando, al punto que Carrera Andrade tuvo que renunciar poco después. Entonces escribió contra el citado Ministro con el seudónimo de “Antonio Ante”. En Agosto fue electo Vicepresidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y director de la revista “Letras del Ecuador” órgano de la sección Literatura de dicha entidad, donde aparecieron varios discursos y trabajos suyos.

En 1951 publicó “Poesía francesa contemporánea” con trescientos poemas de autores franceses y belgas, también la segunda edición, una selección de sus poemas propios bajo el título de “Lugar de Origen”, con seis poemas sobre Quito.

Ese año fue enviado a París por el Ministro de Educación, Carlos Cueva Tamariz, como delegado permanente del Ecuador ante la Unesco, y sin sueldo. Viajó a Francia donde se mantuvo algunos mese pero en situación de apremio pensó en regresar; Jaime Torres Bodet le pidió que se quedara como simple traductor, después ascendió a redactor de las publicaciones en español y director de la revista “El Correo de la Unesco” y en esas funciones permaneció siete años, con sus días enteros revisando traducciones y corrigiendo de galeras así como otras minucias rutinarias, monótonas, pero al mismo tiempo asistió a varios eventos internacionales por la Unesco. En Septiembre del 52 había contraído segundas nupcias con Janine Ruffier des Aimes, en París, con quien vivía desde del 48.

El 53 dio a la luz su poemario “Familia de la Noche” con cinco poemas de “gran plenitud y altura lírica, largo aliento y penetrante estilo,” libro que es una elegía a sus seres queridos que habían desaparecido y a la humanidad que se siente amenazada por todas partes y colaboró en numerosas revistas de literatura. Estaba en su edad madura, para disipar el tedio que le producía su oficina en Paris estudiaba en los archivos de París y traducía poesías del francés y del inglés, aunque el manejo de los asuntos burocráticos le sumía en sentimientos de frustración intelectual de los que escapaba visitando hasta por una semana a las cocotes y luego tenían los funcionarios de la Embajada que irlo a buscar para que retome la realidad cotidiana. I ni siquiera con el paso de los años modificaría esta costosa bohemia, lo cual explica su pobreza final, ya que jamás planificó su futuro ni le interesó el porvenir.

En 1958 editó otro poemario “La Moneda del forastero” y tomó vacaciones para regresar al Ecuador donde dio a la luz “El Camino del sol” con temas históricos y “Galería de Místicos e Insurgentes” con vidas de personajes de la colonia y república, libros con historias noveladas, bastante mediocres. Entonces renunció a la Unesco y se ausentó a Long Island, trabajando para varias universidades americanas.

En 1960 volvió al servicio diplomático pues el presidente Ponce le sorprendió con la designación de miembro adscrito con rango de Embajador a la Delegación del Ecuador ante las Naciones Unidas, todo ello a petición de sus amigos el jefe de la Delegación Leopoldo Benitez Vinueza y el Canciller José Ricardo Chiriboga Villagómez. Al poco tiempo Velasco Ibarra fue nuevamente electo Presidente de la República y deponiendo viejas enemistades le nombró Embajador en misión especial ante los gobiernos de Chile, Argentina y Brasil para explicar la tesis de nulidad del Protocolo de Río de Janeiro que acababa de lanzar;

misión altamente patriótica que no dio resultado. De regreso a Quito el 61 pasó de Embajador a Venezuela y fue recibido en triunfo por la intelectualidad de Caracas. La revista “Lírica Hispana” le dedicó un número especial. En Quito la Casa de la Cultura editó su “Viaje por países y libros.”

Entre tanto había publicado su poema “Hombre planetario”, considerado “lo mejor de lo suyo, su obra cenital por sus símiles y metáforas, ironías, interrogantes y por el hondo contenido de su enjuiciamiento a la civilización tecnológica. Visión descarnada, mucho más profunda que su otro poema antológico “Juan sin cielo”, que originara el seudónimo de Alejandro Carrión en la prensa nacional.

En su edad madura Carrera Andrade, conmovido profundamente por las obras de los poetas europeos Friedrich Holderlin y Rainer María Rilke, cantó a la humanidad y a la especie, con el ímpetu de su propia inspiración.

En Julio del 63 Venezuela aplicó al Ecuador su doctrina Rómulo Betancourt y se suspendieron las relaciones a causa del ascenso de la cerril dictadura del Coronel Ramón Castro Jijón. En situación económica lastimosa por su inveterada manía de derrochar el dinero, Carrera Andrade regresó a Quito a reeditar algunas de sus obras, su “Hombre Planetario” que le sirvió para ingresar el día 21 de Noviembre a la Academia Ecuatoriana de la Lengua. En su discurso se proclamó – con harta demagogia – ciudadano de Quito, para alumbrar a los presentes, como en efecto lo consiguió y “Presencia del Ecuador en Venezuela” con referencias a su participación diplomática en dicho país.

Con tan buenas cartas de presentación le fue relativamente fácil obtener a los pocos meses en 64 las altas funciones de Embajador a Nicaragua, país que amaba por ser la tierra de Rubén Darío, de suerte que en sus años postreros, abandonados los gestos rebeldes de juventud, sirvió a las dictaduras y vivió en ellas pues la acomodaticia diplomacia había matado el idealismo de juventud. En Managua publicó su célebre poemario “Floresta de los guacamayos” con seis poemas que mas bien son himnos que cantan a la vida y a la floresta tropical a través del exotismo de dicha ave, retorno a la tierra tibia, exuberante y de gran hondura humana ¿I no disque era ciudadano de Quito?

El 65 fue trasladado de Embajador a

Francia por el Canciller, poeta y amigo, Gonzalo Escudero, lo cual constituyó el pináculo de su carrera y le deparó la enorme satisfacción de volver a París tras largos años fuera de Europa. En la capital francesa dio a la luz “Crónica de las Indias”, composición de sobria belleza y patetismo en 351 versos que tratan de la “rebelión de Gonzalo Pizarro, drama más humano que histórico, símbolo de la lucha entre la libertad y la opresión”, cuya aparición coincidió con la caída de los dictadores. La subida al poder de Clemente Yerovi y la subsiguiente elección presidencial de Otto Arosemena Gómez, cambiaron todo. Este último lo eligió Canciller el 19 de Noviembre de 1966, aunque primero le ofreció el cargo a Luis Bosano Paredes que no aceptó.

Carrera Andrade aceptó el cargo y se posesionó en Quito el 2 de Diciembre, habitó en una casa blanca de rejas verdes que puede verse desde la biblioteca nacional Eugenio Espejo ubicada en la Avenida Doce de Octubre y Andrade.

Desde el primer momento marchó en desacuerdo con el estilo muy personal de gobierno. Carrera Andrade se movía muy lentamente, no seguía los pasos políticos de la Asamblea Nacional Constituyente ni era cercano al primer mandatario. Para colmos, hizo retirar del servicio, dizque por límite de edad, nada menos que a Raúl Andrade Moscoso, cónsul del Ecuador en Trieste, venerable figura del periodismo nacional, considerado el mayor estilista del idioma en el Ecuador. Se habló entonces y aún se sigue repitiendo ahora que se trató de una ruin venganza personal por una simple quisquilla ocurrida entre ambos en la Unesco en Paris, minucias que la grandeza olvida y el corazón perdona.

En esas circunstancias tuvo que viajar a Buenos Aires para la reunión preparatoria de la III Conferencia Interamericana extraordinaria que se llevaría a efecto en Punta del Este y a la que asistieron los presidentes de las repúblicas americanas, donde le correspondió ser mudo testigo de la sorpresa que el ególatra presidente Arosemena Gómez tenía preparada, siendo el Ecuador el único país que no se sumó a la unanimidad en la votación final. De regreso a Quito el 12 de Junio del 67 presentó la renuncia y poco después fue designado Embajador ante los Países Bajos.

El endiosado Presidente diría más tarde en Quito, que “su” Canciller había resultado un fiasco pues no vivía la hora presente, el momento político, en síntesis, la realidad de Latinoamérica.

En 1967 se habían publicado sus Obras Completas en la Casa de la Cultura donde no constan dos célebres poemas de su juventud: Mademoiselle Satán y Lenín a muerto que representan momentos fundamentales de su pensamiento, por algo Neruda había dicho “nosotros los de entonces ya no somos los mismos.” La diplomacia había cambiado al poeta, refinándolo para consumo de las élites, a costa de su natural forma de ser. En otras palabras, le hizo un maniquí de vitrina de exposición, lo cual en ningún caso debe ser considerado en desmedro de su altísima condición poética.

En 1968 salió en New York su poemario “Poesía Ultima” de 32 composiciones “en torno al concepto y variedad del alba, metafísica de la vida después de la muerte”. Un cierto señor llamado Luis Ortiz Terán, funcionario en la Cancillería, donde en muchos casos mandan los mandos medios, se empeñó en hacerle la vida imposible y ¡Quien creyera! terminó por sacarlo en 1970 de la Embajada en La Haya. En Quito le trampearon rebajándole su jubilación y todo por la maldita envidia de los mediocres que se sentían heridos con su fama.

Envejecido y cansado, en grave situación de apremio, recibió la ayuda de su amigo y admirador el scholar ecuatoriano Enrique Ojeda Velasco, quien tuvo que recurrir a la Universidad Estatal de New York para comenzar a protegerlo y Carrera Andrade pudo dictar dos años de clases en Stonybrook, Long Island; pero, el 72 regresó a descansar con su familia en París, prácticamente acabado por el mal de Parkinson.

El 72 había editado su poemario “Misterios Naturales” calificado del más trascendental a la hora de hacer un balance de su escrituras poética, un intento de vuelta al encantamiento de los primeros tiempos; incluso contiene algunos versos de amor que figuran en las mejores antologías y hay otro dedicado al dictador Velasco Ibarra, en cuyo mandato le cesaron en el desempeño de sus funciones diplomáticas: fragmento. // Bulubulú, representa tu comedia grotesca. / Gran cuervo, grazna tus cacologías / sostén con el dedo en alto tu palabra / alborotador de pueblo / saborea entre tus dientes el discurso / echa el chorro por tu boca de gárgola / inunda de sonidos el espacio / con gárgaras verbales / dispara el dedo contra el adversario… ///

También de esa época es “Volcán Terrestre”. La CCE publicó el 76 la “Obra Poética Completa” y se realizó un homenaje nacional en su honor.

El 75 volvió al Ecuador corpulento, sufriendo, pues se estremecía constantemente y su voz vacilaba, no se sentía bien de salud a los setenta y tres años de edad. El, que siempre había sido en todas partes un perfecto sibarita, enseñado a los lujos de la carrera diplomática, se veía en la hora crepuscular estrechísimo de bienes. Un hijo que estudiaba arqueología lo acompañaba. Su hija y su esposa vivían por el momento en Francia mientras arreglaba traerlas. Ocupó entonces la dirección de la Biblioteca Nacional, función burocrática aunque altamente honrosa, digna de su fama y aprovechó para escribir su autobiografía “El Volcán y el Colibrí” con recuerdos y aconteceres seleccionados, pues la obra resultó ser bastante adobada o como se dice más bien diplomática, mitad autobiográfica, pues calló todo lo que le pareció poco digno o elegante, sus discusiones, sus malos momentos económicos, sus adicciones, sus desencuentros como el que mantuvo con César Arroyo, en fin, trató de endulcorar la píldora para consumo de sus admiradores.

También de este año son dos poemarios “Libro del Destierro”, “Vocación Terrena”, una crítica sobre la poesía Hispanoamericana y “Selected Poems” en inglés.

El 76 aparecieron su “Obra Poética Completa”, el 8 de Junio recibió un Homenaje Nacional y al siguiente año el Premio Nacional Eugenio Espejo pero vivía en el hotel Embajador de la Colón y 9 de Octubre para evitar que su familia sufriera a causa de la adicción que desarrolló en sus ultimos tiempos y murió “solo y abandonado” a consecuencia de una úlcera perforada con complicaciones al corazón el 11 de Noviembre de 1978 de setenta y cinco años de edad.

Fernando Jurado Noboa ha escrito que vivió los últimos tiempos en una enorme soledad, en donde matizaba solo dos vivencias: Se reunía con los miembros de la sección Literatura y de la Editorial de la Casa de la Cultura, llevándolos a su casa, presididos por el Oso Noboa y por Pedro Jorge Vera. El otro fue Galo René Pérez que fue su último secretario y confidente por lo menos en la década de mil novecientos setenta, a quien dejó varias de sus cosas personales.”

Su poética, propia y original, se movió libremente entre las más variadas escuelas con esencialidad, densidad y elegancia. La ingeniosidad de sus expresiones, riqueza metafórica y acentos poéticos son constantes. Cantó a la raza, al hombre, a la libertad, sin menospreciar por eso las cosas sencillas, tan queridas para él y a las que volvió al final.

“Fue un poeta visual, mago, con inagotable poder de sorprender, que veía a los seres integrados en una gran empresa cósmica y en su madurez fue seducido por abismos y emprendió incursiones más sostenidas hacia la altura, para volver a refugiarse en el punto inicial”.

“Hombre de extraordinario talento y conversador de fantasía desbordante”, escribió mucho. En su libro “El tiempo manual” se inspiró en un verso de Rimbaud que al referirse al siglo XX dijo que sería un siglo de manos.

“Amó las cosas que le rodeaban y dialogó con ellas pero sobre todo se preocupó del hombre, motivo principal de su obra, por eso dijo en alguna ocasión que su obra es un encanto al hombre”.

“La poesía le venía sola, de pronto, en cualquier momento y lugar empezaba a sentir que la poesía formaba un poema en su cerebro. Si lo volvía a recordar es que valía la pena, entonces lo rescataba al papel”.

“De joven había luchado por la implantación de la ideas socialistas en el Ecuador, defendió su credo, criticó ásperamente la injusticia social. Existen vívidos testimonios de su entrega por la causa de los indios; sin embargo, el paso de los años atemperó su carácter y lo volvió un ciudadano apacible. Dejó inédita e inacabada su novela “Hombres en Marcha”.

Alejandro Carrión ha escrito: “Fue el más grande de nuestros poetas del siglo XX; pero, además, fue el más generoso y bondadoso de los hombres, el más alegre, el más compresivo, el más gentil, decir Jorge Carrera Andrade es nombrar todas las excelencias”.

Lamentablemente se hizo diplomático, que en el Ecuador es en múltiples ocasiones sinónimo de mediocridad, fatuidad, en síntesis, un ser pretencioso, bueno para nada. Por algo el Presidente Rafael Correa los calificó a todos en general sin especificar excepciones el 2010 de “momias cockteleras” pero a pesar de ello Carrera Andrade no perdió jamás su inocencia de niño grande y en su corazón no tuvo lugar el desengaño, por eso se describió así: Transformaciones.- Fragmento.- // El mundo abandoné por una silla / eterna donde cumplo / mi trabajo de abeja y de fantasma / que cambia los suspiros en monedas / para comprar el sol cada domingo / y guardar mi país en un armario, / encontrar el amor en la escalera / o poner un paraguas al relámpago. //